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Una mujer vive atemorizada por las agresiones y las pintadas murales de su ex esposo

Antonio Caño

María Luisa Gañán Gil, de 44 años, separada judicialmente de su marido desde hace 14 meses, vive prácticamente recluida en su domicilio, situado en el número 126 de la calle de San Bernardo, a causa de las supuestas amenazas que recibe de su ex esposo, Álvaro López Portilla. "Tengo miedo a encontrarme con él y que me mate", afirmó María Luisa Gañán.

En las paredes de la zona de Quevedo han aparecido, durante los últimos dos meses, diversas pintadas alusivas a María Luisa en las que, además de facilitar su número de teléfono, se la insulta y degrada. Su ex esposo, al que ha demandado en más de 30 ocasiones, fue condenado por el Juzgado de Distrito número 7, como autor de una de estas pintadas, a pagar una multa de 5.000 pesetas por una falta de vejaciones leves.

"La multa no ha conseguido amedrentarle", explicó María Luisa. "Ha realizado nuevas pintadas, calificándome de puta e indicando mi número de teléfono posteriormente. Además, se sitúa a diario frente al portal donde vivo y vigila todos mis movimientos".La vitalidad de Marisi, como la llaman sus amigos, se transforma en crispación cuando suena el teléfono. Además de las llamadas de su ex esposo, numerosas personas telefonean, avisadas por las pintadas, para requerir sus servicios.

Marisi, una mujer de estatura media, pelo rubio y cara afilada, se ve obligada a salir a la calle siempre acompañada porque tiene miedo. Una bala atravesó una de las ventanas de su domicilio hace escasamente un mes. La policía detuvo a López Portilla con una carabina del calibre 22 y una escopeta de perdigones.

"No ha dejado de molestarme"

Ahora siente un escalofrío cada vez que entra en el portal de su casa y se acuerda del día 7 de enero de 1984. "Nada más entrar al portal sentí que me cogían por detrás y noté los golpes. No me di cuenta de que llevaba una navaja. Sólo vi algo en una de sus manos". Marisi acabó en un hospital con 13 puntos en la cara.Tras la separación, que se produjo el mes de diciembre de 1983, "él no ha dejado de molestarme". Llamadas telefónicas, pintadas ofensivas, agresiones, insultos y amenazas llenan los días de María Luisa, que se ve obligada a recluirse en casa. "Tiene un Winchester, que la policía no encontró, y me ha amenazado de muerte".

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Cristina Alberdi, su abogada, asegura que su clienta ha puesto más de 30 denuncias por malos tratos y vejaciones contra su ex esposo, que ha sido condenado en repetidas ocasiones a pagar multas que van desde las 1.000 hasta las 7.000 pesetas.La abogada califica de "delirante" la situación en la que se encuentra María Luisa y ha notificado al fiscal general del Estado, Luis Burón, las vicisitudes judiciales a las que se ha visto sometida por la conducta de su ex esposo. "López Portilla no puede ser juzgado por un delito continuado y todas las denuncias acaban en juicios de faltas".

El fiscal general ha enviado comunicaciones a los fiscales jefes "para que sigan con la mayor diligencia las causas iniciadas por denuncias de esta naturaleza y procuren la tutela efectiva de los derechos lesionados".

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