_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las orejas

De un diccionario cheli: "Orejas: vale por pechos de la mujer en cuanto que se trata de un par de adminículos". Este año, como por decreto/ley tácito/implícito, todas van con las orejas fuera, al sol, en las piscinas más rehogadas de madrileñismo, como El Lago o Stella. En piscinas de más tenedores (o de más orejas), como las de los hoteles Mindanao o Meliá Castilla, las orejas aún no han tenido su mayo/68, y eso que estamos en julio. Cualquier jergalización supone una repristinación del habla, poética o grotesca. El exquisito Juan Ramón (tanto que él escribía esquisito) nos dice que la mejor poesía española está tocada de lo popular, desde el Romancero a Machado. E incluso se afana en reducir el Quijote a octosílabos, pues que el octosílabo le parece, en verso y prosa -frente al alejandrino francés y el endecasílabo italiano-, el ritmo natural de nuestra conversa. El pueblo, sí, metaforiza, pero no mixtifica. El pueblo observa un lenguaje/conducta. El político, el intelectual, por el contrario, utiliza un contralenguaje, una jerga elitista. No habla para manifestarse, sino para ocultarse. Habla para no explicarse, y esto lo vemos en la televisión todos los días. Las autonomías, un suponer. Nadie más renuente que nuestras derechas al Estado de las Autonomías, que han llamado tabla de quesos, café para todos y otras creativas metáforas gastronómicas. (Si con algo no se puede hacer metáfora es con la gastronomía.) Bueno, bien, pues ya ves, la derecha, ahora, coge, pilla, agarra, va y dice que va a dar la batalla electoral, después del verano/estío, en lo de las autonomías.Ayer hemos hablado en esta columna de las guerras de verano, de la guerra de guerrillas de la derecha, que fuma y espera que pasen julio/agosto para dar la batallita de las autonomías, en las que no creen. Fraga, como un poste de la luz por el que ya no pasa la luz, espera que pique la trucha. Pedro Schwartz ha llamado al teléfono del editorialista de este matutino/ manchego para denunciarle una saga/fuga de agua que hay en su barrio liberal: el géiser/Camuñas. Antonio Garrigues, a su vez, antes de irse a Sotogrande a "pescar sirenas", como él dice (espero que le harán crónica los disidentes de todo y militantes de sí mismos, como se la han hecho de otros juegos reunidos), llama al bombero Tierno para denunciarle la rotura de dos bocas de agua que largan un demasiado: la boca/Camuñas y la boca/Schwartz. Las tribus alcarreñas del liberalismo monetarista se curten, con estas guerras de fratrías, para la Grand Guerre del otoño, bajo les violons de Verlaine/Mitterrand/Felipe. Mientras tanto, el cuerpo de la mujer arde al sol por esa doble Rama de sus senos desnudos -orejas-, oye los cuarenta principales por los baffles (qué horror, habiendo "altavoces") de la piscina y come paella de la casa. La derecha es cosa de hombres. Si el psocialismo ha conseguido liberar los senos femeninos y las lenguas periféricas rejionales, como decía el citado JRJ con su lírica jota, las mil derechas preparan su democrático asalto a la democracia sobre el mapa de las autonomías, que es una cartografía que la ven chupada, ya que regionalismo/ nacionalismo pertenecen desde hace siglo y medio a la épica del Romanticismo de derechas, que es sólo uno de los cien romanticismos heredados. Sólo que, por mimetismo de Afroamérica, del Ché, de Allende y de Lutero King, los nacionalismos germinales, hoy, son revolucionarios y de izquierdas. Y digo asalto a la democracia porque la inmensa minoría de los ataques al Gobierno democrático son ataques a la democracia misma, revestidos de crítica antisocialista. Es la democracia lo que no les gusta, digámoslo, y otro día matizaré con ejemplos y negritas. En tanto, las pequeñitas de la primera generación democrática se dejan arder -playa, piscina- por do más gozado habían.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_