155 muertos al estrellarse un DC-9 en EE UU

No hay supervivientes del accidente que ayer se produjo al estrellarse un avión DC-9 sobre una autopista cerca del aeropuerto de Detroit, en el Estado norteamericano de Michigan. El desastre, por tanto, acabó con la vida de los 144 pasajeros, los nueve tripulantes y dos motoristas que circulaban por la autopista en la que cayó el aparato. En total, 155 muertos. El avión, que comenzó a arder por causas desconocidas al iniciar el despegue, no logró ganar altura, chocó contra un edificio de alquiler de coches, pasó por debajo de dos puentes y arrasó en su recorrido una decena de vehículos.

El aparato, un modelo McDonnell Douglas MD-80, versión modernizada del DC-9, de la compañía Northwest Airlines, intentaba despegar, hacia las 20.30 hora local (las 2.30 hora peninsular), del aeropuerto de Detroit para cubrir el trayecto hasta Phoenix (Arizona). Convertido en una auténtica bola de fuego sobre la carretera, quedó reducido a chatarra y en gran parte diseminado en trozos por la zona. Sobre el terreno llovieron hélices, piezas de la chapa del avión, pedazos de seres humanos, maletas y ropas. El accidente provocó el caos en la carretera, donde murieron dos personas y otras seis resultaron heridas. Viajeros y tripulantes del avión quedaron calcinados por el fuego.

La pequeña rescatada

Una pequeña de cuatro años quedó atrapada entre los hierros retorcidos del avión, de donde fue rescatada. La niña fue ingresada en estado crítico, con varias fracturas y quemaduras en casi el 30% de su cuerpo, en el hospital Ann Harbor de Michigan. En un principio se pensó, y así lo afirmó el portavoz de la Northwest Airlines, que era uno de los dos niños pequeños que viajaban en el avión y, por tanto, superviviente de la tragedia. Informaciones posteriores han desmentido, sin embargo, este supuesto, ya que la niña viajaba en uno de los automóviles que circulaban por la autopista. No se conocen aún las causas del accidente. Se ha especulado con la posibilidad de un atentado, que no se ha confirmado posteriormente. Según los agentes del Buró Federal de Investigación (FBI) enviados a la zona para analizar el suceso, todos los indicios apuntan a una explosión anterior al choque del aparato. De hecho, un controlador aéreo del aeropuerto percibió un fogonazo en el motor izquierdo del aparato.

Se trata del segundo accidente de avión más grave ocurrido en Estados Unidos en los últimos 30 años. El otro, que provocó la muerte de 275 personas, tuvo lugar en el mes de mayo de 1979, cuando un avión DC-10 de la compañía American Airlines se estrelló tras su despegue en Chicago, en el Estado de Illinois.

El pasado 31 de agosto, un viejo bombardero de la II Guerra Mundial, con ocho personas y 18 caballos a bordo, cayó en las proximidades de Ciudad de México y causó 82 víctimas. En su caída arrasó viviendas, coches y hasta una torre de alta tensión. Más recientemente, el 13 de agosto, una avioneta de turismo se estrelló contra un restaurante cercano al aeropuerto de Reim, en la ciudad alemana occidental de Múnich. Ese accidente acabó con la vida de otros seis individuos.

Los tres siniestros, ocurridos en un plazo de 18 días, tienen algo en común: la muerte de individuos que se encontraban eventualmente en el lugar de los hechos y que no eran pasajeros de los aviones.