Lafontaine mantiene su candidatura a la cancillería de la RFA, pese al atentado
Oskar Lafontaine seguirá siendo el candidato socialdemócrata a la cancillería de la República Federal de Alemania (RFA), según indicó ayer el presidente del SPD, Hans-Joachim Vogel, después de visitarle en la Clínica Universitaria de Colonia, donde se recupera del atentado. El miércoles por la noche, en esta ciudad renana, Adelheid Streidel, tina mujer de 42 años, estuvo a punto de acabar con la vida de Lafontaine al clavarle en la garganta un cuchillo que llevaba escondido en un ramo de flores durante un mitin electoral de su partido.
Los médicos que le operaron de, urgencia la noche del miércoles especificaron ayer que la frustrada asesina no había conseguido seccionarle la carótida, en contra de su primer comunicado. El afilado cuchillo de carnicero, con tina hoja de 30 centímetros de largo, se quedó a milímetros de esta arteria, lo que le permitió salvar la vida después de una operación que duró más de dos horas y de haber perdido, en total, más de tres litros de sangre."Nadie debe tener ninguna duda de que [Lafontaine] volverá a la campaña para la cancillería tan pronto como se reponga", dijo Vogel ayer. Según el presidente del SPD, que venía de visitar al herido en su habitación, éste se había levantado de muy buen humor y "va a concentrarse en las próximas semanas en recuperar la salud". La perspectiva de la socialdemocracia de la RFA, que lleva ya más de ocho años atravesando el desierto de la oposición, de perder al único candidato con carisma suficiente como para enfrentarse al canciller Helmut Kohl, provocó la noche de miércoles la desesperación en las filas del partido. Tanto Vogel como Johannes Rau, presidente del Estado de Renania del Norte-Westfalia, han sido ya derrotados por el político democristiano, mientras que Lafontaine representa una nueva orientación del partido.
El próximo día 13 de mayo, tendrán lugar, además de los comicios de Renania del NorteWestfalia, para los que Rau se perfila como ganador, los de Baja Sajonia, donde la CDU mantiene una mayoría de un solo escaño.Reconstrucción de los hechos
Tras la confusión de los primeros momentos, la secuencia de los acontecimientos ha podido ser reconstruida de la siguiente manera: Oskar Lafontaine asistía a un mitin en el polideportivo de Colonia en apoyo de Johannes Rau. Durante todo el mitin, una mujer sentada en la segunda fila, vestida de blanco y que portaba dos ramos de claveles y un libro en la mano, miraba embelesada a Lafontaine y por lo menos dos veces intentó subir al estrado, siendo devuelta a su asiento por los servicios de orden.
A las 20.45 horas, una vez terminado el acto, y ante la insistencia de la mujer, uno de los miembros del servicio de orden accedió a acompañarla personalmente hasta el político socialdemócrata en la creencia de que tan solo quería entregarle las flores y pedirle que le Firmara el libro. Cuando Lafontaine se inclinó para estampar su autógrafo, Adelheid Streidel sacó el cuchillo y se lo clavó en el cuello. Pero la punta de cuchillo topó primero con el hueso maxilar a la altura de la oreja, lo que frenó su trayectoria e impidió que se clavara más a fondo. Se cree que el arma asesina estaba escondida entre los claveles.
De no ser por la perfecta organización de los servicios médicos, el político socialdemócrata, que cayó al suelo como fulminado, hubiera muerto. Sin embargo, allí mismo, bañado en su propia sangre, los servicios de urgencia le aplicaron ya la primera transfusión y a los pocos minutos llegaban ya los médicos especialistas. Mientras, la frustrada asesina seguía en el estrado con una sonrisa de triunfo dibujada en su boca, y negándose a contestar a las preguntas de la policía y de los numerosos periodistas que seguían el acto.
Durante casi media hora, los médicos le practicaron una cura de urgencia sin la cual consideraban que no podía ser trasladado al hospital. Un helicóptero, finalmente, se lo llevó hasta la clínica, donde fue operado durante dos horas.Kohl conoció la noticia mientras cenaba en el Elíseo con François Mitterrand. De inmediato, el canciller abandonó la mesa para telefonear a Bonn y Colonia y enterarse de los detalles del atentado y del estado de Lafontaine, informa Javier Valenzuela desde París. Más tarde, dio un paseo antes de acostarse, a fin de despejar su agitación. "Ya lo he hecho personalmente, pero desde aquí reitero mis mejores deseos de un próximo restablecimiento del señor Lafontaine", dijo. Mitterrand se unió a los sentimientos del canciller.
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