Majano acusa a D'Aubuisson, 'hombre fuerte' de El Salvador, de ser el inductor del asesinato del arzobispo Romero
Un único disparo de rifle calibre 25 mató al arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero el 24 de marzo de 1980. Monseñor (así le siguen llamando) celebraba una misa funeral. Mes y medio después, el 8 de mayo, un grupo de militares y civiles que planeaba un compló derechista fue detenido, por orden del coronel Adolfo Majano, en una finca de Santa Tecla, veinte kilómetros al oeste de la capital. Al mayor Roberto D'Aubuisson se le ocupó una agenda muy comprometedora sobre el asesinato del arzobispo. No tuvo tiempo de ocultarla porque estuvo demasiado atareado en comerse otra que debió juzgar más peligrosa y que logró dejar irreconocible. Dos años después, no se ha hecho ninguna investigación judicial seria. El entonces miembro de la Junta Adolfo Majano acusa a D'Aubuisson de ser el autor intelectual del asesinato de Romero. Pero Majano está hoy exiliado en México y Roberto D'Aubuisson es, desde el jueves, presidente de la Asamblea Constituyente y virtual árbitro de la nueva situación salvadoreña.
La operación Pina, que se describe en la agelida ocupada a D'Aubuisson, tiene demasiadas coincidencias con el asesinato de Romero como para desechar una investigación a fondo. Pero sólo Adolfo Majano parecía interesado en el asunto, y se le dio carpetazo. Después de una semana de detención, el mayor D'Aubuisson, que por aquel entonces hacía pasar en los cuarteles cintas de vídeo incitando a la rebelión, fue puesto en libertad sin cargos.La comprometedora agenda, que el mayor llevaba en su portafolios, dice en su portada: "This book is the property of Saravia Alvaro Rafael", que fue piloto privado de D'Aubuisson hasta que murió, en un accidente aéreo, en el segundo semestre de ese mismo año.
Este dietario revela diversas operaciones de compra de armamento y munición durante los primeros meses de 1980. También hay referencias de reuniones celebradas en Miami, San José de Costa Rica y un misterio so vuelo a Managua.
Fue en un hotel de Miami don de se ultimó la operación Pina. En la agenda se detalla el material necesario: una mira telescópica Starlight (que por medio de rayos infrarrojos permite ver en un recinto oscuro), un fusil Roberts calibre 25, cuatro pistolas automáticas y granadas. También se describe a los integrantes del comando: un tirador, un chófer y cuatro de seguridad para facilitar la huida.
No se revela la identidad del tirador, probablemente un profesional, que se cita bajo el alias de Lumumba. Tres días después del asesinato, el 27 de marzo, Saravia escribe en su agenda: "Aporte al nicaragüense..., $40.00V. Todo hace pensar que fue la tarifa (más de cuatro millones de pesetas) del ejecutor material, un nicaragüense, que explicaría el citado vuelo a Managua.
Un único disparo
Óscar Arnulfo Romero fue asesinado de un único disparo, realizado a más de treinta metros de distancia. Sólo un profesional parece capaz de tal precisión. La mira telescópica, cuya compra se reseña a mediados de febrero, previo pago de 3.000 colones (120.000 pesetas), estaría justificada por la penumbra de la iglesia. Los asesinos no querían correr riesgos, y por lo que se ve, no les faltaba dinero.Testigos presenciales del suceso manifestaron . en su día que, junto al tirador, tomaron parte en la acción cuatro personas más que portaban pistolas. Los cinco huyeron en un coche rojo, a cuyo volante les esperaba una sexta persona.
Inicialmente se pensó que a Romero le había matado una bala del calibre 22, pero la autopsia revelaría luego que fue un proyectil de 25 milímetros, justamente el que corresponde al fusil Roberts descrito en la operación Pina.
Algunas partidas de gastos registradas a finales de marzo en la agenda podrían reflejar la última parte de la operación: ropas y alimentos para un mínimo de seis personas que, según todos los indicios, permanecieron escondidas al menos siete días en una casa de seguridad de la propia capital salvadoreña.
Tras el mencionado Lumumba, probable ejecutor de Romero, se cita la siguiente relación: Neto Gutiérrez, Orlando Llovera, Alfredo Mena Lagos, Ricardo Sima, Chico Guirola, Ricardo Boet, Ricardo Salaverría, Ricardo Sol Meza y Paco Párraga.
Extrema derecha
Esta agenda, que pone en evidencia múltiples conexiones de la extrema derecha salvadoreña, y en la que, curiosamente, no aparece una sola vez el nombre de D'Aubuisson, a menos que corresponda a alguno de los numerosos alias que hay en sus páginas, fue entregada por el coronel Majano a sus compañeros de la Junta Cívico Militar."Tengo la impresión", dijo Majano a EL PAIS, "de que Gutiérrez y García resultaron contrariados por la detención de D'Aubuisson y por el material que se le había ocupado. Algunos democristianos no quisieron investigar a, fondo, pero el propio Duarte, a quien yo admiraba entonces, se mostró apático e indiferente".
Ni siquiera por la trama golpista que reveló la redada de Majano se interesaron sus compañeros del alto mando militar. En la agenda de Saravia se cita la compra de varias cintas de vídeo Betamax, que por esas fechas se pasaban en los cuarteles con proclamas golpistas.
La documentación fue entregada también al embajador norteamericano, Robert White, pero el Departamento de Estado no quiso presionar por aquel entonces, y en el controvertido Libro Blanco sobre la intervención extranjera en El Salvador no se hizo ninguna alusión a las actividades criminales de la ultraderecha.
Sólo después de ser relevado de su cargo diplomático, White ha tratado, sin resultados, de airear los datos contenidos en la agenda de Saravia.
Dos semanas antes de las elecciones, ante el evidente ascenso de Arena, la Democracia Cristiana hizo un último intento de que el fiscal general acusase directamente a D'Aubuisson del asesinato de Romero. El embajador Hinton les hizo desistir.
Las acusaciones de Majano se pierden ahora en el vacío. D'Aubuisson, 38 años y un verbo inflamado de odio a todo lo que huela a izquierda, es uno de los nuevos amos de El Salvador desde la presidencia de la Asamblea Constituyente.
El arzobispo Romero murió frente a su asesino. Incluso pudo haberle visto empuñar el rifle: momentos antes del disparo mortal había ofrecido su propia sangre por la pacificación del país.
Todo hace pensar, con D'Aubuisson en el poder, que su sangre no fue derramada por la paz, sino por la guerra.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.