La larga ausencia de la 'banquera del pueblo'
El semanario Tal e Qual, de Lisboa, que reveló hace más de un año al público portugués, y luego al internacional, la existencia de un personaje capaz de reeditar con billetes de banco el milagro evangélico de la multiplicación de los panes, anuncia esta semana el comienzo del fin de doña Branca.En una carta publicada por otro de Lisboa, O Jornal, Branca Dos Santos admite públicamente que no cumplirá el compromiso asumido a finales de julio, cuando se fue de vacaciones sin pagar los intereses de agosto a los muchos mutualistas que confiaron sus ahorros a la banquera del pueblo. Las cuatro oficinas conocidas de doña Branca en Lisboa no abrirán el 3 de septiembre, como anuncian aún los letreros colocados en las puertas, sino el día 17. Branca Dos Santos pide dos semanas de plazo para poner orden en sus negocios y contra ataca denunciando la campaña difamatoria de que ha sido objeto por parte de las autoridades y de la Prensa como causa de sus problemas.
Fuga de depósitos
Revelando una habilidad política y un dominio de las reglas del sistema fiduciario poco corrientes en una señora de 73 años, casi analfabeta y sin experiencia conocida en el mundo de los negocios, doña Branca recuerda que los bancos estatales portugueses también serían incapaces de hacer frente a una fuga de depósitos si alguien provocaba deliberadamente una quiebra de confianza en la solvencia del sistema bancario.A finales de julio, el cierre de las oficinas de la banquera coincidió con el juicio, en el norte de Portugal, de cuatro atracadores, que revelaron haber vendido parte del oro robado a un conocido colaborador de doña Branca en la región, en cuyo domicilio fue encontrado parte del botín del robo y talones bancarios firmados por ella. Más tarde, la policía portuguesa revelaba que tres maleantes extranjeros detenidos, entre los cuales había dos españoles, eran portadores de recibos de la banquera, a quien habrían confiado el producto de sus actividades delictivas.
Muchos de los clientes trataron entonces de recuperar sus capitales, presentando al Banco Portugués del Atlántico los talones recibidos a cambio de sus depósitos en dinero. Los primeros cheques devueltos por falta de provisión aumentaron el efecto de bola de nieve de la desconfianza y proporcionaron a las autoridades los medios que les faltaban hasta la fecha para apretar el cerco: una primera lista de clientes que permite una investigación por actividad bancaria prohibida en Portugal y las bases para procesar a Branca Dos Santos por "emisión de cheques sin provisión".
Este último hecho, confirmado por el Banco de Portugal, es particularmente grave para el futuro inmediato de la organización: al abrigo de la nueva legislación, que agrava las sanciones para los que negocian cheques sin fondos, el banco central puede, por simple medida administrativa, prohibir a las demás instituciones la entrega de talonarios al infractor y congelar el levantamiento de los talones en circulación para controlar, uno por uno, todos los movimientos de fondos de las cuentas a nombre del mismo individuo.
Los más lúcidos amigos de doña Branca decidieron unirse para hacer frente al peligro y, sobre todo presionar al Gobierno. La asociación creada oficialmente por un abogado y un técnico de cuentas de Lisboa agrupa ya a 1.500 miembros, y da una primera noción de la envergadura de la trama.
Organización clandestina
Entre tanto, otros rumores preocupantes son puestos en circulación: la existencia de tremendos agujeros en la organización es revelada por ex colaboradores de la vieja señora, visiblemente preocupados de salvar las propias cabezas; el estribillo de estos arrepentidos es que todo empezó muy bien, muy honestamente, pero que la pobre doña Branca, vieja y enferma, ya no tiene el discernimiento necesario para defenderse de estafadores y auténticos delincuentes, que captaron su confianza y roban a la banquera y a sus clientes. Habrían sido detectados recibos falsos, que obligaron a los primeros intentos de control más efectivo de los títulos pasados realmente por doña Branca, y una noticia no confirmada oficialmente indica que la propia banquera demandó judicialmente a uno de sus clientes, al que acusa de haber distraído 600 millones de pesetas destinados a pagar intereses vencidos.En vísperas del previsible derrumbamiento de todo el sistema, el Gobierno de Lisboa quiere hurtarse a cualquier responsabilidad en relación a presuntas futuras víctimas: aquellos que confiaron en la organización clandestina son solemne y públicamente avisados de que su dinero está en peligro, pero al mismo tiempo son acusados de haber intentado obtener intereses usurarios, circunstancia que les retira el derecho a quejarse, ya que el delito de usura es castigado por la legislación portuguesa.
Consciente de la magnitud del problema, de sus implicaciones financieras, políticas y sociales y de la simpatía popular que rodea a la vieja a señora, las autoridades no se han atrevido a atacar el problema frontalmente, optando por provocar la destrucción de la organización por el mecanismo en que se basaba su éxito: la confianza personal conquistada y ahora perdida por Branca Dos Santos.
El misterio acerca de las verdaderas actividades de doña Branca permanece entero, y nadie ha dado hasta ahora explicaciones convincentes para el origen de los lucros que permitieron pagar dividendos de un 230% anual.
La burla del siglo
Una interesante tesis, desarrollada por dos economistas en el Diario de Lisboa, atribuye el funcionamiento del sistema a la progresión constante de los depósitos a un ritmo superior al interés mensual (10%): con un aumento de los depósitos del 20% al mes, Branca Dos Santos podría pagar fácilmente los intereses del 10% y acumular capitales calculados en cerca de 28.000 millones de pesetas en cinco años. Según esta versión, y para que el sistema se mantenga indefinidamente, sería también necesario mantener la progresión del 10% anual, obviamente, imposible. Desde el momento en que la progresión es inferior a este ritmo, el dinero empieza a salir de los cofres de doña Branca, y, si se produce, como parece ser el caso, una retirada de dinero por parte de los depositantes, el plazo para la bancarrota depende exclusivamente del ritmo de los abonos.Además de las ligazones ya descubiertas con el medio de la delincuencia, se habla ahora de la cuenta abierta en Badajoz, en el Banco de Vizcaya, y que totalizaría cerca de 1,5 millones de dólares. Si se confirma que las autoridades portuguesas pidieron la colaboración de las españolas acerca de estos movimientos de divisas, podría estar a la vista otra punta del iceberg , el que liga a doña Branca a la economía paralela, contrabando, evasión de capitales, fraude fiscal y otros negocios aún más sucios, como tráfico de armas y drogas, y que puede ser totalmente ignorado por la banquera del pueblo.
Pero los signos precursores de la salida de escena del personaje principal se multiplican: el fin puede ser patético para esta solterona septuagenaria, que desempeña con una obstinación que, resulta convincente su papel de bienhechora de los pobres y desamparados. Los problemas de salud de doña Branca parecen verdaderos y es posible que escape, con la muerte, al enfrentamiento de sus verdaderas responsabilidades en lo que se considera ya como la burla del siglo en Portugal. Según algunas evaluaciones, la cantidad de dinero que pasó por las manos de doña Branca en los años de comprobada actividad de la banquera del pueblo es sencillamente astronómica: 2.184.000 millones de escudos (aproximadamente dos billones de pesetas) en tres años, y doña Branca afirma que recibe préstamos desde hace más de 20 años.
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