Una base clave para controlar la flota soviética del Norte
ENVIADO ESPECIALIslandia jugó un papel clave durante la segunda guerra mundial como punto de aprovisionamiento de los convoyés aliados que transportaban suministros y material bélico a la Unión Soviética en cumplimiento de la ley de préstamos y arriendos decretada por Franklin Delano Roosevelt, Desde Reikiavik, los barcos que sobrevivían a los ataques, de lossubmarinos alemanes tras su travesía del Atlántico norte se dirigían a descargar a Murmansk.
El papel estratégico actual de Islandia cobra una importancia todavía más decisiva si se considera el hecho de que sólo una de las cuatro flotas en que está dividida la Armada soviética, precisamente la del Norte, con base en Murmansk, tiene salida directaa los mares abiertos. Las otras tres están taponadas. La del Pacífico, con base en Vladivostok, está rodeada por Japón y Corea; la del Báltico tiene que atravesar los estrechos de Kattegat y Skagerrak para salir al Atlántico, y la del mar Negro tiene que cruzar los Dardanelos para llegar al Mediterráneo. Con estas premisas geográficas, se comprende fácilmente que el 65% de la fuerza submarina soviética, equipada con proyectiles nucleares de alcance medio y largo esté asignada a la flota del Norte.
Islandia es uno de los países signatarios del Tratado de Washington, o carta fundacional de la OTAN. Para Islandia, un país sin fuerzas armadas, la entrada en la OTAN supuso una decisión revolucionaria que llevaba aparejado el abandono de la política de neutralidad permanente adoptada desde su independencia en 1918. Tres fueron los factores que determinaron esta decisión: a) la convicción de que la distancia geográfica no constituía ya una garantía para la seguridad del país debido al desarrollo de las técnicas militares; b) una toma de conciencia de la importancía estratégica de Islandia en un orden mas ininternacional cada vez más incierto, y c) la decisión de Noruega y Dinamarca de adherirse a la Alianza Atlántica.
Reikiavik puso como condición, para su entrada en la OTAN que no se establecieran tropas extranjeras en el país, un eco de su tradición neutralista. Vano empeño. Las tropas norteamericanas, que habían abandonado Islandia en 1946 al término de la segunda guerra mundial, volvían a establecerse en el país nórdico en 1951 a raíz de un tratado de defensa suscrito entre Estados Unidos e Islandia y que estuvo condicionado por el deterioro de la situación mundial y la guerra de Corea.
El tratado contiene una cláusula original. A cambio de la utilización de la base aeronaval de Keflavik, el contingente militar norteamericano desplazado en Islandia se convierte prácticamente en las fuerzas armadas islandesas o Icedefor (Iceland Defense Force).
¿No supone esta situación una dejación de soberanía? El ministro de Asuntos Exteriores, Geir HalIgrisson, del Partido de la Independencia (conservador), responde: "Evidentemente, tener un ejército extranjero en nuestro suelo y estar defendidos por él no es una situación ideal. Pero los norteamericanos están aquí para garantizar nuestra forma democrática de vida y en virtud de un acuerdo libremente decidido por nosotros en 1951. Estados Unidos nunca ha violado el acuerdo y es el Gobierno islandés el que tiene la última palabra sobre lo que los americanos hacen aquí".
La presencia norteamericana en Keflavik constituye una de las principales causas de fricción en la vida política islandesa. El tratado de defensa de 1951 preveía que las tropas norteamericanas abandonarían la isla "cuando la situación internacional lo hiciese aconsejable". El Gobierno de Reikiavik pidió la retirada de las tropas estadounidenses en dos ocasiones, 1956 y 1971. En el primero de los casos, la petición fue retirada como consecuencia de la crisis de Suez, primero, y de la invasión soviética de Húngría, después. En 1971, los islandeses aprobaron én referéndum la continuación de la presencia de los norteamericanos.
OTAN, si; base, no
Es curioso observar que mientras la inmensa mayoría de la población es partidaria de la Alianzá Atlántica, sólo poco más de la mitad se pronuncia a favor de la base estadounidense.
Svavar Gestsson, presidente de la Alianza del Pueblo (socialistas de izquierda), partido que postula la salida de la OTAN y la suspensión del acuerdo con Estados Unidos, reconoce que "hay que contar con la opinión de la mayoría". "La gente", añade, "no se acostumbra a las tropas extranjeras, pero se ha acostumbrado a que Islandia pertenezca a la Alianza Atlántica".
Keflavik, situada a 52 kilómetros de la capital, Reikiavik, tiene asignado un papel fundamental en la estrategia de la OTAN: la vigilancia del tráfico soviético aéreo y marítimo por el Atlántico norte hacia América, incluido el tránsito de mercantes hacia Cuba. La base, enmarcada en un paisaje verdaderamente lunar que recuerda el desierto de lava de Lanzarote, no tiene a primera vista una actividad militar febril, entre otras razones porque aloja en sus instalaciones el aeropuerto internacional de Islandia (Reikiavik está reservado sólo para vuelos internos). El personal militar americano, según explica la capitán de corbeta Dorothy Schmidt, asciende en la actualidad a 3.100 personas, a las que hay que añadir 2.000 cónyuges e hijos.
La defensa aérea está encomendada a 13 caza-interceptores Phantom F-4e, que pronto serán sustituidos por 18 cazabombarderos F-15. El número de interceptaciones de aviones militares soviéticos realizados durante el pasado año ascendió a 150, según informa Gunnar Gunnarsson, secretario de la Comisión, Islandesa de Seguridad, una organización dependiente del primer ministro en la que están representados los partidos del arco parlamentario.
En cuanto a la vigilancia submarina, está encomendada a nueve aviones Orion y a dos AWACS, uno de los cuales está siempre en el aire. El dispositivo militar se completa con dos estaciones de radar, una en la propia base y otra al norte de la isla, así como un complejo de comunicaciones que facilita cobertura a las unidades navales norteamericanas en el Atlántico norte y en el mar de Noruega.
Estos hechos preocupan al líder de la oposición Svavar Gestsson, para quien el ministro de Asuntos Exteriores "realiza una política más proamericana que la propia Administración Reagan".
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