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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Por qué no contamos los misiles franceses y británicos

La petición soviética de que en Ginebra sea contabilizado el dispositivo nuclear británico y francés en unas negociaciones que son bilaterales es improcedente por cuestiones de procedimiento, y sustancialmente sin fundamento serio. El Reino Unido y Francia son países soberanos sobre cuyas fuerzas Estados Unidos no puede ejercer control. La reclamación soviética de que se incluyan las fuerzas británicas y francesas carece de fundamentación en términos militares, y además dividiría la alianza de la OTAN y supondría una merma de la garantía estratégica que Estados Unidos aporta a Europa. Su efecto ha sido el de aminorar el avance en las negociaciones.En sus intentos de promover la aceptación de su pretensión sobre las fuerzas británicas y francesas, los portavoces soviéticos han insistido en que su planteamiento del control de armamentos tenía un fundamento básico en el principio de igualdad e igual seguridad. Afirman que, al aplicar el principio de igualdad e igual seguridad en el contexto de las negociaciones INF, deben contabilizar las fuerzas británicas y francesas al hacer las estimaciones sobre su propia seguridad. Por tanto, mantienen que hay justificación en su reclamación de que no haya igualdad entre sus fuerzas y las norteamericanas; en concreto, plantean que el techo de fuerzas que proponen que se fije a las fuerzas norteamericanas se rebaje en un equivalente a las fuerzas nucleares de medio alcance británicas y francesas.

En la práctica, sin embargo, la Unión Soviética no sigue su principio de igualdad e igual seguridad. No aplica ese principio de una manera equitativa a la seguridad de Estados Unidos y sus aliados, sino unilateralmente a la seguridad de la Unión Soviética. El resultado es que se produce desigualdad y desigual seguridad. Los portavoces soviéticos, al definir este principio, han hecho hincapié en que al aplicarlo han de ser tenidos en cuenta todos los factores que afectan a la seguridad soviética, incluidos no sólo los múltiples factores militares, sino también consideraciones de otros órdenes, como el geográfico, por ejemplo. Cuando se les pregunta por las otras consideraciones, responden que se trata de consideraciones de orden político.

Las negociaciones INF afectan a cuestiones capitales para la seguridad en Europa; esto es, por un lado, a la seguridad del territorio de los aliados de la OTAN, y por otro, a la seguridad del territorio de los miembros del Pacto de Varsovia, incluida la Unión Soviética, en Europa. Examinemos primero, como dicen los portavoces soviéticos que debe hacerse, por todo el conjunto de factores que atañen a la seguridad igual.

Asimetrías geográficas

En lo que respecta a la geografía, el territorio de los países miembros de la OTAN en Europa es pequeño comparado con el de los Estados del Pacto de Varsovia en Europa, que es de casi 2.400.000 kilómetros cuadrados en el lado del Pacto de Varsovia. La profundidad del frente es de unos centenares de kilómetros en el lado de la OTAN; el del Pacto de Varsovia puede medirse en miles de kilómetros. Además, la Unión Soviética tiene acceso directo al territorio europeo de la OTAN, sin obstáculos naturales que lo entorpezcan. El Pacto de Varsovia puede desplazar sus fuerzas hasta Europa occidental con líneas de comunicación interiores aseguradas. En cambio, las fuerzas que están en el territorio de Estados Unidos se hallan separadas de Europa por 5.000 kilómetros de océano. En el contexto de la seguridad igual, pues, la geografía favorece a la Unión Soviética.

Las asimetrías políticas que hay entre la OTAN y el Pacto de Varsovia saltan a la vista. La OTAN es una alianza voluntaria. La doctrina Breznev evidencia que el Pacto de Varsovia es de carácter muy distinto. El Pacto de Varsovia funciona con dirección centralizada, estrecha coordinación y rígida disciplina. Una conformación tan rigurosa no podría estar en consonancia con la naturaleza de la OTAN ni con los caracteres de los Estados miembros. Éstos son Estados que han elegido libremente a parlamentos responsables ante la opinión pública, que está informada por una prensa independiente y que se expresa con fuerza.

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Cualquiera que viva en Moscú no necesita más que leer la prensa occidental para poder confiar en que ningún país perteneciente a la OTAN podrá armarse por encima del nivel que su pueblo considere el mínimo necesario para su defensa colectiva contra la agresión, y que ninguno de ellos, solo o unido a otros, consideraría la posibilidad de desencadenar un ataque contra la Unión Soviética o cualquiera de sus Estados asociados.

En Occidente no cabe tener una confianza semejante en estar comprendiendo de verdad lo que pasa por las cabezas de los que están en los círculos decisorios de Moscú. Ningún país de Occidente abrazaría el sistema político de los países del Pacto de Varsovia. No obstante, es un sistema eficiente a la hora de crear y dirigir fuerzas militares y de dictar una estrategia unificada y tácticas plenamente coordinadas, tanto militares como políticas. Así, en el contexto de la seguridad igual, las asimetrías políticas caen en favor de la URSS y del Pacto de Varsovia, y no en el de Estados Unidos y la OTAN.

Factores militares

A la hora de hacer una evaluación de los factores militares, conviene empezar por aquéllos que inciden de un modo más inmediato sobre las negociaciones INF y pasar luego a los que afectan de una manera más general a la balanza de la seguridad en Europa. El despliegue soviético de los misiles SS-20 en 1977 fue lo que hizo a la OTAN tomar la decisión de 1979 para responder a aquel despliegue con su propio despliegue en Europa de los proyectiles norteamericanos Pershing II y de crucero con base en tierra. La determinación de la OTAN de proceder a los despliegues hizo que los soviéticos aceptaran la oferta norteamericana de procurar darle una solución dentro del control de armamentos al problema de las armas de alcance medio.

Los sistemas de proyectiles nucleares de alcance medio con base en tierra son los únicos en que la URSS y Estados Unidos coinciden en que habría que limitar en un acuerdo sobre INF. El desequilibrio actual entre Estados Unidos y la Unión Soviética en cuanto a dispositivos INF de largo alcance no es objeto de disputa. Los soviéticos cuentan aproximadamente con 600 unidades con 1.300 cabezas nucleares, de los cuales hay unos 500 con 1.000 cabezas nucleares en los bordes de Europa. Estados Unidos no tiene ninguna.

Si pasamos entonces a aquellos dispositivos sobre los que un lado afirma que deberían ser limitados en un acuerdo INF y el otro cree que no deberían ser limitados, llegamos a abordar la cuestión de las fuerzas aéreas presentes en Europa y con capacidad de portar armas nucleares. Los soviéticos proponen contabilizar tan sólo aquellos aviones con un radio de combate superior a 1.000 kilómetros, aunque excluyen a una serie de aviones propios que superan ese radio de acción e incluyen a algunos aviones norteamericanos que quedan por debajo.

No obstante, en el contexto de la seguridad igual tendrían que contabilizarse todos los aviones capaces de atacar territorio OTAN o de países del Pacto de Varsovia. Sobre esta base, y empleando las reglas de recuento fijadas en acuerdos precedentes de control de armamentos, la URSS tiene en Europa 6.300 aviones dentro de esa categoría, mientras que Estados Unidos tiene 400. Para tomar en cuenta el hecho de que la mayor parte de los aviones de la URSS empleados para entrenamiento y los que se mantienen en reservas se hallan en Europa, mientras que los norteamericanos de utilización o situación similar se encuentran en territorio de Estados Unidos, es apropiado referirse a un estudio de la OTAN en el que se comparan los aviones de la OTAN y del Pacto de Varsovia sobre la base de contar solamente los adscritos a escuadrones de combate dotados de tripulaciones experimentadas y de los que se cree tienen asignadas funciones nucleares. Sobre esta base, la clienta que sale es de 2.500 aparatos del lado del Pacto de Varsovia, y de unos 800 del lado de la OTAN.

Más balances

Y llegamos a los dispositivos que ni uno ni otro lado proponen que se sometan a limitación en un acuerdo INF, pero que la URSS afirma que deben ser contabilizados con las fuerzas nucleares de alcance medio norteamericanas a la hora de aplicarse el techo de limitación que ella propone. Estas fuerzas son las nucleares francesas y británicas, tanto los sistemas de proyectiles como los aviones capaces de llevar cargas nucleares. El grueso de estas fuerzas está constituido por dispositivos con base en submarinos. Sus características son idénticas a las de las fuerzas de proyectiles balísticos con base en submarinos que poseen la URSS y Estados Unidos y que ambos países coinciden en considerar sistemas estratégicos. No son, pues, dispositivos de alcance medio.

Incluso los portavoces soviéticos, al defender la propuesta de inclusión en cómputo de los dispositivos franceses y británicos, basan su argumentación en la afirmación de que la URSS debe, a la hora de hacer sus estimaciones de seguridad, tenerlos en cuenta en el contexto de una seguridad igual, y no en el del equilibrio en los dispositivos que hayan de ser limitados por un acuerdo INF.

Según la misma lógica, Estados Unidos y otros miembros de la OTAN tendrían justificación para tomar en cuenta todo el conjunto de factores que afectan a su seguridad en Europa.

Además de los factores políticos y geográficos que ya hemos visto, hay otros factores militares, como los de la balanza de las armas de guerra química, la balanza de armas nucleares de más corto alcance que los que se discuten en las negociaciones INF y de las de alcance intercontinental, que se discuten en las negociaciones START.

Caben podas dudas sobre que el balance de fuerzas convencionales de un saldo favorable al Pacto de Varsovia. Todos los principales indicadores de la fuerza de combate relativa son favorables al Pacto de Varsovia, incluido el número de divisiones de combate y de aviones, carros de combate, piezas de artillería y otras categorías importantes del equipamiento militar.

La balanza de las armas, químicas se inclina completamente en favor del lado del Pacto de Varsovia.

La balanza de dispositivos nucleares tácticos también está en favor del Pacto de Varsovia. La OTAN disfruta de una leve ventaja en número de piezas de artillería capaces de disparar munición nuclear, si bien los dispositivos nucleares tácticos de la OTAN se ven superados en número y en alcance por los soviéticos, que es de 120 a 300 kilómetros.

Como una misión histórica

En las negociaciones START, Estados Unidos confía y prevé que ambos lados podrán, a la larga, convenir en reducciones apreciables e igualadas en los parámetros más importantes de capacidad. En estos momentos, no obstante, es evidente que en la mayoría de los índices de efectividad la balanza no favorece a Estados Unidos en cuanto a dispositivos de alcance intercontinental.

Para resumir esta parte del análisis no hay base alguna en la afirmación soviética de que la URSS tiene derecho a compensar las fuerzas nucleares francesas y británicas en el contexto de los factores que afectan ala seguridad igual.

Por otro lado, hay razones muy poderosas no sólo de que los dispositivos franceses y británicos no hayan de ser objeto de limitación en un acuerdo bilateral entre Estados Unidos y la URSS, sino también de que no deban ser tenidos en cuenta en un acuerdo INF. Junto con Estados Unidos, la URSS y China, el Reino Unido y Francia constituyen los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho de veto.

Son países que históricamente han adoptado una concepción independiente de su seguridad nacional y han mantenido unilateralmente los medios militares, como Estados Unidos y la URSS, necesarios para mantener su independencia. Ambas naciones han declarado que no desean que sus fuerzas nucleares sean objeto de limitación o sean incluidas en el cómputo en las negociaciones entre Estados Unidos y la URSS.

Factor de disuasión

Estos países consideran que sus fuerzas nucleares constituyen el factor mínimo de disuasión necesario para proteger sus propios intereses nacionales. Los países no nucleares de la OTAN no pueden contar con las fuerzas nucleares relativamente pequeñas de Francia o el Reino Unido para crear una disuasión suficiente contra la agresión o la amenaza de agresión a su territorio, sino que han de contar con las de Estados Unidos.

En acuerdos anteriores de control de armamentos, la URSS ha intentado obtener compensaciones por los sistemas franceses y británicos, y Estados Unidos se ha opuesto a ello con firmeza. No obstante, la URSS ha creído posible llegar a acuerdos de esa índole.

La campaña de relaciones públicas montada por la URS S sobre este asunto ha consistido en atribuir a portavoces occidentales afirmaciones que no han hecho, para demostrar a continuación que lo que decían no es cierto. Los portavoces soviéticos afirman a los cuatro vientos que los dispositivos nucleares franceses y británicos existen, como si alguien hubiera negado ese hecho. Afirman que el Reino Unido y Francia son miembros de la OTAN, como si eso fuera un gran descubrimiento. Afirman que las fuerzas británicas y francesas están dirigidas a atacarles, como si no hubiera ninguna otra nación que constituyese una amenaza a la seguridad de la OTAN. Ninguno de esos hechos es discutible. La cuestión es que resultan secundarios al lado de una serie de hechos mucho más significativos, como lo son las asimetrías geográficas, políticas y militares antes referidas. Estados Unidos es plenamente consciente de las ventajas que esas asimetrías confieren a la Unión Soviética. No obstante, no hemos propuesto tomarlas en cuenta para fijar unas limitaciones desiguales entre Estados Unidos y la URSS.

La esencia de la postura soviética es que el único país cuya seguridad cuenta es la Unión Soviética. Si ésta está segura, entonces el resto de los países o partes de su órbita lo estarán. La URSS afirma tener derecho unilateral a la seguridad por la singularidad de su misión socializadora; está llevando a cabo una misión que le ha asignado la historia; tiene derecho a poseer fuerzas iguales o superiores a las del resto de los países sumadas, puesto que el resto de los países son en potencia opuestos a su hegemonía. La pretensión soviética es, por tanto, la pretensión de una seguridad absoluta.

Lawrence Eagleburger subsecretario de Estado de Estados Unidos para Asuntos Políticos.

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