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Los Colombianos acuden hoy a las urnas para elegir presidente y en busca de la paz con la guerrilla

Antonio Caño

Los colombianos eligen hoy al sucesor, para un período de cuatro años, del presidente Belisario Betancur, cuyo prestigio interno cayó en picado en su último año de mandato por el fracaso de la política de diálogo con la guerrilla. La paz es más que nunca el argumento central de estos comicios, a los que, como es tradicional en este país, sólo concurren dos candidatos con posibilidades: el liberal Virgilio Barco y el conservador Alvaro Gómez.

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ENVIADO ESPECIALEn su último mensaje a la nación antes de las elecciones, Betancur relacionó la participación con la condena de la violencia y pidió votos para la paz. "Una participación entusiasta en las elecciones y una votación copiosa" dijo en un discurso televisado en la noche del viernes, "ayudan a la pacificación". "Cada voto, cualquiera que, sea el candidato por el que se vota, es un testimonio por la paz", añadió. Están convocados a las urnas alrededor de 14 millones de colombianos y se confía en que se pueda superar el 50% de participación.Por primera vez en la historia, un grupo guerrillero, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se presenta a unas elecciones residenciales, aunque ciertamente como simple comparsa y sin abandonar las armas ni renunciar a la lucha armada. La segunda fuerza guerrillera del país, el Movimiento 19 de Abril (M- 19), cuyo acuerdo de paz con Betancur sólo duró dos meses, está contra la celebración de los comicios e intentará boicotearlos tan espectacularmente como sus reducidas fuerzas se lo permitan.

La última encuesta de un influyente semanario bogotano daba a Virgilio Barco una ventaja de casi el 50% de los votos sobre Gómez, aunque los conservadores han denunciado la falta de credibilidad de este sondeo y aseguran que disponen de otros realizados posteriormente que dan al candidato liberal una ventaja de apenas el 2%,

Compra de votos

A pesar de que en las elecciones legislativas del pasado mes de marzo los liberales obtuvieron una ventaja del 12%, los conservadores, que aseguran que en las presidenciales influyen factores distintos, confían en la victoria y citan como ejemplo que Betancur tampoco salió, como favorito en las elecciones de 1982.Desde luego, las encuestas siempre resultan dudosas en un país donde la práctica de la compra de votos está casi institucionalizada. Ambos candidatos han recorrido durante la campaña electoral más cara de la historia casi todos los departamentos del país no sólo para acercarse a los electores en demanda de su voto, sino para cerciorarse de que funciona la maquinaria partidaria que negocia sufragios con hombres fuertes de cada aldea y comarca.

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En el departamento del Atlántico, cuya capital es Barranquilla, donde la compra de votos alcanza niveles que desvirtúan el principio del sufragio universal, el Ejército ha recibido instrucciones de evitar por cualquier medio esta práctica, tan antigua como la democracia colombiana.

La explicación a este fenómeno habría que buscarla, entre otras razones sociales y económicas, en la similitud entre los programas de los dos principales partidos. Liberales y conservadores han dominado el escenario político colombiano durante más de un siglo.

Después de un periodo de cuatro años en los que el padre del actual candidato conservador, Laureano Gómez, ejerció el poder con modos dictatoriales y desató la violencia en el país, y de otros cuatro años del Gobierno militar paulista del general Gustavo Rojas Pinillas, liberales y conservadores llegaron a un acuerdo -el Frente Nacional- para alternarse cada cuatro años en el poder. Ese acuerdo duró 12 años, pero ambos partidos mantienen desde entonces programas políticos similares y hasta han llegado a compartir ministros. Para las elecciones presidenciales de hoy, los colombianos pueden elegir entre Barco, un oscuro tecnócrata educado y orientado políticamente hacia Estados Unidos, y Gómez, un político veterano tachado de ultraderechista.

De ambos candidatos se espera una política de dureza contra la guerrilla. Virgilio Barco, que siempre criticó los acuerdos de paz firmados por Betancur, ha prometido desandar todo lo andado hasta ahora en ese terreno. Álvaro Gómez, pese a la moderación con la que durante la campaña ha intentado captar votos de su antecesor, está considerado como un militarista que optaría por una política de liquidación de los movimientos armados.

También con ambos candidatos Colombia parece destinada a perder el destacado papel internacional que alcanzó con Betancur. Tanto Barco como Gómez son contrarios al Grupo de Contadora. El primero ha dicho que las diplomacias alternativas no deben sustituir la Organización de Estados Americanos (OEA). El segundo cree que Contadora ha permitido la consolidación del régimen totalitario de Nicaragua.

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