Alfonsín conoció ayer a sus antepasados gallegos en la aldea de Casaldernos
"Ustedes no lo sabían, pero hace tiempo nos conocemos". En Casaldernos, la aldea de los antepasados de Raúl Alfonsín, se rompieron todas las cadenas protocolarias, desde que el helicóptero presidencial aterrizó ayer en un prado cercano a la casa natal, sobrecogiendo a las palomas y doblegando al cañaveral. El abrazo del presidente argentino a sus familiares, ante la humilde casa de los orígenes, tuvo por testigos a cientos de campesinos de la comarca del Salnés, que dejaron los huertos y sembrados por una tarde para saludar al nieto de Serafín, que llegó a presidente de Argentina, donde muchos de ellos tienen parientes. Hoy, Alfonsín regresa a Buenos Aires, concluyendo su primer viaje oficial al extranjero.
El primer abrazo fue para Ramona, que le esperaba a la sombra de la parra centenaria, vestida de luto, y con las manos surcadas de años y trabajo. Luego Amelia y María Dolores, hija y nieta de Ramona. Entre la emoción y el agobio de la multitud, pudieron al fin conversar en la intimidad y recuperar memorias perdidas, al fresco del pequeño comedor probando las viandas y el vino de la tierra.Alguien de la comitiva llevó a la casa, entre otros obsequios, un árbol de ultramar que ha de crecer como símbolo en Casaldernos. "A los de allá", dijo el presidente abriendo los brazos hacia el horizonte, les llevaré todo ésto que he visto, para que ellos los que no pudieron volver, se sientan reconfortados al saber que se está realizando la tarea que ellos quisieran hacer".
El calor del reencuentro desbordó todas las estrecheces del programa. Raúl Alfonsín, relajado a pesar del sol de estío, quiso alargar la tarde sin atarse a protocolos -ni horarios y paseó hasta la casa de otros parientes más lejanos. Antes había hablado apoyándose en la balaustradyde granito de la casa natal. "Pueden estar orgullosos", dijo el presidente, "de los gallegos de allá, han llevado su trabajo, su honradez y generosidad, han dejado allí para siempre la huella de la hidalguía y el señorío gallegos".
Una sencilla fotocopia
Junto con los tratados y los documentos de las altas cuestiones de Estado, Raúl Alfonsín lleva en su equipaje de regreso una sencilla fotocopia encuadernada en cuero. "A 16 días del mes de octubre del año de 1857, yo, don Carlos Lois, cura párroco, bauticé solemnemente y puse los santos óleos a un niño que había nacido en el día 16 de dicho mes, a la una de la tarde, hijo legítimo del matrimonio de José Alfonsín y María Feijoo, vecinos de esta parroquia y lugar de Casaldernos. Púsele de nombre Serafín". Dositeo Baliñas, el actual párroco, tuvo el detalle de adjuntar una fotografia de la antigua pila bautismal.Entre aplausos, el presidente acabó yendo a última hora de la tarde al campo de fútbol de Ribadurnia, donde firmó en el libro de oro y le hicieron entrega de una plaza con el mapa del municipio y el nombre de Casaldernos grabado en oro. De oro fue este broche final de la visita a Galicia del presidente Argentina que empezó siendo una escapada familiar, a la búsqueda de las raíces, y acabó como una gira de dimensión popular. Escaparates y muros del campo y de las ciudades aparecieron con carteles y leyendas de bienvenida.
Muchos de los que faltan compartieron con Alfonsín los anhelos democráticos. Y en Lalín, ayer por la mañana, Raúl Alfonsín vivió su acto más multitudinario en la visita a España. Allí se encontró que por suelo había una alfombra de pétalos de hortensia, hecha pacientemente, durante la noche, por las mujeres.
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