Que no engañen
Quisiera que esta carta la leyera el ministro Barrionuevo porque sé el buen deseo que tiene de que funcione su ministerio. El sábado 7 de enero (entre dos fiestas) necesitaba enviar un paquete certificado, y antes de arriesgarme llamé por teléfono a la estafeta de Alburquerque preguntando si estaba abierto "para certificar un paquete" (así). Me contestaron que sí y a pesar de ello volví a preguntar: "¿De modo que puedo ir ahora mismo con un paquete a certificar?". "Sí, señora", me contestaron. Y cogí un taxi y me fui para allá. Pero al llegar me dijeron que ese día no se podía enviar paquetes, y al decirle lo de la conversación telefónica, me quisieron desmentir -y lo hicieron- diciendo que sólo habían contestado "que estaba abierto" y en todo caso que "era mi palabra contra la suya". Les pedí que por favor no me hicieran volver y que al menos se quedaran allí con el paquete (que pesaba 2,5 kilos), aunque no saliera hasta el lunes, y no hubo forma de conseguirlo. Me trataron con la mayor desconsideración, después de que la culpa de todo era suya, y me hicieron la extorsión de perder un tiempo en ir y venir, dos taxis, más los que habré de tomar el lunes otra vez.
Considero que esto es una estafa a los contribuyentes que cos-
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teamos esos servicios y un engaño a quien ha preguntado previamente si le van a atender en ellos. A todo esto, el empleado encargado de los paquetes estaba leyendo el periódico en la estafeta citada.Todavía me indigné más cuando al salir vi todas las tiendas abiertas, los bancos funcionando, y no digamos los bares, cafeterías, etcétera. 0 sea, que la empresa privada es la única que funciona, mientras lo que pagamos de nuestro bolsillo los contribuyentes no sirve para nada y se permiten además tratarnos con la punta del pie, dejándonos por embusteros y siguiendo ellos en su cómoda situación de no hacer nada, porque saben que todo eso queda en la máxima impunidad- Julia Esteban.