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El clero chiita iraní cree firmemente que "exportará" la revolución

El imán Jomeini y la mayor parte de los dirigentes iraníes tienen la convicción de que la revolución islámica, pese a las grandes pruebas que afronta, acabará imponiéndose. Pero no sólo en Irán, sino también en la vasta franja de países musulmanes que se extiende desde la costa occidental de Africa hasta las Filipinas.

Con esta convicción han resistido los efectos del asesinato del ayatollah Bejesti y de los ministros y expertos gubernamentales, y también con esta certeza se disponen a encarar las elecciones presidenciales que se celebrarán en Irán a partir del próximo 24 de julio. Rayai es el candidato de las principales instituciones políticas y religiosas del clero iraní.El problema que se plantea con estos comicios es el de la configuración y la viabilidad de un Estado plenamente islámico. Se trata de saber cuál va a ser la estructura de este nuevo tipo de Estado amalgamado por el Islam, que hasta hace poco poseía una entidad plural y en cuyo seno los poderes no directamente religiosos tenían cabida.

Con la desaparición política de Banisadr desaparece aquella pluralidad, y la presentación de Alí Rayai como candidato a las elecciones marca el comienzo de la nueva fase de islamización del Estado iraní.

Lo cierto es que elementos ideológicos para lograr estos objetivos no faltan. En el corazón mismo de la doctrina islámica, cuya observación estricta siguen los líderes políticos, parlamentarios y judiciales iraníes, se encuentra la idea de la Umma, la comunidad islámica universal, que conjunta en su unidad la disparidad de lo espiritual y lo cotidiano, los principios y las leyes; la mezquita y el bazar, símbolos de la civilización islámica.

En base a la idea de la Umma, los dirigentes revolucionarios islámicos quieren trascender el esquema bipolar mundial, y su propósito lo resumen en el eslogan, repetido hasta la saciedad: "Ni con el Este ni con el Oeste". Al Este socialista le achacan su ateísmo, y al Oeste capitalista, su carácter "depredador y explotador" del mundo subdesarrollado.

Principios coránicos

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La vieja confrontación entre libertad capitalista e igualdad socialista la resuelven los teóricos de la revolución islámica mediante la justicia derivada de la revelación y de la vida del Profeta, en las cuales se establece que las distinciones sociales han de de saparecer mediante la aplicación de los principios coránicos, cuyo eje es la idea de la unicidad de Dios, la idea de la universalidad igualitaria del ser humano y la convicción en la resurrección.Es la fe en estos tres principios la que alienta las líneas generales de la actuación temporal del imán Jomeini, para el que la distinción entre religión y política, al modo occidental, no es más que una falsa distinción. Es esta fe también la que le hace confiar que la islamización del mundo, que considera una suerte de humanización, acabará con la injusticia sobre la Tierra; es algo irreversible.

Por ello, en todos sus discursos, donde las instrucciones religiosas y las recomendaciones políticas se funden profundamente, jamás faltan referencias a los musulmanes de Africa, del Oriente Próximo y del Extremo Oriente, a los que se insta a conseguir la plena liberación y emancipación políticas a través del Islam. Por ello, tampoco faltan referencias a las superpotencias, permanentemente fustigadas por su prosa, a las que constantemente acusa de haberse olvidado de Dios y de los hombres.

Las diferencias entre los regímenes políticos de las distintas naciones musulmanas son explicadas por los líderes iraníes en función de que han abandonado el Islam, para situarse en la órbita de una u otra superpotencia y satisfacer así los intereses de éstas, contra los intereses mayoritarios de los pueblos musulmanes, que sólo han encontrado en estos poderes explotación y sangre, según las palabras del imán.

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