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Andy Murray: un calvario que no termina

Después de reaparecer la semana pasada, tras un año lesionado, el escocés renuncia a competir en Wimbledon debido a sus problemas de cadera: “Es demasiado pronto para jugar partidos a cinco sets”

Andy Murray, durante un entrenamiento en Wimbledon.
Andy Murray, durante un entrenamiento en Wimbledon.Ben Curtis (AP)
Alejandro Ciriza

Londres, en clave absolutamente veraniega este domingo puesto que el termómetro superaba los 30 grados y predominaban las mangas cortas, esperaba con relativa ansiedad el regreso del hijo pródigo. El All England Tennis Club fue el último gran escenario en el que se pudo disfrutar del tenis eléctrico de Andy Murray, hace un año, y se confiaba en que también fuera el marco de su regreso a un torneo de máxima envergadura. Sin embargo, el martirio no termina. La cadera del escocés le frena y le conduce a la prudencia. Dice Murray no sentirse aún preparado para competir en un Grand Slam y a última hora, como un enorme chorro de agua fría, helada para la legión de seguidores británicos, anunció su renuncia a jugar en casa.

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“Con el corazón encogido debo anunciar que no podré disputar el torneo de este año”, expresó a través de un comunicado emitido por la organización, a media tarde. “He hecho progresos significativos tanto en los entrenamientos como en los partidos durante los últimos 10 días, pero hemos decidido que aún podría ser demasiado pronto competir al mejor de cinco sets en este proceso de recuperación. Hicimos todo lo que pudimos para llegar a tiempo”, lamentó el de Dunblane, que en la primera ronda estaba citado con el francés Benoit Paire y que la semana pasada había reaparecido en Queen’s, después de un año en la reserva como consecuencia de una severa lesión en la cadera que le obligó a pasar por el quirófano en enero.

Hasta ahora, las sensaciones habían sido positivas. Cedió el día de su regreso –frente a Nick Kyrgios, en un pulso muy equilibrado– y también en la segunda de Eastbourne –contra Kyle Edmund, después de batir a Stan Wawrinka–, pero el nivel creciente de confianza invitaba a pensar en su presencia en Wimbledon. Su público, la exquisita grada de la Centre Court, se frotaba las manos por el mero hecho de volverle a ver en acción, pero el cuerpo de Murray exige más tiempo; más rodaje, al menos, como para poder rendir al máximo nivel y en un contexto tan exigente como el de la pradera inglesa.

Murray, de momento, prefiere ser cauto. A sus 31 años, el bicampeón del major londinense (2013 y 2016) no quiere precipitarse lo más mínimo y su objetivo es un regreso con garantías mínimas. Su hoja de ruta marca ahora una preparación progresiva de cara a la gira norteamericana sobre cemento y su mirada apunta hacia Nueva York. En agosto, a partir del día 27, arranca el US Open, y es allí donde pretende dar el gran salto. Murray avanza despacio, porque la realidad así lo exige. La de la cadera es una lesión que se ha llevado por delante la carrera de no pocos grandes jugadores y él, dice, quiere seguir disfrutando de su deporte al menos unos años más. De lo contrario, pondrá el broche a una trayectoria que se expresa en un largo listado de méritos, con premios de todos los colores –oro olímpico, Copa Davis, tres grandes, 14 Masters 1000…– y la defensa del número uno durante casi un año, durante su mandato de 2016 a 2017.

“Me gustaría que mis hijos me vieran jugar”, afirmó hace un par de días, “pero siempre y cuando pueda hacerlo adecuadamente, al nivel en el que sería feliz haciéndolo”, apostilló el escocés, hoy día el 156 del mundo. “No voy a seguir jugando tres o cuatro años si no siento que soy capaz de jugar bien, sin dolor, si no disfruto. Amo mi deporte, así que deseo continuar jugando todo lo que pueda, pero debo estar físicamente capacitado”, agregó Murray, el único hombre que ha sido capaz de interponerse durante la última década entre la tiranía de Federer, Nadal y Djokovic; ahora, un campeón que no termina de despejar los interrogantes porque su figura arrastra dos importantes heridas de guerra: la espalda, de la que fue intervenido en 2013, y la cadera, el último lastre.

Wimbledon, al final, se quedará sin ver a su héroe.

FEDERER ABRE LA CENTRAL

Roger Federer será el principal atractivo de la primera jornada. El suizo, ocho veces ganador del grande inglés, abrirá turno en la pista central (14.00, Movistar +D2) contra el serbio Dusan Lajovic en un día en el que también intervendrá Serena Williams, ante la holandesa Arantxa Rus.

Por parte española debutarán Pablo Carreño (Radu Albot), Guillermo García-López (Gastao Elias) y Roberto Carballés (Ryan Harrison). Las dos grandes referencias, Rafael Nadal y Garbiñe Muguruza, se estrenarán el martes, contra Dudi Sela y Naomi Brady respectivamente.

* ORDEN DE JUEGO de la primera jornada (2 de junio).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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