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Deshielo entre Estados Unidos y Marruecos

El rey Hassan II de Marruecos recibió ayer durante dos horas a una delegación nortemericana presidida por el senador y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, Jacob Javits.Numerosos funcionarios y diputados norteamericanos acompañan en su visita a Javits. El primer ministro marroquí, Maati Buabid, y los consejeros reales Reda Guedira y Driss Slaui estuvieron presentes en la entrevista.

Es la segunda vez en pocos días que el rey Hassan II recibe a una importante delegación norteamericana. A principios de esta semana acogió al subsecretario para la Defensa, Charles W. Duncan, a quien también acompañaban numerosas personalidades.

Estas visitas, que suceden a la que realizara en marzo la secretaria de Estado para el Comercio, Juanita Kreps, parecen marcar el inicio de un cierto deshielo en las relaciones entre Washington y Rabat.

Al parecer, Estados Unidos ha revisado su actitud con respecto a este país, sobre todo después de la visita del rey Hassan II a Washington a fines del año pasado.

Hasta ahora Marruecos se había quejado de la poca respuesta norteamericana con respecto al conflicto del Sahara, en particular en lo que concierne a un importante pedido de armas por parte marroquí. Washington había condicionado hasta ahora la venta a unas garantías determinadas de que no serían utilizadas en el Sahara. Purante su pasada estancia en la capital norteamericana el rey Hassan II había dicho que «no podemos aceptar condiciones sobre el uso de unas armas que pagamos en dólares».

La posición norteamericana parecía obedecer al deseo de las dos grandes potencias de mantenerse al margen del conflicto del Sahara. Ahora Estados Unidos está dispuesto a modificar su actitud con respecto a esas armas, según parece, a cambio de un apoyo político.

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Washington necesita el apoyo de Rabat para lograr que Arabia Saudita, decepcionada por el poco respaldo norteamericano al sha, no vaya demasiado lejos en su bloqueo contra el presidente egipcio, Anuar el Sadat. Los acontecimientos en el golfo Pérsico, tras la caída del sha, parecen aconsejar a Washington un estrechamiento de relaciones con Marruecos.

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