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Los cambios en la alta jerarquía militar soviética

Los recientes cambios en la cúpula militar soviética, y más concretamente la destitución del mariscal N. V. Orgakov como jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas de la URSS y primer viceministro de Defensa, es analizada aquí por el historiador marxista disidente Roy Medvedev, residente en la URSS.

La inesperada noticia del cese del mariscal Nikolai. V. Ogarkov como jefe del Estado Mayor de, las fuerzas armadas de la URSS y primer viceministro de Defensa y el nombramiento del mariscal S. F. Ajromeyev como sucesor continúan siendo objeto de comentarios entre observadores, sovietólogos y periodistas. El interés por el destino de Ogarkov se mantiene hoy, y todas las agencias de Prensa han comentado el reciente: encuentro entre el mariscal Ogarkov y el dirigente de la República Democrática Alemana (RDA), E. Honecker, y un grupo de generales alemanes orientales y soviéticos en Berlín.Después de la guerra se han producido ocho relevos al fuente de la jefatura del Estado Mayor de nuestro país. El cargo ha sido ocupado consecutivamente por los mariscales A. Vasilevski, A. Antonov, S. Shtemenko, V. Sokolojski, M. Zajarov, S. Biritizov, V. Kitilikov y N. Ogarkov desde 1977. ¿Por qué los actuales relevos atraen hacia sí una atención tan significativa?

En primer lugar, se trata del relevo más significativo en la cúpide soviética desde la muerte de Andropov. A los 15 meses de permanencia de Andropov en el poder, que fueron acompañados de numerosos cambios en la administración del partido y del Estado, sucedió, en febrero de 1984, un período más tranquilo de estabilidad en la dirección.

En segundo lugar, se, trata del cambio más destacado en la jefatura militar de la URSS después de la muerte del mariscal A. Grechko y del nombramiento como ministro de Defensa, en 1976, de D. F. Ustinov, quien ocupaba el puesto de secretar¡(:) del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en el período compredido entre 1965 y 1976.

Por otra parte, N. Ogarkov atrajo la atención hacia sí en septiembre del año pasado, cuando intervino en la conferencia de prensa sobre el trágico incidente del avión surcoreano. Los comentarios a la versión soviética expuesta por Ogarkov fueron variados. Sin embargo, muchos corresponsales me señalaban. de fama no oficial que Ogarkov les había causado una gran impresión.

Las fuerzas armadas de la URSS son una organización centralizada, con una disciplina fuerte y estricta. No en vano el Ejército es designado como una "máquina de guerra". Con todo, el papel primordial en el trabajo de esta máquina corre a cargo de las personas, con todos sus defectos y virtudes. Por eso, no resulta asombroso que en la jerarquía militar siempre hayan existido discrepancias, a veces significativas y a veces no.

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El Ejército y la política

En nuestro país, el Ejército no está al margen de la política, y la diversidad de opiniones en el seno del partido siempre se reflejó en el comportamiento y en los puntos de vista de los jefes militares. En los años veinte, no pocos militares estuvieron de acuerdo con la oposición de izquierda encabezada por Trotski y Zinoviev. En 1920 y 1930, algunos de los altos cargos militares simpatizaban con las propuestas de los líderes de la oposición de derechas. Estos militares temían que unas medidas demasiado severas en el campo pudieran debilitar la capacidad, militar de la juventud campesina. Estas discrepancias en el Ejército fueron una de las causas de aquella terrorífica purga entre los cuadros militares realizada entre 1936 y 1938 por Stalin y los órganos del Comisariado Nacional de Asuntos Interiores (NKVD). No obstante, no todos los nuevos jefes militares de los años cuarenta y cincuenta apoyaron el desenmascaramiento de los crímenes estalinistas en el 209 y el 22º congresos del PCUS. Las voces a favor de la rehabilitación de Stalin sonaron con mayor intensidad en el medio militar, durante la década de los sesenta y los setenta. Estas voces no se han acallado hasta ahora.

Las discrepancias surgían en la cúspide en relación a otros problemas de la organización militar. En 1918 y 1919 tuvieron lugar agitadas discusiones sobre la central¡zación y la disciplina en el Ejército y sobre la integración en éste de decenas de miles de oficiales "especialistas militares" del viejo Ejército zarista. Más tarde, las discusiones se centraron en el papel de los comisarios políticos y del mando único en el Ejército. Después de la guerra no existía unanimidad sobre los bombarderos de largo alcance, los destructores, los portaviones y los dirigentes modos de utilización del arma atómica.

En una serie de problemas de la organización militar, no existe una opinión única hasta ahora. No pocas divergencias entre altos oficiales han surgido por motivos personales, debido a diversas valoraciones en relación a diferentes frentes y cuerpos en las acciones bélicas, o bien por la vanidad o la rudeza de determinados mariscales y generales, así como por el ocasional abuso de autoridad por parte de algunos jefes militares. Es conocido que Stalin alentaba a veces los enfrentamientos entre los altos mandos para afirmar así su autoridad como generalísimo.

En tiempos de Jruschov, surgieron diferencias entre los militares y también entre ellos y los dirigentes políticos. Con objeto de fortalecer el control del partido en el Ejército en el año 1967, después de la muerte del mariscal Malinovski, se había propuesto nombrar como ministro de Defensa a D. Ustinov, gran organizador de la industria de defensa, quien, en 1944, había recibido el grado de general-coronel. Pero este nombramiento sólo tuvo lugar en 1976, tras la muerte del mariscal Greshko.

Ustinov confió en Ogarkov

El nombramiento de Ogarkov como jefe del Estado Mayor evidenciaba la plena confianza que le profesaban Breznev y Ustinov. Era evidente que, con un ministro de Defensa como Ustinov, el papel del Estado Mayor en la resolución de cuestiones estrictamente militares tenía que aumentar. El jefe del Estado Mayor se convertía así en el militar profesional número uno, aún cuando Ustinov, por supuesto, se desenvolvía y se desenvuelve estupendamente en todas las principales cuestiones militares, y en ningún momento se ha mostrado dispuesto a delegar las decisiones.

Entre los mandos militares se encuentran personas de diferente carácter, comportamiento e intelecto. No hace mucho, la revista Novy Mir concluyó la publicación de un relato documental de V. Karpov que, bajo el título El jefe militar, refleja el atractivo carácter del general I. E. Petrov, uno de los mandos militares de más talento de la segunda guerra mundial. El ambiente militar no impide la aparición de defectos personales, como la grosería y el nepotismo. Ogarkov nunca fue considerado un militar de mente cuadrada. Es opinión generalizada que se trata de un hombre de elevada cultura general y militar, dotado además de brillantes capacidades. Entre los oficiales del Ejército gozaba de gran autoridad y en ocasiones se le comparaba con M. N. Tujachevsk¡ por su amor a la técnica militar y sus amplias capacidades.

Muchas iniciativas importantes en las fuerzas armadas de la URSS están relacionadas con la persona de Ogarkov. Éste estuvo lejos de tener una relación de comprensión mutua total con los generales y mariscales, a pesar de lo que escribió de él el general P. G. Grigorenko, ahora disidente, con residencia en EE UU. "Entre nosotros", señalaba, "siempre hubo una total comprensión mutua".

Tanto Ustinov como el colegio del Ministerio de la Defensa y el Consejo Superior de Defensa se vieron en situación de tener que solucionar estos conflictos. No soy experto y no puedo juzgar qué es mejor para nuestro Ejército: si poseer tres tipos de cuerpos independientes -aviación, marina y fuerzas estratégicas- o separar como independiente un cuerpo de defensa antiaérea y una fuerza de mis¡les estratégicos, contra lo cual estaba Ogarkov.

Hablando de Ogarkov, sería erróneo crear la imagen de un jefe militar de talento que entró en conflicto con los mariscales y generales más conservadores y con una dirección del partido burocrática e incompetente. Algunos militares, cuya formación y competencia están fuera de dudas, opinaban que Ogarkov era un sabio diplomático y orador que no siempre era capaz de demostrar su razón en círculos exclusivamente militares. El grupo de los generales soviéticos no carece de personas con talento y excelente formación. Existen aquí algunos grupos influyentes que no tenían en gran estima la autoridad de Ogarkov. Algunas de las cuestiones más polémicas se reso vian en as tas es eras en contra de Ogarkov.

En 1983, Andropov tenía suficientes motivos para estar descontento con los mandos militares. El dirigente no podía estar satisfecho de la situación en Afganistán y estaba seriamente enojado por el trágico incidente del avión surcoreano. Para muchos expertos occidentales, la trayectoria del avión surcoreano sobre regiones soviéticas donde hay bases secretas no se debe a un fallo técnico casual.

Pero independientemente del punto de vista que uno adopte sobre este asunto, es necesario reconocer que la defensa antiaérea del Extremo Oriente actuó mal. Si se trataba de una operación de espionaje, todo lo que se quería espiar fue espiado. Si se trataba de una provocación, se cayó en ella. Ni lo uno ni lo otro correspondía a los intereses de la URSS. En el oscuro cielo de Kanichaka, los cazas soviéticos no pudieron siquiera acercarse al avión transgresor y determinar su filiación, ni tampoco pudieron perseguirlo sobre el mar de Ojotsk. Si uno de los pilotos, cuya conversación con los servicios terrestres fue grabada por los norteamericanos, comprendió que no se trataba de un avión militar espía, esto sucedió en los últimos minutos de la persecución, cuando ya ni el piloto ni el punto de mando en tierra podían pedir nuevas instrucciones y cambiar la orden. El resultado -ocurrido precisamente cuando se resolvía el tema del presupuesto militar norteafricano y del emplazamiento de los euromisiles norteamericanos- fue una tragedia sobre el mar de Japón que destruía las iniciativas pacificadoras de Andropov.

En los comentarios sobre la conferencia de Prensa del 9 de septiembre de 1983, que corrió a cargo de Ogarkov, se podía leer que el encuentro del mariscal con los medios de comunicación era una prueba del fortalecimiento de la influencia de los militares en el Kremlin. Pero esto no era así. De hecho, el mariscal tuvo que justificarse y dar unas explicaciones que nunca dieron los mandos militares en casos similares. "Ustedes tomaron la decisión, den pues ahora explicaciones".

En los dos últimos años, las relaciones entre Ogarkov y el mariscal Ustinov no fueron mejores, y a mí no me cabe ninguna duda de que el cambio en la jefatura del Alto Estado Mayor fue una iniciativa de Ustinov. No es casual la designación de S. F. Ajromeyev. Se trata de un mariscal relativamente joven (nació en 1923), que goza de autoridad entre los militares. Ajromeev fue durante muchos años el principal adjunto de Ogarkov, y hace sólo poco tiempo que fue nombrado mariscal y pasó a formar parte del comité central del partido. La llegada a lajefatura del Ejército de personas como Ajromeyev significa posiblemente la aparición de jefes militares más jóvenes y competentes y menos ambiciosos en lo político.

es un historiador soviético y biógrafo de Nikita Jruschov.

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