La buena estrella de Iker
El portero salva a La Roja con dos grandes intervenciones en la primera parte y la defensa pone el candado
Iker Casillas salvó ayer a España de encajar dos goles en la primera parte del partido, sacando dos manos de esas que solo parece ser capaz de sacar un tipo como él. Italia se acordará de por vida del portero de Móstoles porque si la Roja llegó viva a la segunda parte fue gracias a Iker, que se ha convertido en una devoción para la afición española y una maldición para la italiana, a la que lleva amargándole la vida tres campeonatos. Primero fue en una tanda de penaltis de los cuartos de final de la Eurocopa de 2008, en Viena; siguió en dos partidos durante la Eurocopa de Polonia y Ucrania, y volvió a aparecer en Fortaleza, demostrando por qué es un portero de leyenda. Si en Viena paró dos, ayer no pudo, pero le valió con que Bonucci mandara el suyo alto. Bastante detuvo durante el partido Casillas, de nuevo titular después de varios meses alejados de los arcos entre su lesión y la suplencia que decidió Mourinho para él en el Madrid. El portero volvió ayer a lo más alto y acabó pidiéndole la camiseta a Buffon tras la tanda. Eran dos viejos rivales de nuevo cara a cara.
El guardameta ha recuperado la suerte: Giaccherini remató al palo en la prórroga
Hasta el inicio de la sofocante tarde de ayer, Iker Casillas se había enfrentado al conjunto transalpino en tres partidos, durante 300 minutos, porque el primero, en Viena, necesitó de una prórroga y penaltis para saber quién se clasificaba para las semifinales de la Eurocopa 2008, tiempo suficiente para que los italianos remataran 34 veces, 13 a puerta. Solo encajó un gol España en esos tres encuentros, coincidiendo con el partido del debut en la Euro 2012, tras un remate de Di Natale.
Maggio y De Rossi la tuvieron ayer, pero dos veces salvó Casillas a la Roja, la primera ante el lateral tras un pelotazo que le ganó la espalda a Alba, la segunda en un remate a saque de una falta que sacó Pirlo y recogió De Rossi tras un fallo en el marcaje de Torres.
Volvió el gran Iker, que no solo ha recuperado la titularidad con España en este torneo de la Confederaciones, sino que también ha sanado de las heridas en el alma que le ha dejado la tortura que ha supuesto para él la relación con Mourinho. Al tiempo, volvió la suerte, que apareció en un remate al palo de Giaccherini ya en la prórroga. Italia puso a prueba defensivamente a España y si apareció Casillas también lo hicieron Piqué y Ramos, perfectos al cerrar por dentro, muy exigidos por los desajustes en los laterales, especialmente en el primer tiempo, y además solventes al final en los lanzamientos de penaltis. Llegaron bien al cruce en los balones largos, todo lo contrario que Alba, que sufrió e hizo sufrir, especialmente en el primer tiempo, seguramente porque no encontró ayudas y porque se posicionó mal. “Ha sido muy difícil porque Italia ha hecho un planteamiento excelente”, dijo Casillas después del encuentro. “Las ocasiones más claras han sido nuestras, pero al final hemos tenido que recurrir a la lotería de los penaltis. Y hemos tenido suerte. Los penaltis han sido perfectos, han tenido pleno acierto hasta que se les ha ido fuera uno”.
Tras los penaltis, el capitán español se acercó a Buffon para pedirle la camiseta
“Una final más es inolvidable para esta generación”, prosiguió el portero. “Ahora estamos muy cansados y queremos descansar. Hemos tenido prórroga y tenemos un día menos de descanso que Brasil. Tendremos que recuperarnos lo antes posible para este domingo porque jugar contra Brasil en Maracaná será muy difícil. Intentaremos hacerlo lo mejor que sabemos”.
Ya lo avisó Ramos: “Tenemos que estar concentrados al 150% porque un detalle decidirá el partido”. Acostumbrados a defenderse con el balón, ayer el combinado español tuvo que arremangarse y achicar agua, sabiendo sufrir a ratos para soportar el chaparrón italiano, que trabajó bien la estrategia. Fue cuando más se vio aparecer a Piqué, para sufrimiento de su compañera, Shakira, que lleva una semana con él —y con su hijo Milan— en Fortaleza, y de su madre, que siguieron nerviosas el partido desde el palco.
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