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Una pitada asegurada, ¿libertad de expresión o intolerancia?

En 2009 y en 2012, las últimas dos finales entre Barcelona y Athletic, la hinchada reaccionó con silbidos al himno

Antonio Nieto
El príncipe Felipe aplaude el himno en la final de 2012, en el Calderón.
El príncipe Felipe aplaude el himno en la final de 2012, en el Calderón.Emilio Naranjo (EFE)

En las últimas dos finales de Copa entre Barcelona y Athletic, sus aficiones le dedicaron una sonora pitada al himno nacional. La posibilidad de que esto ocurra esta noche ha provocado los últimos días reacciones de jugadores, políticos, representantes de clubes y del Gobierno. "Se estudia la posibilidad de imponer sanciones si se dan hechos contrarios al ordenamiento jurídico", aseguró el jueves Miguel Cardenal, presidente del Consejo Superior de Deportes. "No se entiende en ningún lugar del mundo que un himno de un país se silbe. Son códigos culturales de las convicciones democráticas, que solo desde una postura autoritaria pueden trasgredirse", opinó Cardenal, un día después. De momento varias organizaciones independentistas repartirán 10.000 silbatos para pitar el himno.

Los precedentes indican que esta noche volverán los pitos. Ocurrió en Mestalla, en 2009. TVE aprovechó ese momento para conectar con San Mamés y emitió el himno en diferido. Como consecuencia, la cadena pública destituyó a Julián Reyes, responsable de Deportes. Poco después, los monarcas volvieron a ser testigos de una pitada al himno en la final de la Copa del Rey de Baloncesto entre Madrid y Barcelona disputada en el Bizkaia Arena de Barakaldo de Bilbao.

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En 2012, volvió suceder en el Calderón y con los mismos protagonistas en el terreno de juego. El himno se comprimió a 20 segundos, pero eso no impidió que las dos hinchadas exhibieran sus silbidos. Antes, también soltaron improperios contra la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

En la última final de la Copa del Rey de baloncesto, disputada en Las Palmas, los aplausos apagaron los silbidos. En la cancha, el Real Madrid y el Barcelona, en las gradas unas aficiones que mostraron sus emociones cuando comenzó a sonar la Marcha de Granadera. La hinchada azulgrana, acompañada de la del Baskonia, comenzó a silbar con los primeros compases, pero inmediatamente el resto del pabellón reaccionó con una atronadora ovación que acompañó el himno hasta el final y borró el abucheo.

Este año y por primera vez, como medida de prevención, el CSD envió al Barcelona, al Athletic, y a la Federación, que organiza el torneo, una carta en la que se le pedía que adoptaran las medidas necesarias para que esto no ocurriera. Cardenal explicó entonces que se podría contemplar "una responsabilidad individual de las personas que puedan llevar a cabo este comportamiento" y que en el "ámbito disciplinario deportivo" la Comisión Antiviolencia "apurará todas las opciones que la legislación concede respecto al organizador del evento y los equipos participantes".

"No organizamos nada. Somos unos invitados y me piden responsabilidad sobre el comportamiento de 37.000 personas que no son nuestros socios", respondió en RAC 1 Carles Vilarrubí, vicepresidente institucional del club azulgrana. "Nosotros pedimos respeto a los himnos y a las instituciones, pero no podemos impedir nada", añadió.

Entre los jugadores, Iniesta no quiso extenderse mucho sobre el tema, pero se refirió brevemente sobre la posibilidad de una pitada en el Camp Nou. "Lo que nos preocupa es el deporte, el fútbol", aseguró. "El que quiera dar su opinión, que la dé", cerró.

La libertad de expresión fue el argumento que esgrimió Ada Colau, candidata a la alcaldía de Barcelona por el partido Barcelona en Comú, ganador de las elecciones municipales en la ciudad. "En democracia es esencial la libertad de expresión siempre que sea de forma pacífica. Harían bien en preguntarse el porqué de las protestas y los abucheos", expresó Colau.

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Sobre la firma

Antonio Nieto
Desde 2018 es redactor de Vídeo de EL PAÍS. Antes, pasó sus primeros cinco años en la sección de Deportes del diario. Es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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