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Semana negra para Ronald Reagan

Conmoción en EE UU al equiparar el presidente a las víctimas de los nazis con sus verdugos

Francisco G. Basterra

Ronald Reagan voló ayer a su retiro campestre de Camp David para olvidar la semana más negra de su segundo mandato, en la que una serie reiterada de torpezas sobre su visita a la República Federal de Alemania (RFA) ha dañado su imagen política y ha convertido en polémico, su próximo viaje a Europa. La Casa Blanca no ha. logrado controlar la crisis, que el jueves fue agravada por Reagan al comparar a los judíos víctimas del nazismo con sus verdugos, el mismo día en que todo EE UU conmemoraba la liberación aliada de los campos de concentración.

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En el frente de Centroamérica, el presidente, que exigió la rendición de los sandinistas, se ha tenido que rendir a la realidad de una inminente derrota en el Congreso y ha dado marcha atrás en su plan de ayudar militarmente a los contra, en el que había comprometido su prestigio político.Nadie se explica como el gran comunicador, al que rodea en la Casa Blanca un sofisticado equipo de relaciones públicas que hasta ahora había sido capaz de sacar de los apuros al presidente, ha cometido tantos errores seguidos. Las culpas están recayendo en el nuevo equipo directivo presidencial y, en el caso del viaje a la RFA, en un primer impulso del presidente que no fue rectificado a tiempo. Pero Reagan ha decidido no enmendarse y ha añadido fuego a la polémica al defender su visita a un cementerio en la RFA donde están enterrados miembros de las SS, afirmando que estos soldados son tan víctimas de los nazis como los seis millones de judíos exterminados en los campos de concentración de Hitler. La poderosa comunidad judía norteamericana ha reaccionado con gran virulencia, expresando su "profunda irritación y su infinita perplejidad".

La semana comenzó con la visita de Reagan a un circo y se ha convertido en. sí misma en un circo, escribió ayer un comentarista. El presidente utilizó el miércoles un supuesto mensaje verbal del Papa en apoyo a su política hacia Nicaragua, que fue inmediatamente desmentido por el Vaticano. El martes se fotografié con una niña nicaragüense de ocho años, a la que calificó de "refugiada", y que resultó ser la hija de unos ricos nicaragüenses que viven y trabajan aquí como funcionarios internacionales desde hace 15 años. El jueves afirmó, haciendo suya la opinión del expresidente Richard Nixon, que Estados Unidos no perdió militarmente la guerra de Vietnam y que la culpa de la humillante retirada la tuvieron el Congreso y una Prensa mal informada.

Los errores de este tipo han sido frecuentes en la carrera política de Reagan, que en el pasado se ha. enajenado con sus comentarios las simpatías de la raza negra, los ancianos, las mujeres, los agricultores y ahora los judíos. Algunos analistas sugieren que los problemas del presidente proceden de sus años en Hollywood,que le hacen tener una visión del mundo de película americana" y una falta de sensibilidad hacia los problemas de la vida real. "Debido a su pasado en el cine", explica Paul Weyrich, dirigente de varias causas conservadoras, "el presidente se fía demasiado de la gente que le escribe los guiones, y cuando esto no lo hace alguien competente, tiene serios problemas"

Sin embargo, el público norteamericano le perdona políticamente estos errores y su desconocimiento de los detalles, y tiende a pensar que cuando Reagan dice alguna tontería, no quiso realmente decirla.

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La actual polémica comenzó realmente el pasado 21 de marzo, cuando en una conferencia de prensa el presidente anunció que no visitaría un campo de concentración en su viaje a la RFA porque no quería recordar el pasado y deseaba enfocar su viaje hacia el futuro. A cambio de no acudir a Dachau, Reagan aceptó, sin embargo, una propuesta del canciller alemán occidental, Helmut Kohl, de visitar un cementerio donde están enterrados soldados alemanes, con el objetivo de sellar la reconciliación" 40 años después del término de la II Guerra Mundial en Europa. Reagan deseaba agradar a Kohl, excluido de las ceremonias conmemorativas del desembarco aliado en Normandía el año pasado.

Los asesores presidenciales que preparaban la visita a la RFA pensaban que también había norteamericanos enterrados en Bitburg, lo que es falso, y pasaron por alto el pequeño detalle de que este campo santo junto a la frontera de Luxemburgo, alberga 50 tumbas de miembros de las SS, la guardia de elite de los nazis. Al parecer, estaban más preocupados por adquirir coches BMW a mitad de precio, una acción que provocó una investigación oficial. En vez de anular la visita a Bitburg, lugar de sde donde el III Reich lanzó en las Ardenas la última ofensiva importante de la II Guerra Mundial -que costó la vida a 20.000 norteamericanos-, la Casa Blanca prefirió la teoría de la compensación y ha incluido una visita de Reagan al campo de concentración de Bergen-Belsen.

Lo que los asesores pensaban que calmaría los ánimos no ha hecho más que enardecerlos. La comunidad judía, importante sector de la opinión pública, y el Congreso piden que el presidente anule pura y simplemente su visita a Bitburg y consideran un ultraje que se compense con otra a un campo de exterminio. Pero Reagan, apoyado por un nuevo equipo en la Casa Blanca, que estima que admitir un error es un síntoma de debilidad, ha elegido la vía más difícil argumentando que cambiar los planes supondría "un daño importante para las relaciones de EE UU con la RFA".

"Creo que no hay nada equivocado en visitar Bitburg, donde yacen jóvenes que son también víctimas del nazismo, aunque lucharan con el uniforme alemán y fueran reclutados para llevar a cabo los deseos odiosos de los nazis", afirmó el presidente el jueves en Washington. "Fueron víctimas al igual que los que murieron en los campos de concentración", añadió Reagan, que explicó que volverse ahora atrás se vería como "una cesión ante algunas críticas desfavorables".

Elle Wiesel, presidente del Consejo en Memoria del Holocausto y superviviente de dos campos de exterminio, ha pedido a Reagan que no viaje a Bitburg para evitar "dolor y vergüenza" a los norteamericanos. Asimismo, ha lamentado que el presidente se preocupe más por la sensibilidad de los alemanes que por la de sus propios compatriotas. "Su lugar no está en Bitburg, presidente, sino junto a las víctimas", afirmó ayer Wiesel.

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