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El doble rostro de Suecia

Suecia es un pequeño país amante de la paz. Nos consideramos la conciencia moral del mundo. Suecia es neutral y no posee armas nucleares. Damos el 1% de nuestro producto nacional bruto a ayuda exterior para socorrer a los países pobres y a aquellas personas que se mueren de hambre. Suecia siempre está dispuesta a criticar a las naciones y Gobiernos que participan en actos bélicos y que violan los derechos humanos. Nuestros líderes conocidos internacionalmente -Dag Haminarskiöld y Olof Palme- se comprometieron fuertemente con la tarea de paz internacional.Así es cómo nosotros, los suecos, hemos percibido nuestro país durante mucho tiempo. Suecia "bella y limpia", tanto literaria como moralmente. Sin embargo, en estos momentos esta imagen de sí misma se está deteriorando. Suecia no es por más tiempo aquella Suecia de antes.

Todo comenzó con el asesinato de Olof Palme. En un pequeño país pacífico un primer ministro no puede ser tiroteado de muerte en plena calle. El llanto de los suecos se comparó con aquel por la muerte de Martin Luther King o de John F. Kennedy. Colgado de un farol próximo al lugar de los hechos había un cartel: "¿Quién ha disparado a nuestra paloma de la paz?".

La terrible cuestión en estos momentos es si realmente se asesinó a una paloma de la paz. ¿Acaso Olof Palme tenía una doble cara? ¿Cómo puede ser posible que Suecia desempeñe un papel tan destacado en el comercio o tráfico internacional de armas? ¿Cómo pudo la industria armamentística sueca exportar tantas armas durante tanto tiempo a países prohibidos?

La idea moral

Ahora resulta que Suecia no es sólo un pequeño país pacífico del norte de Europa. También es un importante productor de armas y munición para muchos puntos polémicos del globo. Se encuentra material de guerra sueco en el Extremo Oriente, Vietnam, India, Indonesia y posiblemente en Irán-Irak. Todo esto a pesar del hecho de que la normativa sueca explícitamente prohíbe la exportación de armas a países en guerra o con conflictos internos que pudieran dar lugar al uso de las armas. De hecho, la idea moral que se esconde tras esta normativa es que Suecia debería vender armamento sólo a aquellos países que no planean usarlo.

Pero en realidad ésa no es una buena forma de hacer negocios, así que Suecia ha estado mostrando dos caras. Una es la de nación pacífica y otra la de próspera traficante de armas. Su política se ha fundado en un doble carisma y en hipocresía.

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En 1966 el Gobierno socialdemócrata dirigió toda la exportación de armas a Australia, cuando Australia se unió a Estados Unidos en la guerra de Vietnam. Los australianos usaron el rifle sueco Carl Gustaf, que, según los expertos, clavaba en la pared al Vietcong como si se tratase de pegamento. Este hecho no fue muy halagüeño para Suecia a la hora de denunciar la guerra oficialmente. Como resultado, la exportación de material de guerra a Australia se suspendió.

El Gobierno australiano protestó vigorosamente. Se amenazaba con una grave crisis diplomática entre los dos países, de modo que según un destacado oficial jubilado del FFV (fabricante propietario de los Carl Gustaf), Suecia dispuso en secreto continuar con la exportación a Australia. Se hizo a través del Reino Unido bajo las órdenes del ministro de Defensa socialdemócrata de aquel momento.

Los tratos de Bofors

Por supuesto, el Gobierno sueco niega este hecho. Pero el testimonio de uno de los oficiales del FFV tiene mucha fuerza a la hora de investigar lo ocurrido. La comisión de ciudadanos que ha llevado a cabo un profundo estudio de la exportación de armas suecas y que publicó su informe hace pocos días no ha tocado plenamente este tema, pero sí que ha demandado que el ex ministro de Comercio Kjell-Olof Feldt (actual ministro de Finanzas), en 1975 secretamente incumplió con la normativa y límites referidos a exportación. Esta vez se le permitió a Bofors (fabricante privada de armas) vender munición a Grecia, a pesar de las restricciones oficiales de no exportar a este país. Esto significa que mientras Suecia, a la vista de todos, criticaba a Grecia y la agresión de EE UU a Vietnam, vendía armas y munición extraoficialmente, pero con el consentimiento del Gobierno. Doble cara, hipocresía...

La misma historia se puede aplicar al mayor negocio de armas sueco de todos los tiempos: la exportación del Bofors Robot 70 a India, por la suma de 1.300 millones de dólares. India es un país con conflictos internos y con sus vecinos, por lo que, según las limitaciones suecas, no se debería permitir ninguna exportación de armas. Pero India recibió su mercancía.

Es cierto que el Gobierno sueco desarrolló una exportación limitada bajo un memorándum de entendimiento entre los dos países, en lo que se refiere a cooperación para desarrollar el robot que se vendió. Sin embargo, los altos, mandos nunca han explicado exactamente de qué tipo de cooperación se trata.

El mismo Olof Palme se mostraba extremadamente activo y esforzado para conseguir el trato con India. Significaría puestos de trabajo en zonas de Suecia con alto índice de desempleo. Y prometió al Gobierno indio que no habría intermediarios, para evitar la corrupción. Pero, tal y como el departamento de noticias de la Radio Nacional Sueca ha podido probar, Bofors, a pesar de la promesa de Olof Palme, dio enormes provisiones a contactos con el negocio indio. La radio sueca ha nombrado a algunos de estos receptores indios y ha seguido la pista de estos pagos hasta llegar a una multinacional de Liechtenstein llamada Chiao y a traficantes de droga de Panamá. Bofors no ha querido comentar nada sobre estos pagos y mantiene que no sobornó a nadie y que todos sus asociados en los negocios son serios. Doble cara, hipocresía...

Mensajes dobles

Hace pocos días una comisión de distinguidos e independientes ciudadanos suecos publicó un informe sobre la exportación de armas suecas. Los descubrimientos son amargos y desagradables. Afirman que todos los Gobiernos suecos desde 1970 (tanto de derechas como de izquierdas) han sido hipócritas y han mostrado una doble cara. El control de armas exportadas ha sido lento y prácticamente inexistente. Los distintos Gobiernos han ofrecido mensajes dobles a la industria, y nunca han informado al público de los motivos que había tras las decisiones tomadas. La comisión desea que se aten cabos en este tema.

El actual ministro de Exteriores, Sten Anderson, dijo el 1 de mayo que quiere que todo este sucio negocio de exportación de armas se sanee cuidadosa y públicamente. Acaba de comenzar la tarea de limpieza y será una tarea lenta. Para los suecos este doble carisma e hipocresía ha significado un duro despertar.

Erik Fichtelius es jefe de los Servicios Informativos de Radio Nacional Sueca.

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