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Una boda de ensueño, en un crispado paisaje social

Andrés Ortega

La grandiosa boda del príncipe de Gales y ladi Diana Spencer, que alcanzará las más altas cotas de la pompa y el ceremonial británicos, seguida en sus más íntimos detalles por toda la Prensa -no sólo la del corazón-, podría venir a marcar el principio de una nueva época. Pero, ante los problemas y el cambio social que sacuden el Reino Unido, parece representar, más bien, un final. Este ha sido un año cargado de acontecimientos.Un millar de enviados especiales han llegado estos días a Londres para cubrir esta información. Pero desde enero ha habido mucho de que hablar. El año se abrió con la captura de Peter Sutcliffe, el Destripador de Yorkshire, y en los meses siguientes surgieron grandes escándalos sobre los famosos espías y dobles agentes de los años cincuenta.

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La primera ministra Margaret Thatcher, en su segundo año en el poder, se enfrenta a graves problemas, aunque su aplastante victoria en las elecciones de mayo de 1979 le garantiza una cierta estabilidad.

Las críticas contra el thatcherismo son cada vez más abundantes, incluso entre los conservadores. A pesar de los drásticos recortes presupuestarlos en partidas como educación o sanidad, el Gobierno no consigue reducir el gasto público. La industria está pasando una crisis aguda, y el paro, que de momento afecta a 2,8 millones de trabajadores, le está costando mucho. Los conservadores tienen, sin embargo, a su favor la crisis del laborismo.

Este partido, relegado a la oposición, atraviesa un período caótico, mientras continúa en su seno la lucha entre la izquierda y la dercha.

Globos negros sobre Londres

En lo que va de año, las remotas posibilidades para una solución en el Ulster se han alejado con las huelgas de hambre, por las que ya han fallecido seis presos republicanos, uno de ellos Bobby Sands, diputado del Parlamento británico; otros dos, Kieran Douherty y Kevin Lynch, están al borde de una muerte que quizá podría llegar hoy. El Comité de Londres contra los Bloques H se dispone a soltar hoy cientos de globos negros por los cielos de la capital británica, para celebrar, a su modo, la boda.En la noche del lunes, unos doscientos jóvenes de Liverpool reanudaron los incidentes de pasadas semanas y se lanzaron a las calles del barrio de Toxteh, en una dura batalla contra la policía, veinticinco de cuyos miembros resultaron heridos.

Este panorama no hace que la boda sea impopular. Todo lo contrario, salvo en el caso de los pequeños grupos republicanos. Este rito de iniciación de la novia a la realeza ha provocado uña fiebre colectiva y el país vive como en un cuento de hadas. Pronto volverá a despertar.

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