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Granada, una estrategia de largo alcance

Cuando hoy se reúnan en Granada los 12 cancilleres de la Comunidad Europea y los latinoamericanos del Grupo de los Ocho, se asistirá a la posibilidad de sentar el inicio de una estrategia común de largo alcance.En la agenda de esa reunión -informal, por imposición de los más duros de la CE- habrá sólo dos grandes temas: la situación financiera internacional y las relaciones entre América Latina y Europa.

La mención expresa de la deuda externa en el orden del día fue objetada por británicos y alemanes, firmes defensores de la tesis comunitaria de que el foro adecuado para ese tema es el Club de París.

Sin embargo, la deuda es la clave para entender todo lo demás y para fijar cualquier política de futuro.

La Comunidad está preocupada por la inmigración del Tercer Mundo, y creó un mecanismo que se traduce en trabas crecientes para el ingreso de ciudadanos de esos países, y que en España, como se vio estos días, pone en peligro el enunciado mayor de la política hacia América Latina y el Magreb.

Algo que debieran tener presentes los ministros de la CE -por la experiencia de sus propios nacionales hasta hace pocos años- es que la gente emigra por persecuciones políticas, intolerancia religiosa o hambre.

Si el Tercer Mundo sigue inmerso en una profunda crisis económica -producida en gran parte por las políticas de los países industrializados-, con la secuela de estallidos sociales y dictaduras, la presión migratoria hacia el Norte se incrementará.

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En ese caso, aumentar las trabas en las aduanas, exigir visados, anular leyes de doble nacionalidad o colocar alambradas electrificadas y fronteras electrónicas será como ponerle puertas al mar.

La única manera de que la gente se quede en sus países, y viaje sólo por turismo, estudios o negocios, será con el desarrollo integral de las naciones del Tercer Mundo.

En esto España tiene una doble responsabilidad: la de ser un país del Norte industrializado y la que emana de sus constantes apelaciones a unos lazos especiales con América Latina. Desde que asumió la presidencia de la CE, las exigencias del Grupo de Trevi la llevaron a ejercer de gendarme de fronteras en el sur de Europa.

Ahora tiene una oportunidad para demostrar que esas apelaciones a los lazos especiales son algo más que palabras.

En Granada, esa actitud se debería traducir en el compromiso de sentar una estrategia compartida, de la CE y América Latina, para impulsar un cambio profimdo en las relaciones económicas internacionales,' poner en cuestión la política proteccionista europea, reforzar la cooperación para el desarrollo y tratar con valentía el tema de la deuda, hablando sin eufemismos y convirtiendo las palabras en acción.

Un testimonio de esa decisión española de asumir sus lazos especiales sería anunciar a sus colegas de la CE y a sus hermanos de América Latina su voluntad de eliminar las trabas al ingreso de los ciudadanos del Tercer Mundo y de mantener la plena vigencia de la no exigencia de visados y en vigor las leyes de doble nacionalidad, sin desnaturalizarlas con medidas administrativas.

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