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Mínimo consuelo para el Madrid ante el Rayo

El Real supera por la mínima a un frágil rival, primero enganchado a Benzema y luego, como en el tramo final en Huesca, aliviado por Courtois (1-0). Con el personal mosqueado, Isco fue suplente

FOTO: Benzema dispara para marcar el gol de la victoria en el Bernabéu. / VÍDEO: Declaraciones de los entrenadores tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: JUAN MEDINA (reuters) / atlaS
José Sámano

A costa de los dos últimos, Huesca y Rayo, el Madrid sigue con el gancho en la cumbre de LaLiga. No es un cabildo futbolístico, sino un conjunto pendular, pero ante rivales como el equipo oscense o el vallecano aún se basta, aunque sea por los pelos. En su nomadismo, el Madrid tanto sale airoso del Alcoraz con la nuez anudada como tirita a última hora en Chamartín ante el Rayo. Con la percha de Benzema puso el partido a sus pies, pero su destino final estuvo en las manos de Courtois. Del primer Benzema al último Courtois, el Madrid fue incapaz de concretar su supremacía.

A este Real no hay quien le entienda. Se enreda cuando juega mal y hasta cuando parece sobrevolar sin rasguños ante un Rayo animoso y sudoroso, nada más. El grupo de Míchel, con una victoria en los últimos 14 partidos oficiales, está en los huesos. Le falta mucho de todo, contundencia en las áreas y muleta en el tránsito. El regreso a Primera le está resultando una aventura lunar.

En el Bernabéu, el Rayo certificó milimétricamente su porosidad. Como prueba el gol de Benzema. El francés ilustró al personal —incluidos sus perpetuos cicutas de la grada— con un tanto que le tuvo en el origen y en la traca final. Como punto de partida el costado izquierdo del medio campo. Benzema citó a Lucas Vázquez, en la otra orilla, con un pase tan clínico como kilométrico. Lucas apenas levantó el mentón y se encontró con que este Benzema, ligero, con buenas piernas y la mente despejada, ya estaba en el balcón del área visitante reclamando un pase terminal. Lucas ajustó la asistencia y el francés se desmarcó entre cuatro centrales rayistas, parasitados y horriblemente escalonados, como si fuera un grupo de forasteros recién presentados.

El madrugador gol de Benzema tuvo un efecto inicial sedante para un Madrid sometido al escrutinio de Chamartín. Alrededor de un profético Benzema, fluyó adecuadamente el cuadro de Solari. Con Lucas revoltoso y a destajo, geométrico Kroos, picante Modric... Y, en su línea del último mes, categórico Llorente, un centinela para el grupo. Frágil el Rayo, al Madrid solo se le resistía el segundo gol. No siempre aparece un Benzema para asistir y culminar. Lo tuvo Asensio, en un duelo esgrimista con el macedonio Dimitrievski, pero el portero le ganó la partida. Lo mismo sucedería en el segundo acto. Al balear le puede una realidad que parece irreal. A los 22 años, sus espléndidas condiciones bien merecen una paciente espera. Aún cabe pensar que Asensio está por llegar. Pero el fútbol va a toda mecha y el mañana es anteayer.

Zurdazo al poste y gol anulado

Dos cabezazos de Velázquez alteraron la paz de Courtois. Pero nada hacía sospechar que el duelo finalmente fuera intrigante. Y menos cuando Kroos estrelló un zurdazo en el poste. El Madrid jugaba al solitario.

De vuelta del intermedio, Míchel intercambió a un central por otro (Abdoulaye por Gálvez) y un delantero explosivo por un gobernador de medio campo (Bebé por Medrán). La zaga ganó firmeza. Pero no varió el observatorio general de la contienda. Trasteaba el Madrid cerca de la meta ajena y resistía el Rayo lo suficiente como para que el tiempo menguara a su favor.

Un juez de línea anuló con vista un cabezazo a la red de Sergio Ramos. Pero el Madrid no cerraba el choque, lo que siempre es un contratiempo, por más que cualquier diana del Rayo pudiera suponerse un espejismo absoluto. El fútbol tiene guiños imprevistos. Uno lo evitó Courtois, firme en un disparo de Bebé desde el barrio de Vallecas.

Benzema y Asensio, atendidos

Sin dar con el remedio para evitar cualquier sobresalto, Solari relevó a Asensio, al que se vio atendido con hielo en el banquillo, y poco después a Benzema, el jugador ancla del Madrid en esta jornada, que se lastimó un tobillo. Con Isco suplente toda la jornada, en el último tramo, el papel de atacante final le correspondió a Vinicius, todavía un becado en Valdebebas. Incapaz de abrochar del todo el partido, el conjunto local se había sentido más agobiado frente a Dimitrievski que ante Courtois. Salvo en los parpadeos finales.

De repente, ya en el tiempo añadido, el equipo de Solari requirió de su portero belga. En la misma jugada, Courtois frustró el empate del Rayo, que lo tuvo a un palmo con sucesivos remates de Alex Alegría y Velázquez. Levantado por Benzema y sostenido por Courtois el Madrid despidió el curso en el Bernabéu rumbo al Mundialito. Por el camino dejó sensaciones contradictorias. Es un tiro al aire. Lo mismo se angustia cuando juega mal —en Huesca— que cuando mejora —ante el Rayo—. Con o sin Isco, este Madrid tiene mosqueado al personal.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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