_
_
_
_
_

Los países de la Comunidad Económica Europea, cada día más preocupados por la seguridad en el juguete

Unas estadísticas sobre la seguridad de los juguetes, publicadas hace tiempo por el organismo de la Salud Pública norteamericano, señalaban que el número de accidentes infantiles al año alcanzaba la cifra de 700.000, de los cuales 130.000 casos habían necesitado acudir a los servicios de urgencia de los hospitales. De este alto número de accidentes se excluían los causados por patines, bicicletas y otros juguetes móviles emplazados en parques infantiles.

A pesar de estas estadísticas, tanto los psicólogos como los pediatras y, por supuesto, los propios jugueteros, coinciden en afirmar que lo verdaderamente peligroso es el niño y no el juguete y el uso que aquél pueda hacer del mismo. Sin embargo, desde el año 1978 funciona una serie de normas sobre la seguridad de los juguetes que fueron aprobadas por el Comité Europeo de Normalización (CEN), al que España está también acogida.La primera de estas normas, de octubre de 1978, se dedicó exclusivamente a señalar las propiedades físicas y mecánicas de los juguetes, y en su declaración de principios señala: «Por regla general, los juguetes se conciben y fabrican para una categoría definida de niños. Sus características corresponden a la edad, sexo y fase de desarrollo de los niños, y su utilización supone ciertas aptitudes».

«A partir de los riesgos inherentes a su función y que son evidentes (falta de equilibrio de un patinete, punta de las agujas de un costurero, etcétera), en el caso de utilizarse de una manera conforme a su concepción no deben presentarse riesgos para los niños a los que están destinados».

«Los accidentes o incidentes son causados frecuentemente porque el juguete se pone en manos de niños para los que no está destinado o se utiliza con otro fin para el que se ha concebido ».

«La elección de un juguete o juego debe ser objeto de una gran atención; hay que tener en cuenta el desarrollo mental y físico, el sexo y el temperamento del niño que va a utilizarlo; las exigencias de la norma no liberan a los padres y educadores de su responsabilidad de vigilar al niño durante su juego».

«Las exigencias de la norma se aplican a los juguetes nuevos, teniendo en cuenta que los dispositivos de seguridad se someten al desgaste durante su utilización ».

«Por consiguiente, son las personas que tienen a su cargo al niño las que tienen que asegurarse de que el juguete puede dejarse en sus manos».

Las normas del CEN se aplican a los juguetes destinados para niños de hasta catorce años, aunque existen unas exigencias particulares para los juguetes que van a venderse para niños de menos de 36 meses. Conciernen a los juguetes dirigidos, los llamados científicos, los juguetes de bricolaje y aquellos destinados al jardín, tales como columpios o equipos deportivos. Fuera de las normas están, por ejemplo, las armas de aire comprimido, los fuegos artificiales y las hondas y tirachinas. En este último caso, el año pasado un fabricante español estandarizó los famosos tirachinas caseros, e hizo de ellos un juguete, con marca y envase. Pues bien, fueron tantos los accidentes que las autoridades no tuvieron más remedio que retirarlo del mercado y prohibirlo.

Lo peor de estos casos es que los niños han hecho de conejos de indias muchas veces y han tenido que intoxicarse para que se llegara a prohibir los juguetes decorados con pinturas tóxicas, o cortarse todo el cuerpo para comprobar que los coches de metal que llevaban los bordes al aire y no redondeados y protegidos, como se exige ahora, podían hacer auténticas sangrías.

El peligro de la inflamabilidad

La segunda parte de las normas CEN está dedicada íntegramente a la inflamabilidad de los juguetes, otro de los puntos donde más accidentes se han registrado, sobre todo desde el auge de los juguetes eléctricos, como, por ejemplo, las cocinas o los trenes, aunque, si bien es verdad, estos juguetes ya se han visto superados por los teledirigidos o por aquellos que actúan con computadoras.

Sin embargo, la norma europea se ocupa de los materiales inflamables con que se tratan, se rellenan o se viste a los juguetes, y presta especial atención a las barbas, las pelucas, las máscaras, los trajes de disfraces, los juguetes concebidos para que el niño entre en ellos (tiendas de indios, de campaña o teatros) y los que lleven una superficie pilosa.

Para juguetes con estos materiales se prohíbe la utilización del celuloide (nitrato de celulosa) y los materiales que presenten un mismo comportamiento al fuego. Se prohíben asimismo los materiales de superficie pilosa que presenten un efecto relámpago al acercarlos a una llama y los gases inflamables utilizados como medio de inflamiento. España, como país miembro del CEN, ha adoptado estas normas, que generalmente son seguidas por la mayoría de los fabricantes, sobre todo por aquellos que se dedican a la exportación. Sin embargo, no existe ninguna legislación que obligue a adoptar estas normas. Algo parecido pasa en Europa, donde el Consejo de la Comunidad Económica ha presentado un proyecto (le ley sobre la seguridad de los juguetes, que en algunos casos es contradictorio con las normas que se han referido más arriba. Este proyecto, de julio de 1980, obligará a todos los países miembros de la Comunidad a adecuar sus distintas legislaciones sobre los juguetes,

Sí y no a los juguetes bélicos

Dentro de toda la variedad de los fuguetes, quizá los que presenten más riesgos sean los que se denominan «bélicos», y que muchas veces son copias exactas de armas de verdad. Los más peligrosos son los que llevan proyectiles en forma de flecha para fusiles y pistolas de muelle, ballestas, arcos o cerbatanas. Los fabricantes aquí deberán advertir siempre que no se utilicen otros proyectiles que no vayan acompañando al juguete, y lo mismo se exige en la imitación de armas blancas. Los juguetes bélicos, aunque han descendido de venta, siempre han dado grandes beneficios, y si no recuérdese el caso de los fabricantes alemanes, que vendieron las armas de juguete que había usado la banda Baader-Meinhoff y cuyas ganancias sobrepasaron todos los cálculos. Pero, aparte de la posible peligrosidad, el juguete bélico tiene sus detractores entre los psicólogos y los pediatras, así como entre muchos sectores de la sociedad. Por ejemplo, los objetores de conciencia, quienes han enviado una carta al director general de RTVE protestando por la publicidad en este medio del juguete bélico, o las Juventudes Socialistas, que han iniciado una campaña nacional de concienciación contra este tipo de juguetes, dentro de la campaña «por la paz, el desarme y la libertad», y cuyo lema es «por una educación no violenta».

En la presentación de dicha campaña, los miembros de las Juventudes Socialistas presentaron la carta de un niño a los Reyes Magos, en la que les pedía que no le trajeran másjuguetes de guerra, porque le asustaron mucho los tiros de verdad que vio por televisión el 23 de febrero.

Sin embargo, hay otros psicólogos que consideran buenos los juguetes que de alguna manera descargan la agresividad del niño, sobre todo cuando éste se desarrolla en una sociedad agresiva y competitiva. Estos psicólogos creen que el niño debe saber de fenderse, e incluso algunos piensan que este tipo de juguetes es mejor para las niñas, cuyo papel en la sociedad siempre las ha privado de agresividad, mientras que dejan a los niños las muñecas con el fin de inculcarles sensibilidad.

Algunos consejos para elegir un juguete

Hasta los dos añosJuguetes de arrastrar y empujar. Animales que flotan en el agua. Sonajeros. Muñecos de goma, pelotas grandes y suaves. Muñecos de fieltro con ojos pintados y de colores vivos y alegres, y del que no se puedan desprender cesas pequeñas fáciles de llevárselas a la boca, como los ojos, los botones, etcétera.

De dos a tres años,

Animales de madera, coches, trenes, aviones y barcos de materiales fuertes. Caballos mecedoras. Pinturas de cera sin colorantes tóxicos es imprescindible fijarse en las etiquetas-. Muñecos que tengan las extremidades móviles unidas al cuerpo por materiales plásticos y nunca metálicos. Utensilios de plástico, no muy duro, para jugar en la arena.

De tres a seis años

Acuarelas no tóxicas. Equipos para deporte. Lápices de colores. Plastilina. Trenes no eléctricos. Pizarras con tizas. Disfraces con tratamientos antiinflamables. Piezas de construcción de grandes dimensiones.

De seis a doce años

Juegos de construcción complicados. Rompecabezas. Laboratorios de física y química (a partir de, los diez años). Juegos de habilidad y de magia. Máquinas de cine y fotografía. Figuras de soldados, indios, etcétera. Libros de cuentos o de aventuras. Casas de muñecas. Coches de pedales, triciclos y bicicletas. Materiales de hobby y de colecciones. Y sobre todo aquellos juegos que invitan a despertar la imaginación y la comunicación entre los niños.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_