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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El Parlamento

Se diría que los parlamentarios siguen agachados desde el 23-F. No es que no se portasen todos. aquella noche, con digna valentía o digna cobardía (la cobardía es la manera menos brillante de la elegancia), pero, aunque aquello acabase como un entremés mal rematado por un comediógrafo camastrón, lo cierto es que el Parlamento mismo, no en sus personas, sino como Institución, como tradición, como función, sigue agachado. Santiago Carrillo lo dijo la otra noche en el Siglo XXI, presentado por Luis Apostua:

-Se nos quiere reducir a la función legitimadora de decisiones que nos llegan hechas.

Y se refería a todos los parlamentarios, claro. La vida parlamentaria, que, ya que no categoría, solía tener anécdota, se ha quedado como agachada, interesante, burocratizada, desde la noche triste de Tejero. Por una parte, el stress psíquico/ político está funcionando ahora en el corazón de los diputados. Por otra, Calvo Sotelo es un presidente que disfruta con la soledad del corredor de fondo. Es un corredor de fondo nato. Se fue a visitar a Schmidt, no tanto para acelerar lo de la OTAN como para quitarle un novio a Felipe González. Felipe, galán andaluz, ya ha acudido presto a aquella reja gótica de Europa por volver a pegar la hebra en alemán. Parecía que los de la CEE estaban en plan borde, y que, en cambio. lo de la OTAN estaba chupado. Pues bien, resulta que la OTAN tiene que pensarlo, a su vez. España siempre ha ido de estrecha por la vida, y se la ha considerado más.

Tiene razón la izquierda cuando dice que el ingreso en la OTAN vendría a descompensar un neutralismo español de medio siglo. Los países pobres, como las señoritas de escasos medios, no tienen otro tesoro ni dote que su virtud. Nuestra virtud era nuestra neutralidad.

En el Parlamento ya no cantan las autonomías como cantaban. El bable y el asturianismo cantan ahora, verdemelancólicos, en el último single de Víctor Manuel, y esta vuelta de los cantautores folk, de los lírico/ autonómicos, puede significar exactamente un retroceso de las autonomías administrativas. Cada diputado, desde el 23-F, tiene la sensación de que se sienta en su escaño entre un banquero y un bombero. Mis lectores y corresponsales más apasionados, los de la dudosa y honrada ortografía (una hache mal puesta siempre es una prueba de buena fe), me escriben ahora sencillamente desesperados y, por supuesto, ponen más faltas que nunca. En lo que primero se conoce el desencanto del personal es en la depresión de la ortografía. Los rojos quieren traer a Delibes a hablar a sus santuarios. Esto es una prueba de sensatez y buen gusto literario, pero también de moderación. Este periódico va a celebrar su quinto año triunfal /descomunal/inaugural con un verbenón en el que ya me suenan los organillos posmelancólicos de una democracia que sólo sale de noche, por si acaso. Recuerdo aquella mañana inaugural de hace cinco años, con una alegre luz de estraza, en que EL PAIS era colada de todos los quioscos para vehicular la democracia. Pero resulta que, en efecto, el mensaje es el medio, y nuestro periódico, que sólo había nacido como un medio para el mensaje dem6crático, se ha convertido en uno de los pocos frutos democráticos logrados, granados, granjeados y saneados. Esto, que nos alegra como periodistas, nos desertiza como demócratas. El Parlamento vuelve a ser de papel -toda la Prensa, o casi-, como cuando no había Parlamento.

Hasta la ucedé, minoría mayoritaria en el Parlamento, tiene hoy más marcha fuera de él, en el congreso de sus jóvenes. Fraga y cualquier parlamentario notable dicen sus cosas mejores por ahí, por provincias, en los periódicos o los coloquios. A casi nadie le interesa torear en la plaza partida del hemiciclo. A las figuras hay que seguirlas en sus giras, como las «Peñas Litri» seguían al Litri. El Parlamento sigue agachado.

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