_
_
_
_
_
LA CRISIS DEL GOLFO

Se estrecha el cerco sobre los extranjeros en Irak

Ángeles Espinosa

Los Gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y del resto de los países afectados han rechazado con dureza la solicitud de Irak, formulada en la noche del miércoles, de que le sea facilitada la lista de las personas a las que han acogido en sus embajadas en Bagdad. La contundencia de la respuesta no impide apreciar, sin embargo, la impotencia de estos países ante el destino de los cerca de 5.500 ciudadanos que aún tienen bloqueados en Irak y Kuwait. Su situación se complica por momentos, a tenor de las alarmantes noticias sobre inminentes restricciones en su acceso a víveres y sobre nuevas detenciones.

Las informaciones que llegan de las distintas representaciones son divergentes. En tanto que las embajadas norteamericana, británica y danesa, han dado cuenta de la exigencia del Ministerio de Exteriores iraquí de que le faciliten una lista con los nombres de los refugiados, la Embajada francesa sólo ha recibido un "recordatorio" de la ley que condena con la pena de muerte a quien aloje, sin notificarlo, a un extranjero. El objetivo es el mismo: un paso adelante en la guerra psicológica que libra el Gobierno iraquí contra Occidente, por intermediación de sus embajadas.En la embajada norteamericana en Bagdad hay refugiadas unas 20 personas, otras 40 en la cancillería británica; y 10 españoles se hallan distribuidos en domicilios de diplomáticos. No se tiene constancia de que la de legación francesa albergue a ningún ciudadano de forma permanente.

La nota recibida por el embajador norteamericano y difundida ayer por Washington señala: "El ministerio [de Exteriores iraquí] apreciaría que la delegación le informase de la presencia de alguno de sus ciudadanos o de alguna persona de otra nacionalidad en la Embajada o en sus residencias diplomáticas, tengan o no dichos ciudadanos contratos con su Gobierno o trabajen con compañías extranjeras que operen en Irak". De lo contrario, Bagdad considerará su ocultamiento como un delito de espionaje, "cuyos responsables serán castigados con la pena capital". Tal actitud ignora por completo el carácter inviolable de los recintos de las embajadas, así como de su personal.

Londres entiende, según dijo ayer un portavoz del Ministerio de Exteriores, que las amenazas de Irak "hacen imposible aceptar sus pretensiones de Estado civilizado". El secretario de Estado norteamericano, James Baker, declaró, por su parte: "La nota es repugnante". Suiza anunció una protesta, Alemania Occidental explicó que propondrá una reacción conjunta de la CE. Los diplomáticos de varios países europeos y de EE UU residentes en Bagdad estaban ayer en contacto para adoptar posturas comunes.

Corte de suministro

Mientras en el exterior se recibían con perplejidad estas amenazas, el Ministerio de Información iraquí confirmaba ayer que los cerca de dos millones de extranjeros que aún se encuentran en Irak y Kuwait van a ver restringido su acceso a ciertos productos básicos a partir del próximo lunes. Se trata de arroz, harina, aceite, té, féculas, azúcar, leche maternizada y jabón. Estos víveres se encuentran subvencionados por el Gobierno iraquí y fueron racionados desde el comienzo del embargo. El día anterior, una fuente del Ministerio de Exteriores había anunciado un corte en el suministro a los extranjeros, sin más precisiones.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

De acuerdo con esa primera información, el jefe de la diplomacia iraquí, Tarek Aziz, comunicó al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), a primeros de este mes, que su país no podría atender las necesidades alimenticias de esos ciudadanos a partir del 1 de octubre. Un portavoz de esa organización humanitaria desmintió ayer haber recibido una fecha concreta en ese sentido. Según el CICR, Irak sólo les hizo partícipes de "dificultades de abastecimiento para los ciudadanos extranjeros, en especial asiáticos, que permanecen en su territorio".

Resulta difícil determinar los efectos inmediatos que están teniendo las sanciones internacionales contra Irak. Un día, las autoridades de Bagdad minimizan sus consecuencias y aseguran que "1as reservas son suficientes" y que "no hay problema". Al día siguiente, el funcionario de turno habla de que el embargo equivale a una declaración de guerra.

No cabe duda de que un país que importa las tres cuartas partes de sus alimentos terminará por sufrir en algún momento las restricciones. El problema es determinar cuándo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_