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La guerra en el Atlántico sur

La batalla decisiva para el control de Port Stanley se está librando a las puertas de la capital de las Malvinas

Andrés Ortega

El grueso de las tropas británicas están en tierra, a unos 20 kilómetros de Port Stanley, capital de las islas Malvinas, preparados para lanzar el asalto final contra la guarnición argentina. Según la agencia de noticias, británica Press Association, los 3.000 guardias galeses, escoceses y gurkas del Nepal que habían llegado al Atlántico sur en el Queen Elizabeth 2, establecieron una segunda cabeza de playa al norte de Port Stanley.

Esta misma agencia, citando fuentes del Ministerio de Defensa, afirmó que las tropas británicas habían desalojado a los argentinos de una posición en el monte Two Sisters, a 13 kilómetros de la capital."La batalla se está desarrollando cerca del monte Kent, a veinte millas (32 kilómetros) de Port Stanley, pero es demasiado pronto para decir qué cariz está tomando", informaba en directo a media tarde de ayer Bryan Manrahan, corresponsal de la BBC con las fuerzas británicas. En su opinión, los británicos tienen ahora la iniciativa, y las fuerzas argentinas están "cercadas por tierra y por mar".

El Ministerio de Defensa mantuvo ayer los labios bien cerrados. Por la noche admitió en un comunicado que había habido choques entre sus fuerzas y las argentinas en la zona del monte Kent. "No estamos dispuestos a hacer por el momento ningún comentario más", añadió. El Ministerio no desmentía ni confirmaba nada. Tan sólo repetía, "no tenemos informes".

Los paracaidistas, que habían llegado desde la cabeza de puente de San Carlos por la ruta del sur, se concentraron a pocos kilómetros de la capital con los comandos de marines y otras tropas que habían seguido la ruta del norte, según la versión no confirmada. 7.000 soldados británicos, con artillería, morteros y lanzagranadas se enfrentan pues a un número similar de argentinos, entre los que se cuentan una buena cantidad de soldados profesionales, que han dispuesto de dos meses para establecer fortificaciones, y que tienen artillería pesada, misiles y blindados.

Diez días después de establecer su cabeza de puente en San Carlos, las tropas británicas parecen estar controlando las colinas estratégicas desde las que se domina la capital, a unos 20 kilómetros de distancia. El monte Kent, de 458 metros de altura, está en medio de una pequeña península, a cuyo extremo se encuentra Port Stanley. El monte Two Sisters (326 metros) está situado entre estos dos puntos. Las fuerzas británicas, según estas informaciones, se disponen a lanzar el ataque final sobre la capital, esperando forzar una rendición argentina.

La captura de Goose Green, en el Oeste, y de Douglas y Teal Inlet, en el Este, ha abierto la vía hacia Port Stanley a las tropas británicas, que siguen la clásica estrategia de la tenaza. Desde el mar y desde el aire los buques y aviones británicos siguen bombardeando constantemente las posiciones de los 7.000 soldados argentinos en la zona. La batalla de Goose Green costó la vida de diecisiete británicos, según los últimos datos del Ministerio de Defensa, y de quizá hasta cien argentinos. La guerra se ha cobrado hasta el momento 131 muertos por parte británica.

El Ministerio de Defensa en Londres volvió a negar ayer categóricamente que alguno de sus buques, incluidos sus dos portaviones, hubiese sido alcanzado el domingo por la aviación argentina. Ratificó su comunicado de la víspera que decía: "Varios aviones navales argentinos intentaron atacar el grupo de portaviones esta tarde (domingo). Ninguno de los buques fue alcanzado".

Según los corresponsales británicos, los argentinos lanzaron dos misiles Exocet contra los buques. Uno de ellos falló y el otro fue interceptado por un antimisil británico.

Incursiones "poco ortodoxas"

Según los corresponsales británicos, por primera vez en esta guerra los argentinos llevaron a cabo el sábado y el domingo incursiones aéreas nocturnas "de modo muy poco ortodoxo". Con sus Camberra lanzaron bombas desde gran altura que no dañaron a nadie. En una ocasión los argentinos utilizaron un avión de transporte Hércules C-130 para estos menesteres, abriendo su puerta trasera y simplemente empujando las bombas.

Los corresponsales británicos han hablado de los malos modales de las tropas argentinas. En Douglas, según estos relatos, unos sesenta soldados argentinos habían dormido en las camas de los habitantes de la aldea. Habían saqueado sus casas y se habían llevado los objetos de valor cuando fueron evacuados en helicópteros dos días antes de la llegada de los inarines británicos. Llegan también historias de incidentes en los que las tropas argentinas izan la. bandera blanca de rendición para luego disparar sobre los soldados británicos que se les acercan.

En estas horas cruciales, el gabinete de crisis de la primera ministra Margaret Thatcher parece profundamente dividido.

Francis Pym, titular de esa institución sospechosa para muchos conservadores, el Foreign Office, ha hablado repetidamente de "negociar con Argentina sobre el futuro alargo plazo" de las islas Malvinas y ha mencionado la posibilidad de una administración del archipiélago por las Naciones Unidas.

Margaret Thatcher no quiere oír hablar de negociaciones con los argentinos. Según The Times, estaría ya pensando en proyectos a largo plazo para el desarrollo económico del archipiélago de las Malvinas.

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