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La seguridad española desbarató un intento de sabotaje argentino contra Gibraltar en plena guerra de las Malvinas

Soledad Gallego-Díaz

Un comando argentino intentó, en plena guerra de las Malvinas, introducirse en la base británica de Gibraltar y sabotear instalaciones militares de la Royal Navy, pero la operación fue desbaratada por fuerzas de seguridad españolas que detuvieron a los cuatro miembros del comando en la localidad gaditana de San Roque y los deportaron inmediatamente a Buenos Aires. El incidente, que podía haber ocurrido el mes de mayo de 1982, fue revelado ayer por el periódico Sunday Times y no ha podido ser confirmado en ninguna fuente oficial británica.El Sunday Times asegura también que entre el material bélico almacenado en las instalaciones del Almirantazgo en el Peñón figuran misiles navales con cabeza nuclear. La existencia o no de armas nucleares en Gibraltar no ha sido nunca ni desmentida ni admitida por las autoridades británicas. "No comentamos informaciones relacionadas con armamento nuclear", volvió a insistir ayer el portavoz del Ministerio de Defensa.

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Según el periódico británico, la información ha sido contrastada en fuentes de los servicios de inteligencia del Reino Unido sin especificar y con un oficial de alta graduación militar destinado en otra colonia británica, según el cual la abortada operación de sabotaje dio lugar a medidas extraordinarias de seguridad en todas las instalaciones militares de Gran Bretaña en el extranjero, incluidos Hong Kong y Chipre.

Según el relato publicado ayer, el incidente se inició, en los primeros días del mes de mayo del año pasado, con la llegada al aeropuerto de Madrid-Barajas, en un vuelo de Aerolíneas Argentinas, de cuatro hombres, cuyos nombres no se facilitan, que estaban entrenados en técnicas de comando. Los argentinos se proveyeron en España de equipos de inmersión, explosivos y armas y se trasladaron a La Línea, en Cádiz, con el propósito de estudiar la forma de introducirse en el Peñón. Al parecer, el método elegido fue nadar sumergidos desde los muelles de dicha población gaditana hasta los astilleros gibraltareños, separados, por alto, más de una milla marina.

La operación de sabotaje, siempre según el mencionado periódico, hubiera supuesto la destrucción de los almacenes de combustible, explosión del almacén del Almirantazgo y ataques a los buques de la Royal Navy que se encontraban por aquel entonces en el puerto gibraltareño, entre ellos la fragata Ariadne.

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El periódico explica detalladamente el gran papel desempeñado por Gibraltar en la guerra de las Malvinas y asegura que en el mes de abril del mismo año el submarino de propulsión nuclear Conqueror recibió en dicha base los torpedos Mark Eight con los que hundió posteriormente al crucero argentino General Belgrano, hecho en el que perecieron unos 400 marinos.

En el caso de que se confirmara la existencia de dicho comando, así como la presencia de armas nucleares en Gibraltar, resulta evidente que las explosiones hubieran afectado no sólo a la población del Peñón sino también a una amplia zona española.

El Sunday Times afirma que los servicios de inteligencia británicos se enteraron inmediatamente de la presencia del comando argentino en Madrid, aunque no explica si fue a través de los servicios de inteligencia españoles o por su propia red de información.

Se reitera también en una información publicada anteriormente, según la cual las autoridades gibraltareñas habían tomado medidas especiales de seguridad ante la posibilidad de un ataque no sólo argentino, sino de un ataque español, e ironiza sobre este aspecto, dada la colaboración, afirma, que prestaron realmente las autoridades de Madrid.

Los cuatro miembros del comando argentino fueron detenidos en San Roque, probablemente por los servicios de inteligencia del Ejército español. Tras permanecer varios días incomunicados, y pese a las protestas del Gobierno de Buenos Aires, las autoridades los deportaron a la capital argentina. La decisión, añade el periódico, provocó un serio incidente diplomático entre el Gobierno español y la Junta argentina, en un momento precisamente en el que todo el mundo creía que Madrid prestaba apoyo moral a la república latinoamericana.

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