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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cervantes, el libro y el 23-A

COMO TODOS los años en esta misma fecha, desde 1926, se celebra hoy en España el Día del Libro, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y -azares del destino- de William Shakespeare. El 23 de abril es un día de fiesta para la cultura española: los libros salen a la calle y en Cataluña se adornan con flores, los editores lanzan sus novedades, se entrega solemnemente el premio "Cervantes" (el máximo galardón de nuestro idioma multinacional) y los Reyes de España se unen a la conmemoración abriendo las puertas de la Zarzuela al mundo de la cultura.El libro es a un tiempo un bien cultural y una mercancía. Como bien cultural, la impresionante expansión de los medios de comunicación audiovisuales en los últimos años no ha podido con el libro y la galaxia Gutemberg se dispone a extraer enseñanzas del mundo de la galaxia MacLuhan; aunque la Administración Pública española no se haya percatado plenamente de que la revolución de la informática -el cambio tecnológico más importante de los últimos siglos- exige planes de reconversión para todo el conjunto de la industria cultural. Como mercancía, el contenido cultural de los libros parece en ocasiones desaparecer bajo los miles de toneladas de papel impreso y encuadernado que se fabrican y destruyen al año. Pero gracias a esta gigantesca marea, la creación literaria, el ensayo filosófico, la investigación científica, la cultura codificada, la transmisión de conocimientos prácticos y la reproducción de las grandes obras de arte llegan a un número cada vez mayor de lectores y contribuyen a aumentar las esperanzas en el futuro de una humanidad más civilizada, pacífica y generosa.

Desde 1973 a 1979, la industria editorial española capeó el temporal de la crisis sin ayuda gubemamental, y con mayor fortuna que otros sectores económicos. Superada la recesión, la producción y las ventas de libros españoles -incluidas las exportaciones- no hacen más que aumentar. Durante 1981 en España se editaron mas de 29.000 títulos y las exportaciones sumaron 35.000 millones de pesetas, la tercera partida de productos manufacturados de nuestra balanza comercial. Pese al destacado lugar que ocupa en el ranking internacional de fabricación y exportación de libros, nuestra industria editorial, la quinta del mundo occidental en importancia, se enfrenta con serias dificultades derivadas de los bajos índices de lectura en el área idiomática y de la escasa atención prestada por el Estado a las bibliotecas públicas y a la política cultural. De esta forma, un dinámico y emprendedor sector privado, que compite con la industria de los países más desarrollados, se ve forzado a coexistir con un sector público que, en el ámbito de la protección y fomento de las actividades culturales, deja aún mucho que desear.

Abundantes son los problemas del sector editorial: la cortedad de las tiradas promedio de los libros como consecuencia de una débil demanda, el aumento de los costes de papel nacional (protegido mediante barreras arancelarias), los estrangulamientos de la distribución interior, el escaso número de bibliotecas públicas y su irrisoria dotación, la obsolescencia de la red librera, las deficiencias de la información bibliográfica, los riesgos para la exportación creados por las espectaculares devaluaciones latinoamericanas, la falta de apoyo estatal a la difusión en el exterior de la obra de los creadores españoles, los elevados costes de los fletes transoceánicos, etcétera. Por otra parte, se sigue a la espera de una nueva ley del libro, la reforma de la ley de propiedad intelectual se encuentra paralizada, no termina de devolverse a las Cámaras profesionales el legítimo protagonismo que le fue arrebatado en su día por el INLE (un artilugio gubernamental de corte corporativo que aún no ha sido reconvertido a las necesidades de un sistema democrático) y no ha sido puesto en funcionamiento el Consejo General del Libro.

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La celebración oficial constituye un recordatorio cultural que año tras año se cumple con mayor calor y prestigio. Los Reyes entregan hoy el Premio Cervantes a Octavio Paz, el gran poeta y ensayista mexicano (sin duda, un espléndido galardonado) y reciben esta tarde en la Zarzuela al mundo de la cultura, al que tan sostenida atención prestan a lo largo de todo el año. Hace una semana se entregaban los premios nacionales de Literatura, y hace dos días, con ocasión del premio literario de la Fundación Príncipe de Asturias, llegaban hasta la opinión pública otras voces ilustres: Juan Rulfo, otro mexicano universal, Gonzalo Torrente Ballester, traspasando la pantalla del televisor en esta ocasión, Miguel Delibes... Se anuncia la feria del Libro Antiguo y de Ocasión y se prepara ya la gran Feria del Libro madrileña de primavera. Sólo falta que terminen de una vez las ceremonias de un antiguo ritual caduco en torno al 23-F y podamos vivir de una vez por todas y para siempre en paz, en el espíritu del 23-A.

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