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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tipos de interés, deuda y recuperación

LA RECIENTE subida de los tipos de interés en Estados Unidos, que ha colocado el interés preferencial norteamericano (prime rate) a su nivel más alto desde el verano de 1982, ha vuelto a reavivar los temores de que una escalada en el coste del dinero en la otra parte del Atlántico ponga en peligro la recuperación en curso de la economía europea. Los ministros de finanzas de los 24 países que componen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que se han reunido estos días pasados en su sede parisiense durante la asamblea anual, han podido constatar las negras nubes que para la ansiada salida de la crisis económica de los últimos años representan estos vaivenes aleatorios y no siempre justificados de las tasas de interés bancario.Europeos y norteamericanos, en la reunión de París, se han mostrado en profundo desacuerdo sobre las razones técnicas que explican estos peligrosos cambios del coste del dinero. Para los europeos, las ingentes necesidades de financiación del multibillonario déficit presupuestario norteamericano y la política de avestruz que sigue la Administración Reagan en relación a su control son la causa directa de este casi suicida incremento de los tipos. Para los norteamericanos, la subida de las tasas bancarias es una mera consecuencia coyuntural de la sorprendente recuperación de su economía y responae a la necesidad de controlar las renovadas tensiones inflacionistas que la misma puede producir.

Lo verdaderamente temible del incremento de los tipos de interés en Estados Unidos es el efecto que inevitablemente tendrá sobre los países más vulnerables a este tipo de decisiones foráneas. El ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, ha señalado en París que la subida de los tipos de interés en Estados Unidos reducirá las expectativas deque se produzca un incremento de la inversión neta en los países europeos de medio desarroilo, como España, aumento que se considera fundamental para salir del estancamiento económico experimentado en los últimos años y una vez que la economía se haya visto librada de sus desequilibrios internos y externos.

Mucho más grave aún, por sus repercusiones sobre la estabilidad a medio plazo del sistema financiero mundial, es el impacto que los aumentos de las tasas de interés están teniendo en las economías de las naciones endeudadas del Tercer Mundo. Con una deuda global que superará los 710.000 millones de dólares a finales de este año, el medio punto de subida del prime rate decidido la semana pasada por la banca norteamericana impondrá un coste adicional de 3.000 millones de dólares en los servicios de la deuda durante este año. Sólo México, el segundo país más endeudado del mundo, tendrá que pagar este año unos 900 millones de dólares adicionales como consecuencia de los tres incrementos de medio punto que ha experimentado el preferencial norteamericano en los últimos tres primeros trimestres.

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El ministro de Asuntos Exteriores de Argentina, Dante Caputo, ofrece una expresión muy gráfica de lo que está suponiendo la deuda exterior para el futuro de los países en desarrollo. Según Caputo, cada vez que se suben los tipos de interés en Nueva York, los ciudadanos argentinos tienen que sumar varios días más a esas míticas 170 jornadas de 24 horas cada una que deben trabajar continuamente para abonar una deuda concertada entre un régimen militar y unos bancos que no actuaron todo lo responsablemente que cabía esperar de ellos cuando concedieron sus créditos.

Precisamente es la banca norteamericana la que está pagando, en última instancia, las consecuencias de esa política injustificada de fácil concesión de préstamos. La experiencia que ofrece estos días el Continental Illinois Bank, la entidad de crédito que ocupa el puesto número 9 en el ranking bancario norteamericano, ilustra perfectamente hasta qué punto pueden ser graves las consecuencias de la deuda del Tercer Mundo. El Continental acaba de ser prácticamente intervenido por las autoridades bancarias estadounidenses como consecuencia, fundamentalmente, de la continua acumulación de fallidos en sus operaciones de crédito en América Latina. En menos de 48 horas, el Federal Reserve Bank y un consorcio de bancos privados ha inyectado la friolera de 7.600 millones de dólares (1,17 billones de pesetas, más de lo que ha costado la crisis bancaria española) para evitar pura y simplemente su quiebra.

El caso del Continental Illinois Bank puede que no sea el único si no se instrumentan pronto remedios a largo plazo para el problema de la deuda del Tercer Mundo y no se evitan, simultáneamente, repeticiones sucesivas en los incrementos de los tipos de interés. Aunque parece existir un consenso de que tampoco es una solución buena, como regla general, colocar un techo artifical en los tipos de interés bancarios que pagan los países en .desarrollo por los préstamos recibidos, ya quese rechazatía el principio base del sistema financiero actual, sí es cierto que algún tipo de remedio de muy parecidas características tendrá que instrumentarse tarde o temprano.

Los esfuerzos que están realizando el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entre otras agencias de cooperación mundial, están siendo muy positivos, pero quizá tengan razón los que dicen que son insuficientes y sobre todo muy duros de soportar socialmente para hacer frente al problema de las proporciones que ya existen. La cumbre económica de las naciones industrializadas que tendrá lugar los próximos días 7 y 8 de junio en Londres tendrá que considerar necesariamente esta cuestión si no se quiere desencadenar una serie de acontecimientos que, como la crisis del Continental o la semiinsolvencia de Argentina, recuerdan mucho a la perniciosa crisis financiera de los años treinta.

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