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Los partidos y la Prensa de Grecia ven la independencia turcochipriota como un tema más de la política nacional

Antonio Caño

Grecia afronta la crisis producida por la declaración unilateral de independencia de la República Turca de Chipre del Norte con la misma decisión que si se tratase de un ataque a su integridad territorial. El conflicto en la isla de Chipre es contemplado, tanto por la Prensa como por los partidos políticos griegos, como un tema más de política nacional, aunque la versión oficial sea que se trata exclusivamente de un problema entre dos comunidades enfrentadas.

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Dos manifestaciones para dos sentimientos

La importancia que los acontecimientos de Chipre han tenido en este país se deben a dos razones fundamentales. En primer lugar, que esta isla está considerada como zona de influencia griega en el Mediterráneo, y segundo, que en ella los griegos han visto unidos los tres ejes sobre los que se orienta toda su política exterior: Turquía, Estados Unidos y, por extensión, la OTAN.El Gobierno socialista está, sin embargo, satisfecho de los pasos dados hasta ahora, aunque necesitará dar alguna satisfacción más a una opinión pública que se siente marginada por Estados Unidos respecto a Turquía.

Un arma política

Con el arma política de la reciente resolución sobre Chipre del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (con carácter de obligatorio cumplimiento) en la mano, el primer ministro griego, Andreas Papandreu, está obligado ahora a impedir la consolidación de un Estado turco en Chipre.Entre los métodos previstos para alcanzar ese objetivo, el Gobierno ha amenazado ya con solicitar el bloqueo económico internacional contra la nueva república y, desde luego, ha garantizado que se opondrá al desbloqueo de los fondos del Mercado Común para los turcochipriotas.

Para la población griega la división de Chipre es en gran parte responsabilidad norteamericana, y así quedó claro el pasado día 17 en una manifestación conmemorativa de los sucesos de 1974 en el Politécnico de Atenas, cuando varios estudiantes resultaron. muertos al enfrentarse con la policía en el final de la cuesta abajo de la dictadura de los coroneles.

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Esa manifestación se convirtió en un acto de protesta contra Turquía y Estados Unidos por la creación de la república turco-chipriota.

Atenas se lanzó inmediatamente después de la proclamación del nuevo Estado, el pasado día 15, a una ofensiva diplomática, en la que ha cosechado éxitos indiscutibles, y no parece ahora dispuesta a ceder a las pretensiones del líder turco-chipriota, Rauf Denktash, de celebrar una cumbre con el presidente chipriota reconocido, Spyros Kyprianu.

Aunque Kyprianu y Papandreu han estado recientemente enfrentados por el apoyo que el Partido Comunista de Chipre (prosoviético) presta al Gobierno de Nicosia, Papandreu se ha esforzado posteriormente por mantener buenas relaciones con las autoridades chipriotas, y es incluso el único primer ministro griego que ha visitado la isla.

Las autoridades griegas no son partidarias de esa reunión porque consideran que equivaldría a un reconocimiento de hecho de la república turcochipriota.

Las tres etapas que, en primer lugar, se marcó el Gobierno de Atenas están ya conseguidas: la condena del Consejo de Seguridad (que no ha podido ser más clara), las críticas de Estados Unidos contra la creación de la República Turca de Chipre del Norte y el no reconocimiento internacional del nuevo Estado.

La satisfacción griega por la resolución de la ONU no ha podido ser mayor. También ha sido agradablemente recibida la postura de Estados Unidos y de los países europeos. No ocurre igual, sin embargo, con la Alianza Atlántica. Aunque no ha sido oficial, fuentes seguras afirman que las autoridades griegas no han querido ocultar en privado el malestar producido por la negativa del secretario general de la OTAN, Josef Luns, a pronunciarse sobre el tema chipriota.

Saldo favorable para Atenas

En los ámbitos en los que los griegos encontraban más dificultades para salir airosos, los países no alineados, árabes y socialistas, el saldo es finalmente favorable para Atenas, puesto que todos han condenado la declaración de la nueva república o, al menos, no la han reconocido.El único caso que preocupó realmente a Atenas fue el de Bangladesh, cuyo embajador en la capital turca anunció la pasada semana que su Gobierno reconocía al Estado de Rauf Denktash.

Posteriormente, el representante de ese mismo país en Atenas desmintió la noticia dada por su compatriota, no sin que antes Grecia anunciase la ruptura de relaciones diplomáticas con Bangladesh si no rectificaba su actitud respecto a Chipre.

El pasado sábado, el Gobiemo griego hizo pública una nota en la que advertía que rompería relaciones diplomáticas con todos los países que reconociesen a la nueva república.

La amenaza no se cumplió en el caso de Turquía, que sigue siendo el único Gobiemo que admite la legitimidad de su Estado aliado en Chipre.

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