Scariolo: “Nuestra fuerza está en la cabeza y en el corazón, no en las manos y en los músculos”
El seleccionador analiza el reto de la mejor generación del baloncesto español que, después de tres lustros de éxitos, busca coronar su leyenda en los Juegos de Río
En cinco campeonatos como seleccionador suma cuatro medallas: tres oros europeos y una plata olímpica. En mayo de 2015, Sergio Scariolo (Brescia, 1961) regresó al cargo tras un paréntesis de dos años y medio para ayudar a la mejor generación del baloncesto español a coronar su leyenda en los Juegos de Río.
Pregunta. ¿Que reflexiones le dejó el último Eurobasket?
Respuesta. En la primera fase tuvimos el mejor rendimiento ofensivo de la selección en los últimos 15 años, pero nos costó sangre, sudor y lágrimas pasar el corte. Sin embargo, en la segunda fase bajó nuestro rendimiento ofensivo, subió mucho nuestra capacidad defensiva y encadenamos muchos partidos valiosos. Esto es una enseñanza para cuando toque evaluar las cosas. Los criterios para alcanzar el éxito van más allá de lo estético.
P. Muchos de esos éxitos han llegado tras sobrevivir en el alambre.
R. Hay selecciones que empiezan arrasando y terminan fuera de las medallas; otras van de menos a más, como hay que hacer en este tipo de competiciones. Siempre hemos tenido claro que cuando tenemos que estar muy bien es cuando empieza la eliminación directa. Para llegar bien a ese momento no se puede estar bien al inicio. Hay un ejemplo claro. Con Pau Gasol tenemos un cupo de minutos en la primera fase para no encontrárnoslo quemado o en riesgo de lesión de cara a la segunda. Si tenemos a Pau 37 minutos en pista en los primeros cinco partidos probablemente no perdamos ninguno, pero a saber cómo está cuando llegue la hora de la verdad. Hay que tener agallas y saber correr el riesgo de perder alguna batalla para poder ganar la guerra. Hay que saber mantener el equilibrio sobre el alambre. En esa situación hay equipos y personas que sienten vértigo y otros que se encuentran cómodos e incluso extramotivados ante las situaciones límite. Cuando se resuelven bien dan más valor a lo conseguido. Hasta ahora nos ha ido bien.
“Cuando tenemos que estar bien es cuando empieza la eliminación directa”
P. ¿Cómo se dirige a una leyenda como Pau Gasol?
R. Lo que le hace diferente es la capacidad de asociar a su talento un montón de cualidades: trabajar en la prevención de las lesiones; saber preparar a conciencia los partidos en lo físico, lo mental y lo táctico; recuperar los esfuerzos; dosificar las palabras dentro y fuera del campo… Esas cosas vienen de la experiencia, pero sobre todo de saber metabolizar esa experiencia. Los años no te dan esa capacidad automáticamente. Su cerebro privilegiado ha sido capaz de aprovechar todo lo que le ha ido pasando hasta convertirse en un personaje global, más allá del deporte. Es un referente para la sociedad.
P. ¿Qué legado dejará esta generación?
R. La aparición de este grupo de jugadores supuso un antes y un después para el baloncesto y para todo el deporte. Cuando llegué a España encontré un alto nivel de calidad y un bajo nivel de competitividad. Ellos unieron la capacidad de hacer deporte de alto nivel de forma estética y vistosa con la capacidad de ganar. Incorporaron la dureza competitiva, la capacidad de aguantar los momentos complicados, el espíritu de equipo. Esas virtudes no estaban antes y ahora se han extendido a otras disciplinas en buena parte gracias a la inspiración de este grupo.
“La sensación de que podemos estar ante el final de un ciclo nos motiva”
P. ¿El salto de la calidad a la competitividad está en el cerebro?
R. Se puede llegar a ganar por acumulación de talento, pero en cada torneo hay equipos con mucha calidad. En el pasado Eurobasket quizá éramos el tercer conjunto por talento y fuimos capaces de escalar dos peldaños porque la cabeza nos funcionó muy bien. La diferencia la marcan las cualidades morales, emocionales y mentales. Nuestra fuerza siempre ha estado más en la cabeza y en el corazón que en las manos o en los músculos.
P. ¿Las finales olímpicas de Pekín y Londres fueron los dos mejores partidos de la historia?
R. Esos dos partidos son una bonita historia del deporte que guardamos como una gran herencia porque no sabemos si volveremos a vivir algo parecido. La teoría decía que un equipo tenía que aplastar al otro y, sin embargo, en ambas el equipo inferior logró tutear al equipo superior durante muchos momentos. Ahora tenemos que ser leales con la gente y no vender humo, pero tenemos ilusión y ambición por repetirlo. La sensación de que estamos ante un ciclo que puede llegar a su fin nos motiva para alcanzar de nuevo nuestro tope. Ojalá ese tope nos permita lograr una medalla.
P. ¿La generación del 80 vive estos Juegos como un colofón?
R. Tienen muchas ganas de hacerlo bien. Pero a la vez tienen la conciencia de que esto empieza de cero cada año. Lo que hemos hecho solo sirve para indicarnos el camino, pero no nos hace ganar ni un paso. Tenemos una herencia brillante y una base sólida, pero sabemos que hay que volver a empezar, con respeto a nosotros mismos, a los rivales y al juego. El juego está por encima de los nombres, del currículo y de los pronósticos. El juego no miente. Quizá no podamos volver a reunir esta fuerza competitiva en el futuro, pero lo único que importa es el presente.
“Nuestra genética no nos permite tener recambios constantes”
P. ¿Qué debe tener el jugador perfecto?
R. Creo mucho en el liderazgo por contagio y este grupo tiene muchos jugadores que dan ejemplo por su forma de ser, con más hechos que palabras. Aquellos que son capaces de enseñar cómo prepararse, cómo cuidarse, qué decir. Aquellos que saben ser complementarios y también dar un paso adelante cuando se les necesita. Jugadores que asumen con entusiasmo un rol de albañiles cuando en sus equipos son arquitectos.
P. ¿Qué espacio en la historia tendrá este equipo?
R. El dream team tiene una dimensión superior respecto a cualquier equipo terrenal. Dentro de los terrenales, cuando pasen algunos años todos nos daremos cuenta de lo difícil que es mantener durante tantos años seguidos un nivel de competitividad tan alto como el nuestro. El lugar de esta selección estará en el selecto grupo de la gran Yugoslavia y la gran Rusia. Tiene más mérito aun considerando la morfología de la población de nuestro país. No somos de esas razas que constantemente y de manera natural sacan físicos dibujados para jugar al baloncesto. Tiene mucho más mérito porque nuestra genética no da para tener recambios constantes.
“La competitividad es la que crea la mística. El juego no miente”
P. ¿Ha soñado con el recorrido en estos Juegos?
R. Me preocupaba no perder el timón antes de empezar el camino. Que los factores externos no mermaran la preparación. Después la parte deportiva: lo técnico, táctico y físico es la que más fácil nos sale. La competición nos pondrá donde nos merezcamos. Los propios jugadores son los que dicen ‘dejémonos de místicas y de historias’. Lo que hay que hacer es ensamblar un buen sistema ofensivo, una buena estructura defensiva. La competitividad es la que crea la mística.
P. ¿Qué se siente al mirar una medalla?
R. El primer instinto es de adrenalina positiva. El segundo, al instante, es recordar lo que costó ganarla y los obstáculos que hubo que superar.
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