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Las medidas de seguridad impiden que el atentado contra Campsa en Alava se convierta en una catástrofe

El perfecto funcionamiento de los sistemas de seguridad abortó la posibilidad de que,el doble atentado contra instalaciones de Campsa y un distribuidor de la compañía en Ribabellosa (Álava), ocurrido en la madrugada de ayer, se convirtiera en una catástrofe. El comando terrorista hizo estallar una bomba junto a un aparcamiento de camiones y lanzó cuatro granadas contra los tanques de combustible del complejo, alcanzando tres de los 23 depósitos. Las pérdidas se evalúan aproximadamente en unos nueve millones de pesetas. Vecinos de una barria da de la localidad burgalesa de Miranda de Ebro, ubicada junto al lugar de los hechos, fueron desalojados, sin que se registraran desgracias personales.

El doble atentado se produjo poco después de las doce de la noche de ayer. Fuentes oficiales precisaron que a las 12.07 fueron atacados los tanques y poco después hizo explosión un artefacto colocado junto a la verja del distribuidor de la compañía, la empresa Basterra y Zubiaga. Entre ambas instalaciones media una distancia de aproximadamente medio kilómetro.Las granadas de carga hueca fueron lanzadas desde un pequeño montículo junto a la carretera nacional N-1, Madrid-Irún, a unos 300 metros de los tanques de combustible. Las fuerzas de seguridad localizaron ayer por la mañana cuatro tubos de uralita que sirvieron para lanzar los proyectiles y restos de una fiambrera y un reloj temporizador. Este artefacto, que provocó roturas de cristales y otros daños menores, estaba compuesto por entre uno y dos kilos de amonal, líquido explosivo utilizado habitualmente por ETA.

Las granadas alcanzaron tres de los tanques del complejo. Uno de ellos recibió dos impactos y los otros dos, uno cada uno. Estos últimos no contenían combustible. El tanque afectado albergaba tres millones de litros de gasóleo C. Las granadas perforaron la chapa e hicieron un boquete a través del cual salió el líquido. Por efecto de la presión a la que manaba el combustible, el gasóleo C se pulverizó e incendió, ardiendo unos 300.000 litros.

Fuentes de Campsa precisaron que los sistemas de seguridad, de localización del lugar contra el que se produjo el atentado y de evaluación del incendio, habían funcionado a la perfección. De hecho, dos horas antes de suceder los hechos se habían hecho pruebas contraincendios. El siniestro comenzó a ser dominado al cuarto de hora de originarse y en media hora estaba controlado.

En el momento de producirse el atentado prestaban sus servicios en Campsa cuatro personas. En media hora, los 27 trabajadores de las instalaciones estaban localizados.

Un portavoz de Campsa informó que los tanques no estallaron y no hubieran llegado a explotar debido a los combustibles que contenía, siendo únicamente un problema de tiempo la extinción del incendio. Campsa realiza periódicamente pruebas para comprobar la seguridad de sus instalaciones, y a raíz del atentado de ETA contra Eripetrol, en Tarragona, las había intensificado.

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La compañía evaluó ayer las pérdidas en unos nueve millones, uno por los desperfectos y el resto por la pérdida de gasóleo. Un sistema de bombeo trasladó a otros tanques el gasóleo C almacenado en el depósito atacado, uno de los más cercanos a la Nacional I.

En las instalaciones se ubican un total de 23 tanques de combustible, tres de fuel-oil, dos de gasolina de 92 octanos, seis de 97 octanos, cinco de gasóleo A, dos de gasóleo B y otros cinco de Gasóleo C. Además, en las cercanías se encuentran instalaciones del oleoducto Bilbao-Valladolid. En total, entre las instalaciones de Campsa, el oleoducto y la empresa distribuidora, trabajan unas 60 personas.

Mientras duró el siniestro, fuerzas policiales cortaron el tráfico por la Nacional I y la autopista Burgos-Bilbao para evitar el peligro para los automovilistas que circulaban por la zona. Todas las fuentes consultadas resaltaron que el atentado contra Campsa no llegó a poner en peligro a las poblaciones cercanas.

Miranda de Ebro, localidad de 40.000 habitantes, alberga un importante complejo químico en el que se ubican cuatro importantes empresas. A poco más de 20 kilómetros se encuentra la central nuclear de Santa María de Garoña. Vecinos del barrio de La Azucarera, en el que residen 90 familias, fueron desalojados ante el temor provocado por la cercanía del siniestro, que provocó columnas de fuego y humo de unos 30 metros de altura. El centro urbano de Miranda dista poco más de un kilómetro del lugar de los hechos.

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