El primer ministro de Singapur dimite tras 31 años en el poder
Lee Kuan Yew dimitió ayer de su cargo de primer ministro de Singapur, la ciudad Estado del sureste asiático que durante los 31 años de mandato de este chino de superdotada inteligencia ha pasado de la pobreza a ser el país más desarrollado de Asia después de Japón, aunque para ello haya supeditado las libertades a la economía. El traspaso de las tareas de gobierno al hasta ahora viceprimer ministro, Goh Chok Tong, no supone su retirada de la política -"quien así lo crea, que vaya al psiquiatra", ha dicho-, sino para preparar la sucesión, que, según opinión casi unánime, recaerá en su hijo, Lee Hsien Loong, conocido como B. G. Lee.
Lee Kuan Yew tiene 67 años y cuenta con una salud casi perfecta gracias a su vida de asceta. "Es un hombre demasiado enamorado del poder para dejarlo", afirma Joshua Benjamin Jeyaretnam, un abogado protestante de origen indio que recibió las iras de ese poder por criticar el sistema en los años ochenta. Jeyaretnam fue en 1981 el primer diputado de oposición elegido en unos comicios, y con su verbo apasionado perturbó el ambiente de salón de té que se respiraba en el Parlamento. Poco duró. El Gobierno le acusó de apropiación indebida de fondos, perdiendo el acta parlamentaria.Lee Kwan Yew estará en el futuro Gabinete como ministro sin cartera, y seguirá conservando la jefatura del Partido de Acción Popular (PAP), la formación que él mismo fundó en 1957 y que le catapultó al cargo de pri mer ministro dos años después paradójicamen te con la ayuda de la izquierda prochina, a la que luego tanto persiguió. Con él Singapur obtuvo la independencia de los británicos en 1959, y se incorporó, en 1963, a la Federación de Estados Malayos (Malaisia), de la que sería expulsado dos años después por el temor de la mayoría malaya a que la minoría china pudiera imponerse gracias a su mejor preparación. Nadie pensó entonces que esa pequeña ciudad-Estado multirracial (76% chinos, 15% malayos y 7% indios) sin recursos naturales y con apenas 2,5 millones de habitantes fuera a convertirse en un centro económico internacional.
Lee es un gran adm Irador de Deng Xiaoping, y muchos de sus gestos se asemejan a los del pequeno patriarca chino, incluso este último de "marcharse sin marcharse". Nadie discute su perfecta gestión de director ejecutivo para convertir el país en una empresa con excelentes resultados globales, pero mucho más cuestionable es la presión social que todo ello representa. Su política ha despertado rechazo entre algunos profesionales que optan por emigrar y de jóvenes deseosos de sentir que la libertad no es algo impuesto. En 1989 emigraron 4.700 singapureños.
El relevo se trata en cualquier caso de un cambio de la primera a la segunda generación en un momento en el que un principio de la doctrina de Lee, como el peligro del comunismo, ha quedado superado con el final de la guerra fría. B. G. Lee, el hijo de Lee Kwan Yew, general de brigada en la reserva con apenas 40 años, educado como el padre en Cambridge y en Harvard, será uno de los dos viceprimeros ministros en el nuevo Gabinete. Goh, que no era el candidato ideal para Lee Kuan Yew, niega que su función sea la de preparar el ascenso de B. G. Lee, pero más de una vez ha reconocido que su sucesor natural será el hijo de Lee.
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