Mario Camus trata la recuperación del amor en 'La vieja música', su última película
La recuperación imposible del amor de una pareja, deteriorado por el paso del tiempo, que se reencuentra tras una larga separación, es el tema central sobre el que gira La vieja música, la última película de Mario Camus, cuyo rodaje se realiza en Lugo desde hace varias semanas. Según las previsiones del director, el filme será exhibido en los festivales internacionales de Venecia, Cannes y San Sebastián.
LugoMario Camus, que afronta este nuevo trabajo con la responsabilidad de haberse convertido, gracias a La colmena y Los santos inocentes, en uno de los directores españoles de cine más premiados de los últimos tiempos, no quiere pensar ni en esta responsabilidad ni en los premios. Declara: "Yo siempre creí que Los santos inocentes iba a ser un desastre. Jamás hago una película pensando en un festival. Nunca comprendí por qué el cine tiene que ser competitivo".Mario Camus hubo de esperar 12 años para filmar La vieja música. Fue en 1973 cuando comenzó a escribir algunos pasajes de la historia íntima de una pareja de uruguayos que por el compromiso político de la mujer, que la lleva a participar en acciones terroristas, se ve obligada a vivir una larga separación, comprendiendo tras el reencuentro que pese a todos los esfuerzos la reconciliación resulta imposible. Y en esta historia de amor, en la que queda reflejada la situación política de los países latinoamericanos, desempeña un papel determinante el baloncesto.
Martín Lobo, el protagonista, que encarna el actor argentino Federico Luppi, llega a Lugo con su hija, producto del matrimonio contraído en Estados Unidos, para hacerse cargo como entrenador del equipo de baloncesto, que atraviesa por un mal momento. En realidad, no viaja sólo pendiente de cumplir su contrato con el club, sino en busca de una mujer que lo abandonó 15 años antes con la promesa formal de volver a encontrarse pronto. Pero la recuperación de la historia, como del amor, ya no es posible.
Jugador de baloncesto
Camus acariciaba desde hace años la idea de incluir el baloncesto en una de sus películas. Quizá porque fue jugador y ahora gran aficionado. Y el tiempo actuó a su favor. La inclusión de jugadores extranjeros en la Liga española ha favorecido su proyecto. Ahora puede contar con uno de los norteamericanos llegados al baloncesto español. Jimmy Wright, jugador del Breogán Caixa-Galicia de Lugo es uno de los principales protagonistas del filme. "Algo que a mí me fascina", asegura el director, "la imagen de un jugador de color de más de dos metros paseando y viviendo en una peque ha ciudad como Lugo".El hecho de que la ciudad lucense cuente con un equipo en la División de Honor del baloncesto ha motivado que la trama argumental se desarrolle en ella. Esto y el clima lluvioso y frío, en el que el guión exige que se desenvuelva la acción, que le afecta la mayor parte del año, aun cuando curiosamente en algún momento del rodaje hubo que contar con la colaboración de los bomberos municipales para que con sus mangueras simularan la lluvia que no llegaba. Aunque se habían barajado otras pequeñas capitales españolas de características similares, como Huesca y El Ferrol, Camus y sus colaboradores se decidieron por Lugo, entre otros motivos porque, según el realizador, "es una ciudad muy cinematográfica y muy poco vista".
Federico Luppi y Charo López figuran a la cabeza del reparto de la película, que con guión del propio Camus y Joaquín Jordá, supervisado por Mario Benedetti, cuenta también con la participación de Francisco Rabal, Agustín González, Assumpta Serna, Antonio Resines, la niña Eva Pearson y los jugadores del Breogán Tito Díaz y el norteamericano Jimmy Wright, entre otros. El presupuesto se aproxima a los 100 millones de pesetas y el rodaje se prolongará hasta finales de marzo.
Aunque está previsto que La vieja música participe en los festivales de cine de Venecia, Cannes y San Sebastián, Mario Camus no quiere pensar en ello. "Cuando hago una película, jamás pienso en los festivales a los que pueda concurrir, entre otras cosas porque no me gustan. Me imagino que tendrán que existir, no lo sé, e incluso reconozco que últimamente me han sido favorables, pero no entiendo por qué el cine tiene que ser competitivo. Yo lo que valoro y me gusta es ver largas colas delante de los cines".
Al realizador español le resulta difícil explicar qué lo ha llevado a decidirse esta vez por una historia de amor. "Es evidente que en las novelas que adapto y en los guiones que utilizo existen siempre los mismos componentes, con muy poca variación: la soledad, el paso del tiempo, la melancolía y la amargura. Siempre hay puntos comunes".
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