_
_
_
_
_

Los cardenales coinciden en señalar la dificultad del próximo cónclave

Juan Arias

Con los solemnes funerales y entierro del papa Juan Pablo I, que se celebrarán esta tarde en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, con asistencia de representaciones oficiales de las iglesias y Gobiernos de todo el mundo, comienza el programa del novenario, según lo establecido por la congregación general de cardenales en su reunión de ayer, a la que asistieron purpurados. La ceremonia fúnebre estará presidida por el cardenal Carlo Confalonieri, decano del sacro colegio cardenalicio.

Más información
Ningún jefe de Gobierno asistirá a los funerales del Papa

Empiezan a llegar a Roma los primeros cardenales extranjeros que participarán en la elección del sucesor del papa Luciani, muerto repentinamente después de sólo 34 días de pontificado. Los primeros que aterrizaron fueron el cardenal Timothy Mannig, arzobispo de Los Ángeles, y el cardenal arzobispo de Boston, Humberto Medeiros. Mientras ellos llegaban a Roma, el cardenal, Benelli, una de las figuras claves de la elección del papa Luciani y uno de los papables en el nuevo cónclave, celebraba Lisieux una conferencia de prensa trazando la línea del nuevo pontificado.En Génova, el cardenal Siri, que fue el candidato con mayor número de votos en la primera votación del último cónclave, y que es un personaje de primer orden de la derecha curial, ha declarado que este cónclave será más largo que el anterior, «más ponderado». Siri, en vísperas del cónclave anterior, había declarado a la televisión que el cónclave sería «brevísimo». Tanto en los personajes extranjeros que llegan a Roma como en los cardenales italianos empieza a advertirse un común denominador: están descompuestos ante lo que ellos llaman «el golpe de fe» que han recibido. Reaccionan casi todos refugiándose en el misterio de Dios, que es inexcrutable, y en la necesidad de «rezar mucho» para conocer lo que la providencia ha querido decirles con esta muerte repentina después de la borrachera de felicidad y de triunfalismo de un cónclave relámpago que dio al mundo la imagen de una Iglesia «unida» y a ellos la satisfacción de haber sentido tangible «la inspiración del Espíritu Santo».

El increíble despertar religioso que este Papa ha realizado en sólo 33 días, devolviéndo a la Iglesia su antigo prestigio de poder religioso, los cardenales lo han podido tocar con la mano viendo la fila interminable de gente que bajo la lluvia ha esperado hasta cuatro horas para pasar delante del Papa difunto sólo unos segundos. El mundo eclesiástico, que empieza a sentir un cierto complejo de inferioridad al final del pontificado de Pablo VI, con las grandes tensiones en el seno de la Iglesia católica y la gran hemorragia de sacerdotes, religiosos y seglares que se pasaban a militar en las filas de la izquierda marxista, se ha dado cuenta que un Papa popular, sólo religioso, sin dimensión ni angustias políticas, puede dar de nuevo vida a la componente «sacral» de la Iglesia, a recuperar sus «certidumbres» y su base tradicional. En un artículo aún inédito del papa Luciani, días antes de ser Papa, se quejaba de que a los jóvenes no se les hablase del pecado y del infierno, condenaba «la otra teología» y contaba una anécdota del catedrático De May, de la Universidad de Mainz: durante la guerra May encontró una iglesia enorme a la que asistían al culto sólo algunos protestantes. Le preguntó al sacristán el por qué de una iglesia tan grande para tan pocos fieles, y el sacristán respondió: al principio la iglesia estaba llena, pero vino un párroco que dijo que Jesucristo era hijo de Dios, después vino otro afirmando que Jesús era sólo un hombre, y al fin vino uno de Tubinga y dijo que Jesucristo ni había existido, y comentó el sacristán: «Si ni los curas se ponen de acuerdo sobre lo que hay que creer, para qué vamos a ir a la iglesia.»

El cardenal de Los Angeles afirmó ayer abiertamente que la Iglesia necesita un Papa «pastor» y que existen muchos en el cónclave que poseen estas cualidades. También el cardenal de Boston dijo que es indispensable que el nuevo Papa sea un hombre pastoral, pero añadió que debería unir a esta cualidad un mínimo de «preparación curial» y que sea capaz de ver los grandes problemas del mundo de hoy «con competencia y con gran preparación cultural». Otros, como Araujo Sales, arzobispo de Río de Janeiro, piensan que la experiencia y el carisma del papa Luciani son «irrepetibles», que ningún Papa puede ser una copia de los otros y que el Espíritu Santo aún no se sabe lo que tendrá preparado esta vez a los cardenales, ya que la vez anterior «sorprendió a todos».

A quienes empiezan a dar publicidad al cuadro clínico de los cardenales (del cardenal Siri, el gran tradicional que es el único que participará con este en cuatro cónclaves ya se ha publicado que tiene trece de presión y 65 pulsaciones al minuto), el cardenal Benelli señaló en su conferencia de prensa en Francia que un infarto es hoy algo imprevisible y que, en realidad, tanto Pío, XII como Pablo VI eran más enfermizos que el papa Luciani. Dijo también Benelli que el nuevo Papa deberá enfrentarse con los dos «extremismos de la Iglesia: el conservador y el progresista» y que la Iglesia puede dialogar con los comunistas, pero no con la «ideología marxista».

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_