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La expulsión del alcalde de Nablus puede sabotear la paz egipcio-israelí

Los israelíes están pendientes de la decisión del Tribunal Supremo, que puede, bien ratificar la decisión del Gobierno de Menahem Begin, relativa a la expulsión del alcalde palestino de Nablus, la principal ciudad de Cisjordania, o inflingir un nuevo duro golpe a Begin, como en el caso de su sentencia, que ordenó el desmantelamiento de la colonia judía de Elon Moreh. Este suspense, afirman, no deja dormir al primer ministro, en espera de una decisión que puede causar graves problemas al proceso de paz con Egipto.Si Bassam Shakaa, alcalde de Nablus, es expulsado, «pueden estallar en cualquier momento manifestaciones palestinas e incluso graves motines», según ha afirmado a EL PAIS un experto israelí del Gobierno militar de Cisjordania. Señala que en esta ocasión no sólo la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) hace llamamientos a la desobediencia civil de los habitantes de este territorio ocupado y a «la resistencia contra los planes de autonomía del régimen israelí», sino que lo mismo hacen la emisora jordana y la prensa de este vecino país.

El ministro de Defensa, Ezer Weizman, votó a favor de la decisión que. confirmó la deportación del alcalde de Nablus, sin ninguna satisfacción. «Dar marcha atrás suponía una manifestación de debilidad ante las amenazas de los alcaldes palestinos», afirmó Weizman al justificar su posición. «Sobre todo, porque es ya demasiado tarde», añadió, «para dar un paso atrás sin perder la cara.» Es decir, en Oriente Próximo se puede perder todo, tierras, batallas, incluso guerras, salvo la cara. Es decir, el honor.

Sin embargo, Weizman calla que ha votado esta medida con desolación y lleno de aprensiones sobre un futuro que «hay que volver a rehacer», como ha declarado a la televisión, después de un largo período de calma relativa en los territorios ocupados. Ahora, las relaciones entre el Gobierno y los palestinos de los territorios ocupados se encuentran en su nivel más bajo.

Una llamada telefónica

Todo este grave caso comenzó un domingo. Bassam Shakaa llega al ayuntamiento y apenas tiene tiempo de sentarse detrás de su despacho cuando suena el teléfono. Al otro lado del hilo está la secretaria del gobernador militar, que deja un mensaje urgente: el general Matt, coordinador de los territorios ocupados, llegará el martes a las once y media en punto y quiere entrevistarse con él. El alcalde acepta esta extraña propuesta, ya que lo habitual es despachar los problemas municipales con el gobernador de Nablus.El general Matt recibe al alcalde de Nablus en su despacho, en presencia de ofíciales de su estado mayor. La conversación se centra, en principio, en los problemas económicos de Nablus, para pasar luego a las condiciones de los detenidos en las cárceles, Camp David y el proceso de autonomía. Repentinamente, el general Matt pregunta: «¿Qué piensa usted de la matanza de la ruta costera de Tel Aviv?» Se trata del atentado cometido, por un comando palestino en marzo de 1978, en el transcurso del cual 34 pasajeros de un autobús secuestrado por los palestinos resultaron muertos.

¿Cuál fue la respuesta de Bassam Shakaa? Según la versión aparecida en la prensa -se desconoce si fue el propio general Matt o algún oficial bajo sus órdenes quien la difundió-, el alcalde de Nablus habría aprobado y justificado sin reservas la matanza.

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La opinión pública israelí, conmocionada, se encoleriza. Varios diputados y comentaristas piden la cabeza de Shakaa. El Gobierno militar anuncia la decisión de expulsar al alcalde. No obstante, la esposa de éste, viendo lo que se le venía encima, apela ante el Tribunal Supremo contra el decreto de expulsión, que admitió a trámite la querella.

Declaración falsificada

Weizman se muestra ciego de ira. Comprendió inmediatamente que la imprevista publicación por la prensa de una conversación privada era resultado de una «fuga» provocada y calculada. ¿Con qué fin? ¿Para comprometer a Shakaa irremediablemente, hacer posible su expulsión y provocar una explosión de cólera en los territorios ocupados; esto es, sabotear las conversaciones con Egipto sobre la autonomía?El ministro de Defensa israelí está convencido de ello. Tanto más porque las frases del alcalde de Nablus, recogidas por la prensa, fueron aisladas de su contexto y exageradas conscientemente. En pocas palabras: fue una falsificación.

Los dos grandes periódicos que publicaron las declaraciones de Shakaa, Haaretz (independiente) y Yedioth Aharonot, se dieron cuenta de que habían sido utilizados; consiguieron la transcripción total de la conversación y la publicaron íntegramente.

De esta transcripción resulta que Shakaa no condenó el terrorismo palestino, como le apremiaba el general Matt. Pero el alcalde tampoco «se identificó totalmente con los asesinos de mujeres y niños», como se había pretendido.

El principal resultado de esta provocación ha sido unir a todos los palestinos y a los alcaldes de los territorios ocupados en tomo a la OLP y reforzar la influencia de las tendencias más extremistas en Cisjordania y Gaza. Incluso los alcaldes más moderados han unido su voz a la de los más radicales.

La mayoría de los alcaldes parecen compartir la idea de que la expulsión de Shakaa forma parte de un complot israelí para decapitar el liderazgo pro OLP en los territorios ocupados, -y facilitar la implantación de la autonomía pretendida por el Gobierno Begin. Sin embargo, esto tampoco ha ocurrido así, porque la población palestina ha apretado filas en tomo a la OLP y escupe a Israel sus planes autonómicos.

El propio Weizman sospecha que el objetivo de todo este asunto sería sabotear el conjunto de todo el proceso de paz con Egipto. Para los «duros» del Gobierno y del Ejército, la evacuación total del Sinai y el fin de la política de colonización constituyen un «precio demasiado caro» para Israel, a cambio de la paz con Egipto. Aquí puede estar la verdadera apuesta.

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