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Reportaje:Paralización de la reforma agraria portuguesa / 1

El Alentejo, entre la desesperación y la resistencia

El Alentejo es una de las zonas más deprimidas de Portugal y, sobre todo, la región políticamente más crítica. Hace varios meses comenzó la devolución de las tierras ocupadas a sus antiguos propietarios y arrendatarios, y rara ha sido la semana en la que no ha habido enfrentamientos entre la policía y los ocupantes, que se resistían a abandonar sus tierras. Ayer, cuatro campesinos resultaron heridos por la Guardia Nacional durante una operación de devolución, de una finca de Arraiolos, zona de reforma agraria. Horas después, diputados socialistas y de la mayoría estuvieron a punto de llegar a las manos, en el Parlamento, discutiendo este mismo problema.

Grandola, vila morena, el título de la canción que fue santo y seña de la revolución portuguesa de 1974, es también el nombre de un pueblo alentejano, en plena zona de reforma agraria. En la placa colocada a la entrada del burgo una mano rabiosa ha tachado con un borrón negro el nombre de «Vila morena» y escrito «Grandola libre ».La liberalización anunciada por los Gobiernos socialistas y llevada a cabo con energía redoblada por el nuevo Gobierno está patente en el cuadro instalado en la sede de la Unión de Cooperativas Agrícolas de Grandola. De las trece cooperativas de la región, con un total inicial de 14.446 hectáreas, subsisten actualmente doce, con un área inferior a 8.000 hectáreas.

Dos cooperativas han desaparecido, y la ofensiva no terminó: hay todavía muchas reservas por entregar a sus antiguos propietarios (o a sus herederos, lo que multiplica el número de operaciones) o a quien pueda probar haber alguna vez alquilado, o subalquitado, o cultivado, o explotado de alguna forma estas tierras. El complicado sistema de explotación, semifeudal, de es tos vastos secanos, propiedad de unos pocos latifundistas absentistas, es una junta que favorece todo tipo de manipulaciones.

Ni en diez años los tribunales conseguirán finalizar los centenares de expedientes que tienen para juzgar. Entre tanto y hasta que se prueben o no eventuales ilegalidades, van siendo entregados los cortijos, el ganado, las máquinas.

Llegan los funcionarios del MAP (Ministerio de Agricultura y Pescas) protegidos por un fuerte dispositivo de la Guardia Nacional. El reservatorio firma el acto de toma de posesión, los responsables de la cooperativa se niegan a firmar y anuncian la entrega de un recurso al Servicio Regional de la Reforma Agraria. Los trabajadores, rurales se juntan, protestan. A veces, por unas palabras groseras o por unas vacas que fueron compradas por la cooperativa y que el agrario quiere arebanar con el resto, surge el incidente, las pedradas, las cargas y también a veces los tiros, y entonces caen dos muertos, como aquel día en Montemor.

«¿Los guardas? No todos ellos son malos», asegura el pastor de una cooperativa. «Algunos, que están aquí hace mucho, hasta dicen que comprenden a la gente... El teniente hasta andó con nosotros en las ocupaciones. Recuerdo haberlo visto cargar ganado a cuestas... Ahora dice que las órdenes son para ser cumplidas. »

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Cultivados como antes

Sin embargo, alrededor del pueblo, los campos están cultivados como el año pasado. Más aún: el vasto matorral que ví hace tres años es hoy un campo labrado, donde a pesar de ser domingo, un tractor y un grupo de mujeres preparan la tierra para sembrar los tomates, y más allá, un campo de arroz. Preguntamos al tractorista a que cooperativa pertenecen las tierras. Duda un momento, pero se decide: «Son, o antes eran, de una cooperativa, pero fueron entregadas el año pasado. Aquí, entregaron reservas hasta hartarse y la gente se quedó sin nada. Hasta las vacas, que eran nuestras, se las llevaron. Pero compramos otras. En unas decenas de hectáreas que nos quedaron, sembramos pastos para ellas.

La gente no quiere estar parada ni morir. de hambre... Que se lleven, si quieren, el corcho, que es lo único que les interesa...

El corcho: aquí, en Grandola, como en todas las tierras pobres del Alentejo, es el objeto de todas las codicias.

El técnico agrícola de la Unión de Cooperativas (un único técnico, voluntario, para estos millares de hectáreas), explica el problema Durante décadas, el corcho fue la principal fuente de lucro de los latifundistas. Con una mano de obra diminuta, era fácil sacar unos millares de arrobas de corcho cada año, de los buenos. El resto, los terrenos que no eran reservados a cotos de caza, eran arrendados a algún ganadero, que era libre de subarrendar, a veces únicamente por el tiempo de una cosecha o seara (a los seareiros).

Hoy, con el aumento del precio del petróleo, el corcho sube en los mercados mundiales. La arroba (quince kilos de corcho de primera ya llega a los ochocientos o mil escudos -de mil a 1.300 pesetas-). Un capital capaz de despertar el interés de cualquiera, y que garantiza-mayor rendimiento que la hipotética indemnización. por el Estado de las tierras expropiadas. De allí el repentino interés por las reservas. Los trabajadores (la mayor parte de ellos analfabetos y sin otra calificación profesional que la de braceros) se inclinan a aceptar el trato: tomen el corcho, déjennos la tierra para cultivar. Pero, en términos técnicos, el arreglo es una burla: el corcho es la única fuente de capitalización, el producto de la venta imprescindible para cualquier plan de inversiones, de compra de máquinas, de modernización agrícola.

«No es que los salarios sean mucho», nos cuenta una mujer, «el mínimo nacional, y a veces ni siquiera esto, pero las hortalizas producidas en la cooperativa son gratuitas, y el almuerzo preparado colectivamente, cuesta diez escudos (trece pesetas). Nunca conocieron vida mejor, y algunos ya empezaron a construir la casita, tienen los hijos en el colegio. Lujos jamás soñados. Ahora, está todo parado. ¿Qué va a ser de nosotros?

Lisboa y ellos

«No daremos nuestro voto. Han de saber lo que la gente quiere.» Ellos... La gente... El Alentejo vive hoy este desgarramiento. «Ellos», son esos señores de Lisboa, que no saben lo que se vive aquí, y que pueden ser del Gobierno Sa Carneiro, o del de antes, el socialista, o los de años atrás, y también este señor agrario, que pasa en su Mercedes y que saluda ruidosamente a nuestro pequeño grupo parado al borde de la carretera. ¿Por qué será qué los pocos vehículos que se ven por las carreteras del Alentejo son tractores o Mercedes?

«Alguien, en Lisboa, tiene que darse cuenta. Alguien debe tener que olvidarse de nosotros. Escriban que no queremos hacer mal a nadie. La tierra es ancha y da para todos, para nosotros y para que sobre para los demás. Alguien debe ver esta miseria. Creen que el trabajo es su mejor argumento: i esto está cultivado, tal vez no lo quiten... De momento, quieren explicar la pacífica marcha sobre Lisboa, de la que hablaba Otelo el pasado domingo. De momento, mañana, dentro de seis meses... Tenemos que recuperar lo que es nuestro: las cosechas, las vacas... Las máquinas que están escondidas en otras cooperativas han de volver a trabajar..., Si no.., tendrá que ser a fuego y sangré, esto se convertirá en una gran revuelta, aunque me maten...

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