No se vislumbra solución para el problema del Ulster
Un joven irlandés de veintiún años, Shane O'Doherty, ha sido condenado en Londres a cadena perpetua como autor del envío de 23 cartas explosivas que en 1975 recibieron diferentes personalidades británicas.
La sentencia fue dada a conocer al mismo tiempo en que el Parlamento de Dublín, en la República de Irlanda, aprobaba medidas para combatir el terrorismo, y el primer ministro Callaghan nombraba al ex ministro del Ejército, Roy Mason, secretario de Estado para Asuntos del Ulster. Mason, como su antecesor, Merlyn Rees, va a Irlanda del Norte con el propósito de acabar gradualmente con la presencia del Ejército en el territorio. Parece que las condiciones en que sigue la situación del Ulster no hacen adivinar ninguna solución rápida en ese sentido. El Ulster sigue siendo un polvorín. Para los conservadores, la violencia está animada por fuerzas socialistas extranjeras; para el IRA, por la permanencia de las tropas británicas en la provincia. En medio del conflicto, el caso del joven irlandés condenado a cadena perpetua, -puesto que, dijo el juez, la horca ha sido abolida- es otro ejemplo de la imposibilidad de un entendimiento entre las distintas facciones en lucha.O'Doherty, que era un estudiante de química de la Universidad de Dublín, escribió al principio de su primer ensayo escolar, cuando sólo tenía seis años: «Quiero morir por Irlanda».
A los dieciocho se unió a los provisionales del IRA. Utilizando sus conocimientos químicos se convirtió pronto en el principal experto en explosivos de la organización militante católica.
En un piso de Londonderry, muy cerca de donde vivían sus padres, que creían que Shane seguía estudiando en Dublín, el joven químico preparó los más sofisticados artefactos, algunos de los cuales inventó él mismo.
Se especializó en cartas explosivas. Durante el verano de 1975, envió 23 a otros tantos políticos, sacerdotes, jueces y funcionarios británicos. Ninguno de los objetivos de sus bombas postales murió. Sin embargo, su novia falleció cuando uno de los artefactos preparado por Shane explotó inesparadamente en el piso que ambos ocupaban.
Desde que comenzó el juicio en el que se le ha condenado a cadena perpetua, O'Doherty se negó a reconocer al jurado, se definió a sí mismo como un «soldado, prisionero político del Ejército de ocupación» y pidió perdón por los daños que pudo haber causado a «los trabajadores ingleses» que en algunos casos abrieron las cartas que él envió.
El caso de O'Doherty, -desde los seis años se propuso, luchar hasta la muerte por Irlanda-, es un reflejo más de la situación que se respira en el Ulster. Los sucesivos Gobiernos que han querido resolverla se han encontrado con que el enfrentamiento es irrefrenable: si los combatientes decrecen en número, se hacen más efectivos desde el punto de vista de la técnica.
El propósito de los laboristas con respecto a la provincia es el de crear, las condiciones para hacer posible la salida del Ejército del territorio. Cuando tomó posesión de su cargo de ministro para Asuntos del Ulster, Merlyn Rees dijo: Mientras tengamos que mantener aquí las tropas, el Gobierno habrá fracasado.
Pero las tropas siguen allí, y no se espera que su sucesor, Roy Mason, que ha sido hasta ahora ministro del Ejército, pueda superar lo que Rees ha logrado por devolver un cierto estado de normalidad callejera a Irlanda del Norte.
Mason, además, ya se encuentra con la oposición de algunos grupos políticos moderados de la provincia. Gerry Fitt, del Partido Socialdemócrata Laborista, de tendencia republicana, ha dicho que el nuevo encargado de los Asuntos del Ulster es un hombre poco de fiar porque como ministro del Ejército no ha tomado medidas disciplinarias contra los soldados acusados de maltratar a ciudadanos irlandeses.
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