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La "fuerza del cambio" ecuatoriana

El nuevo presidente electo ecuatoriano, Jaime Roldós Aguilera, ha sido definido como «la fuerza del cambio». Abogado, nacido en Guayaquil, ha sabido reconstituir el Partido Populista y hacerlo ganador en las primeras elecciones libres desde hace nueve años.Roldós Aguilera ha llegado a la cima de una carrera política jalonada de éxitos, que tuvo su penúltimo esplendor en julio del año pasado al ganar la primera ronda de las elecciones presidenciales.

Hasta llegar a la cúspide de la Concentración de Fuerzas Populares, grupo político que le ha llevado a ganar la elección, Roldós, desde sus tiempos de estudiante, ha estado siempre en la primera fila de los líderes de su país. Primero como presidente de la Federación de Estudiantes de Enseñanza Secundaria de Ecuador; luego, en la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios de Guayaquil, dirigente de los abogados de esta población y secretario ejecutivo de la Confederación Andina de Abogados.

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Obtuvo escaños parlamentarios en 1968 y 1970, coordinando su trabajo político con las labores en la Universidad, donde ejerció como profesor y vicedecano de la facultad de Derecho.

Cuando la Concentración de Fuerzas Populares le designó como candidato presidencial el año pasado, esperaban que su fácil oratoria, una simpatía casi innata y la juventud atraerían a bastantes electores como así ha sucedido.

En el plano político, Roldós Aguilera es un político progresista talante nacional, que aspira a otorgar participación económica a las clases menos favorecidas del país, así como llevar a cabo una política nacionalista con el petróleo.

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Roldós ha prometido organizar un Gobierno de concentración, no de partido único, que intente consolidar la democracia, aunque el eje de su Gobierno será la Concentración de Fuerzas Populares (CFP), en quien han depositado su confianza los ecuatorianos más desfavorecidos.

La situación social en Ecuador es lamentable. El 75% de la renta nacional recae en menos del 20% de la población. El resto sobrevive con salarios mensuales de poco más de 5.000 pesetas y la situación de los obreros subempleados es aún peor. Problemas heredados de 150 años de historia que sin duda tienen una solución a largo plazo.

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