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Pinochet prepara la campaña para sucederse a sí mismo en 1989

La precampaña para prolongar hasta 1997 la presidencia del general Augusto Pinochet, de 71 años, ha comenzado con declaraciones de algunos ministros y altos oficiales del Ejército que alientan la "proyección del régimen". Aunque todavía no hay un anuncio oficial, ya son claras las intenciones de Pinochet y la duda se centra en si conseguirá el consenso de las otras ramas de las fuerzas armadas para ser designado candidato único al plebiscito, que deberá efectuarse antes de febrero de 1989. De ganar esa consulta, se convertiría en el presidente de Chile por otros ocho años.

En el Gobierno se vive un ambiente de precampaña, tal como lo manifestó en Madrid el jefe de la Fuerza Aérea, general Fernando Matthei (ver EL PAÍS del domingo 24). El ministro Secretario General de Gobierno, Francisco Javier Cuadra, dijo en una reunión privada con dirigentes estudiantiles oficialistas que las encuestas gubernamentales coinciden en que Pinochet es quien mejor representa la idea de proyectar el régimen, según reveló el lunes el diario La Época.Más directo fue el general del Ejército Patricio Serre, quien manifestó con entusiasmo que "el período de consolidación que empieza en 1989 debe ser dirigido a mi juicio por su conductor, su gestor, el general Augusto Pinochet Ugarte". El lunes 25 el director de la Escuela de Infantería, coronel Luis Cortés, se sumó a Serre al decir que "Pinochet es el único posible para el próximo período".

Actuando como un político que sabe que será candidato pero no desea darlo a conocer antes de tiempo, el Jefe del Estado no ha sido tan explícito. En provincias, el lugar que Pinochet casi siempre escoge para explayarse con franqueza, ha dicho que se acerca un momento decisivo, en que a sus partidarios les corresponde la vanguardia, con la voluntad de consolidar, avanzar y construir el país". El mensaje anticomunista es otra de las constantes de la precampaña. Pinochet recuerda constantemente a sus auditorios que el peligro comunista no ha pasado y que la disyuntiva es "o volvemos atrás para llegar al 10 de septiembre del 73 [un día antes del golpe militar], o conseguimos caminar hacia un objetivo grande que nos concierne a todos".

Con una oposición dividida y preocupada de sus problemas internos, Pinochet tiene los mayores obstáculos para la perpetuación en su propio frente. Para ser candidato, tiene que ser aprobado por los jefes máximos del Ejército de Tierra (es decir, él mismo), la Armada, Fuerza Aérea y la policía de Carabineros. Ninguno de los jefes de las otras ramas de las Fuerzas Armadas ha expresado aún su respaldo público a una eventual candidatura de Pinochet. La Junta de Gobierno ha ratificado recientemente, sin embargo, el mecanismo constitucional del plebiscito, en lugar de una reforma que permita convocar a elecciones libres y abiertas, como pide la oposición.

Como si el país estuviera efectivamente en un período preelectoral, ha comenzado una guerra de encuestas entre el régimen y sus detractores.

El propio Pinochet abrió el fuego cuando dijo a Le Monde que el 40% de la ciudadanía apoya al Gobierno. Más tarde se supo que esa encuesta fue hecha por la Policía Civil de Investigaciones, un cuerpo de agentes policiales dependiente del Gobierno que ha entrevistado a personas de diferentes sectores.

Entre un 8% y un 17%

Las réplicas fueron inmediatas: varias encuestas independientes mostraron que el apoyo al Gobierno oscila entre un 8%. y un 17%. Sólo la agencia norteamericana Gallup se acercó a la cifra gubernamental al detectar que los partidarios y los parcialmente partidanos de Pinochet sumaban un 39,9%, frente a un 52,3%. de la oposición.Pinochet ha dicho que confía en los indecisos para inclinar la balanza, pero aún cuenta con más armas. El régimen renegoció la deuda externa chilena, de 20.000 millones de dólares -más de cinco veces el volumen de exportaciones anuales- para disponer de recursos extras en 1988, el año más probable para realizar el plebiscito. Son unos 450 millones de dólares (unas. 56.000 millones de pesetas) que le permitirán sostener un repunte en esta economía, una de las más golpeadas en Latinoamérica por la recesión internacional de comienzos de la década.

El régimen confía, además, en que la oposición izquierdista rechace el mecanismo plebiscitario y recomiende no inscribirse en el censo electoral, lo que facilitaría las cosas para un triunfo del candidato oficial.

Aunque en los últimos días el proceso se ha acelerado, cuando los partidos pidieron inscribirse en el censo, el trámite aún es lento. De los ocho millones y medio de personas que deberían inscribirse para votar en el plebiscito, apenas 530.000 lo han hecho en los dos primeros meses de apertura del censo, la mayor parte de ellos miembros de las Fuerzas Armadas y sus familiares.

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