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La implantación de un embrión hibernado provoca una agria polémica en Australia

Los tiempos anunciados por Huxley parecen a punto de llegar a Australia, con toda la polémica que esta evolución encierra. En los próximos meses se discutirá en el Parlamento del Estado de Victoria la implantación de la eutanasia pasiva, concretamente el derecho de los pacientes a negarse a prolongar sus vidas por tratamiento medico cuando se les diagnostica una enfermedad fatal. La implantación en una mujer de un embrión previamente hibernado a -196º C ha acentuado considerablemente el debate.Indiscutiblemente, el caso de los embriones hibernados plantea una nueva situación ética. Los mismos responsables del experimento reconocen que el tema debe ser debatido, al tiempo que afirman que todos sus pasos han sido seguidos de cerca por un equipo ético de la misma universidad Monash, de Melbourne, donde se ha llevado a cabo el experimento.

Los primeros en alzar la voz contra este tipo de prácticas han sido las asociaciones pro vida. El presidente de la Asociación Pro Vida del Estado de Victoria, Alan Baker, ha denunciado inmediatamente que este embarazo se ha conseguido a costa de las vidas de otros 18 embriones, y la presidenta de la Asociación del Derecho a Vivir, Margaret Tighe, ha declarado que "los embriones han sido tratados con tanto respeto como guisantes congelados".

Por el contrario, un portavoz de la Iglesia anglicana ha indicado que, mientras la fertilización in vitro y la hibernación de embriones humanos se restrinjan a parejas casadas, se trata únicamente de una extensión tecnológica de un proceso natural.

En definitiva, la raíz del problema estriba en definir si un embrión tiene todos los derechos concernientes a las personas -como mantiene la Iglesia católica- o no. En caso positivo, "congelarlos o tirarlos por el desagüe del lavabo es éticamente malo", como ha puesto de relieve Robert Young, catedrático de Filosofia de la universidad La Trobe, de Melbourne. "Si no se considera que el embrión tiene todos los derechos de las personas, si se ve el desarrollo de estos derechos como algo que va unido a la formación plena, entonces no hay problema ético".

Proyecto de ley de eutanasia

Todo ello ha venido a enrarecer la discusión sobre el proyecto de ley de eutanasia pasiva, presentado por un parlamentario que, según sus declaraciones, no quiere que sus hijos se encuentren en la misma situación que la que tuvo que hacer frente: decidir parar el tratamiento de su madre para dejarla morir, de acuerdo con su propio deseo. "No quiero a mis hijos", ha dicho, "alrededor de mi cama teniendo que tomar esta decisión". Para dar más énfasis a su propuesta, MacKenzie ha recordado que una encuesta realizada hace cuatro años ponía de relieve que el 72% de la población de Victoria apoyaba incluso la eutanasia. Este recuerdo ha dado fuerzas a quienes se oponen al proyecto, que podría convertirse en ley el próximo mes de septiembre, denunciando la llegada de un mundo inhumano donde los enfermos y los viejos serían eliminados sin misericordia. El mundo ficticiode Huxley y Orwell no parece tan lejano.

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