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Espectacular desalojo de la Embajada de Polonia en Berna por la policía antiterrorista helvética

En una acción relámpago, que duró escasos minutos, la policía suiza asaltó ayer la Embajada de Polonia en Berna y puso término a la ocupación que desde el lunes realizaba un comando autodeterminado Ejército de los Patriotas Polacos Insurgentes. Las unidades de elite suizas liberaron sanos y salvos a los cinco rehenes y detuvieron a los cuatro ocupantes de la legación diplomática, quienes vestían uniformes militares de camuflaje.

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La operación fue iniciada a las 10.42, después de que el estado mayor de crisis del Gobierno helvético rechazara la proposición del misterioso comando de liberar los rehenes a condición de que se les dejara ir a otro país llevándose consigo documentos comprometedores encontrados en la embajada. El asalto final lo realizó el destacamento de granaderos de Berna, y se inició después de que se depositara ante la puerta de la embajada una caja conteniendo alimentos y medicinas.Una bomba paralizante, que pudiera ser una granada Stunt, caracterizada por una detonación ensordecedora sin explosivo que paraliza al adversario durante algunos segundos, fue depositada en el cesto y, segundos más tarde, accionada a larga distancia. Acto seguido, las fuerzas policiales penetraron en la embajada, donde lanzaron gases lacrimógenos, y obtuvieron la rápida rendición del comando.

La decisión de utilizar la fuerza como forma de liberar a los rehenes fue adoptada por el Gobierno suizo, una vez que se conocieron los antecedentes del jefe del comando, que resultó ser finalmente un polaco de 42 años, Florian Kruszky, quien anteriormente había estado implicado en asuntos de delito común.

La policía suiza, gracias a las informaciones acerca de su pasado y de su historia psicológica, logró establecer un cuadro clínico de sus reacciones, con lo que se decidió prolongar durante varios días las negociaciones para debilitar su capacidad de resistencia y, sobre todo, para convencerle de lo insensato de sus exigencias. Una vez creada la duda en Florian Kruszky, la policía científica de Berna aconsejó realizar el asalto, aprovechando el momento de gratificación que constituía el desayuno, matinal.

El jefe del Departamento de Justicia y Policía, Kurt Furgler, que dirigió las operaciones y condujo las negociaciones del Estado Mayor de crisis, manifestó que la actuación del comando no constituye en ningún caso para el Gobierno helvético "una acción política, sino criminal".

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Poco antes de que la policía diera el asalto final, el jefe del comando llamó al Estado Mayor de crisis solicitando un médico, porque uno de los rehenes, el agregado militar Zygmunt Dobruscevski, había intentado suicidarse. Para no retrasar el plan de desalojo, la policía se negó a enviar un médico e impartió instrucciones telefónicas para lograr el restablecimiento de Dobruscevski, quien al ser liberado aparecía en perfectas condiciones

El Gobierno polaco pedirá la extradición de los cuatro ocupantes de la embajada si son ciudadanos polacos, algo que está todavía por desvelar pues las autoridades helvéticas no han facilitado la identidad de los tres acompañantes de Kruszky. El ministro polaco de Asuntos Exteriores, Stefan Olszowski, se entrevistó con el embajador suizo en Varsovia para agradecerle en nombre de su Gobierno el final feliz que había tenido el episodio.

Con respecto a los importantes documentos que los asaltantes afirmaban poseer, no se ha facilitado información adicional, pero la agencia polaca PAP informaba ayer que "documentos preciosos' que se encontraban en la misión diplomática habían sido puestos "en lugar seguro" por el diplomático escondido en el desván.

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