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El magistrado, la peluquera, los millones

El banquillo de los acusados en el Tribunal Supremo no existe, y debe de ser porque allí no suelen ir los acusados. Por eso, cuando se necesita se escogen confortables sillones.Josefa Suárez, la Pepa, estaba ayer más resplandeciente y elegante que nunca, mucho más que en anteriores ocasiones cuando acudió a declarar. Jaime Rodríguez Hermida también estaba elegante, y muy digno cuando se negó a contestar a la pregunta del fiscal sobre la intimidad de sus relaciones con su compañera de sillón. Era un secreto a voces, pero las formas son las formas, y el presidente declaró la pregunta impertinente.

Rodríguez Hermida negó tener interés en la libertad de Antonio Bardellino.

Josefa dijo tener un interés secundario.

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Simplemente, un vecino, Luis Plana, el Catalán, se había interesado por el italiano, y como el magistrado estaba muy relacionado, no había nada malo en preguntar. Por supuesto sin recibir una peseta a cambio.

El fiscal desconfió de tan hermoso altruismo e investigó las cuentas corrientes y las actividades de Josefa Suárez, así como las del vecino en cuestión, y descubrió que en las cuentas de ambos figuraban varios millones de pesetas, cuyo origen explicaron confusamente.

Datos cantan, y coincidiendo con las fechas de la puesta en libertad de Bardellino, Josefa Suárez abrió una cuenta en el Banco Exterior de España, por importe de cinco millones de pesetas, y al mismo tiempo obtuvo un crédito de cuatro millones más, que curiosamente fue avalado por el magistrado Rodríguez Hermida.

La explicación es clara, según Josefa. Los cinco millones procedían de las recaudaciones de los días de Navidad de los dos clubes nocturnos que regenta. Dinero que, en cuanto el fiscal descubrió su rastro, fue retirado por ella misma, en previsión de que el ministerio público pidiera su decomiso, como así ha sido.

Con parte de los cinco millones, Josefa se compró un Mercedes descapotable, que costaba 2.800.000 pesetas, pero justo después de realizar la transferencia, pidió su revocación y deshizo la compra del automóvil, según aseguró, por miedo a, problemas económicos.

El fiscal interpretó que la adquisición de tan lujoso vehículo resultaba poco apropiada en el momento en que se hizo, y podría ser fácil atar cabos.

No obstante, el coche fue utilizado en varias ocasiones por el magistrado.

Por su parte, Luis Plana el catalán, recibió en su cuenta dos pagos, pocos días antes de la libertad de Bardellino, que totalizaban 3.400.000 pesetas;

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