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Vinicius Júnior despega en el Castilla con un doblete ante el Atlético

El atacante brasileño eclipsa el derbi de filiales con dos tantos y se reivindica ante Lopetegui, presente en el Cerro del Espino, con un ejercicio notable de potencia y desborde

Vinicius dispara en su primer gol ante el Atlético.
Vinicius dispara en su primer gol ante el Atlético. VÍCTOR LERENA (EFE)

Una semana de adaptación a sus nuevos compañeros del Castilla y a la que por el momento será su categoría, la Segunda División B, han sido suficientes para que Vinicius Júnior exhiba por primera vez en España algunas de las virtudes que motivaron al Real Madrid a invertir 45 millones de euros en su contratación cuando solo tenía 16 años. Después de un estreno forzado y discreto hace una semana ante Las Palmas B, el brasileño eclipsó el derbi de filiales (2-2) con un doblete en 20 minutos y completó un ejercicio notable de potencia, regate y capacidad goleadora ante la atenta mirada del técnico del primer equipo, Julen Lopetegui, presente en la grada del Cerro del Espino.

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Vinicius fue un dolor permanente para los canteranos rojiblancos. Pegado de inicio al costado izquierdo, apareciendo también por el carril central del ataque, se mostró una y otra vez, jugando de espaldas, a campo abierto, buscando el regate, el espacio o al compañero. Nadie pudo atarlo. Recibió ocho faltas en la primera mitad, diez en todo el encuentro. No fue suficiente. A la que se escapó, en el minuto seis, igualó el encuentro, abierto nada más comenzar por el Atlético en una acción a balón parado. Su primer tanto en un encuentro oficial vestido de blanco sirvió para comprobar que la potencia es su mayor virtud. Arrancó por la izquierda, dejó atrás en la carrera a dos zagueros rojiblancos y definió con sutileza al palo largo tras una buena dejada de su compañero Cristo.

La actuación del chico, que disputó los 90 minutos, evidenció también su predilección por los espacios. Al contrario que su gran referente, Neymar Júnior, al que dice asemejarse, muestra dificultades para quebrar en estático. No es Vinicius un jugador tan plástico como el del Paris Saint-Germain, pero sí manifiesta ser un extremo con aparente facilidad para el desborde a campo abierto. Su segunda acción diferencial ante el Atlético en un contragolpe dio prueba de ello. Recogió la pelota en su parcela, quebró a uno, cruzó con fuerza la medular y le filtró con precisón el balón a Cristo, que estrelló su disparo en el poste. Con la tercera culminó una fulgurante actuación de media hora y volteó el marcador. Recibió escorado, unos pasos por detrás de la frontal del área, y sin levantar la mirada se sacó un disparo seco, al palo largo, que entró por la escuadra de la meta defendida por San Román. Vinicius lo celebró besando el escudo del Madrid en su camiseta y Lopetegui con una sonrisa en las gradas de Majadahonda.

"Le hicieron infinidad de faltas; hay que defender el talento"

La sensación de peligro era constante cada vez que el atacante, de 18 años, contactaba con la pelota. No se arrugó ni se mostró deprimido, como sucedía a menudo con Martin Odegaard, otro joven talento al que el Madrid decidió foguear en el filial, en su segunda participación en una categoría que se intuye compleja para futbolistas de su corte. No solo por el nivel y el estilo de juego, sino también por la presión de verse obligado a ser superior y la dureza de los rivales. Vinicius lo sospechó a su paso por el Cerro ante un rival que no se encuentra precisamente entre los más férreos del grupo. "Le hicieron infinidad de faltas. Hay que defender el fútbol, el talento. No hay que darle un tratamiento especial a los talentos, pero tampoco ensañarnos", expresó Solari, expulsado tras el segundo gol del Atlético.

Vinicius se besa el escudo tras su segundo gol.
Vinicius se besa el escudo tras su segundo gol.VÍCTOR LERENA (EFE)

La incidencia de Vinicius decreció en el segundo acto. La defensa rojiblanca extremó la vigilancia sobre el brasileño y este empezó a dar muestras de fatiga. También de frustración. Comedido en sus reacciones, al chico se le empezó a ver molesto por la dureza que emplearon sobre él los colchoneros. Vinicius acabó viendo la cartulina amarilla por una acción en la que el zaguero Tachi lo volteó al suelo, le impidió levantarse y terminó propinándole un mordisco en la cabeza.

"Tenemos que darle alas para que brille, destaque y oposite a estar con el primer equipo. Mucha gente cree que jugar en la Segunda B es fácil, pero es una categoría muy complicada", explicó el técnico del Castilla. Por el momento, Vinicius progresa adecuadamente.

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