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Fotografía

Sabine Weiss revisitada

Dos exposiciones revisan la obra de la artista suiza y ponen de manifiesto su versatilidad

El hombre que corre , 1953
El hombre que corre , 1953© Sabine Weiss

Apodada como la última humanista de la fotografía, Sabine Weiss ( Saint-Gingolph, Suiza, 1923) se muestra reacia a cualquier tipo de etiqueta o encasillamiento. “Es solo un término”, señala. “Lo único que he hecho ha sido fotografiar aquello con lo que me tropezaba en la calle y me gustaba”. Mañana, 23 de julio, cumplirá 93 años de los cuales 73 los ha pasado pegada a su cámara. Mientras, dos exposiciones revisan su extensa obra: Le Monde de Sabine Weiss en la galería parisina Les Douches La Galerie y Sabine Weiss en el Château de Tours del Jeu de Paume, que exhibe por primera vez los archivos privados de la artista. “La fotografía ha sido mi vida, destaca la artista al otro lado del teléfono, “Decidí dedicarme a ella a los 19 años. Fue una buena idea”.

“Ha sido la primera vez que ha aceptado abrir sus archivos”, señala Virginie Chardin comisaría de la exposición que exhibe el Jeu de Paume. Descubrí que su obra es mucho más extensa de lo que me imaginaba. Weiss es más conocida por su obra humanista pero existe otra parte de su obra que es desconocida y debe ser estudiada”. Llegó París en 1946. El retratista y fotógrafo de moda Willy Maywald la contrató como asistente, pero su carácter independiente y su ansia por la aventura le hicieron independizarse. Pronto las recomendaciones de Robert Doisneau le abrieron las puertas de la prestigiosa agencia Rapho, y más tarde las de la revista Vogue. Casada con el pintor pop y surrealista Hugh Weiss, (de quien adoptó su apellido, el suyo era Weber) se instalaron en un pequeño estudio- el mismo que habita en la actualidad- El contacto con el círculo de artistas entre los que se encontraban Giacometti, Léger y Braque enriqueció la plácida mirada de la fotógrafa. “Teníamos gas y electricidad, pero no agua. Trabajaba solo por la noche, ya que entraba demasiada luz por los ventanales del estudio. Pero aun así la vida era fácil y simple en aquellos días en París. La guerra había terminado y se respiraba una ambiente de esperanza y camaradería”, cuenta la artista.

Vitrina, París, 1955
Vitrina, París, 1955© Sabine Weiss

El fin de la guerra trajo consigo la ilusoria creencia en una nueva solidaridad entre la gente y las clases sociales. Así la fotografía francesa posaba su mirada en el hombre común, en el día a día de su rutinaria existencia, en aquellos detalles destinados a pasar desapercibidos. Junto con Brassaï, Robert Doisneau, Willy Ronis, Izis y Édouard Boubat, Weiss pasó a formara parte de la llamada escuela humanista de la fotografía francesa. La sutilidad de sus imágenes, alejada de la anécdota, con la que buscaba reflejar la emoción del ser humano de la forma más sobria y sencilla, no pasó desapercibida en el continente americano. “ Es usted muy joven”, le dijo sorprendido Edward Steichen mientras seleccionaba tres de sus fotografías. Estas fueron expuestas en la mítica exposición The Family of Men, culmen de esta corriente humanista. Realizada en el MoMA, pretendía simbolizar la universalidad de la emoción humana.

A lo largo de su carrera, Weiss ha trabajado en distintas facetas de la fotografía: reportaje, moda, viajes, retrato, publicidad y su propia obra artística. Dice no tener predilección por ninguna de ellas. “Sabine Weiss es Sabine Weiss cuando está trabajando. Me siento bien en todas ellas”, señala la fotógrafa.”Cada encuentro es un momento distinto, cada persona reacciona de una manera distinta”. Lo importante es captar la emoción de la persona que está delante de la cámara. Es el momento lo que importa, no la técnica”, destaca la autora. Una de mis fotos preferidas la tomé en España; aquella en la que un niño se cree un caballo. En la boca sujeta una rama, mientras invita a sus amigos a galopar con él.” Sin embargo, Chardin considera que “es en el reportaje, en la calle, cuando observa a la gente, especialmente a los niños, cuando es más ella. Se siente atraída por el teatro de la calle, sin importarle el tema. Habla con la gente, se integra, se ríe. Salir con ella es todo un ejercicio de curiosidad. Se interesa por todos lo detalles y siente un gran placer por ver”.

Mercado de las pulgas, 1953
Mercado de las pulgas, 1953© Sabine Weiss

Destaca en su fotografía la ausencia de un juicio negativo, es quizás este factor el que la diferencia de Doisneau, Ronis o Izis. “Nunca utiliza la ironía, ni juzga, aun teniendo un manifiesto sentido de humor”, añade Chardin. “Su visión y su filosofía no han cambiado mucho a lo largo de su trayectoria, aunque en los 80 y en los 90 se vuelve más tierna y sentimental, centrándose en la soledad, en los momentos que no ocurre nada, cuando los hombres y mujeres parecen estar absortos en sus pensamientos”, observa la comisaria.

93 años no parecen ser muchos para esta gran dama de la fotografía de enorme personalidad, que logró consolidarse en un mundo que durante muchos años fue fundamentalmente masculino. La única mujer fotógrafa que después de la segunda guerra mundial ha trabajado en facetas tan diversas y durante un periodo de tiempo tan largo. Aun sigue activa organizando exposiciones, libros y películas.

Fuego de bengala, Nápoles, Italia, 1955
Fuego de bengala, Nápoles, Italia, 1955

 Le Monde de Sabine Weiss   Les Douches Le Galerie, París.  Hasta el 30 de julio

Sabine Weiss  Château de Tours, Jeu de Paume,  Tours. Hasta el 30 de octubre

 

 

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