La resurrección no es para débiles
The walking dead (emitada en España por la cadena Fox) es una serie de baches, lo cual –a estas alturas- es bastante sabido. Lo es porque parece que en cada temporada hay que echar a alguien del equipo creativo y sustituirlo por otro personaje anónimo que –seguramente- seguirá el mismo camino que el anterior. Esta especie de tendencia empezó con Frank Darabont y da la sensación de que la silla de guionista está electrificada.
La explosión de ese memorable personaje conocido como el Gobernador (un actorazo llamado David Morrissey) y el paso adelante de Daryl Dixon (otra bestia, Norman Reedus) y el gigantesco Michael Rooker han conseguido dotar a la serie de una entidad narrativa que se echaba de menos. Se ha conseguido además que el diseño de producción asuma finalmente su rol (esa prisión tenebrosa que acoge al "equipo" Rick) y que el villano sea todo lo malo que puede ser un villano. Esto último podría parecer banal pero es imposible hacer una serie como The walking dead sin afinar los contrastes y es obvio que –por simple contraposición- nuestra indiferencia por Rick (tan obvia en la segunda temporada) se convierte en empatía al entrar en juego un tipo tan malvado como el Gobernador (vaya un arco argumental el suyo).
Por otro lado, las dos muertes del episodio final ayudaron a equilibrar el balanceque cualquier espectador demanda cuando se trata de una serie de cariz dramático: unos viven y otros se quedan por el camino. Los creadores de The walking dead parecían haber olvidado la regla de oro que un día expuso –con claridad diáfana- el escritor Dennis Lehane, guionista de The wire: "cuando empieces a querer demasiado a tuspersonajes es cuando debes matarlos".
Dicho y hecho, la tercera temporada de la serie no tiene manías a la hora de hacer caer la guillotina en la cabeza de sus protagonistas (nos ahorraremos los spoilers). Eso, la consistencia de los episodios, la tensión dramática y un desenlace más que aceptable convierten esta entrega de The walking dead en la mejor hasta la fecha y nos dejan con ganas de más, lo cual ya es mucho decir teniendo en cuenta de dónde veníamos.
La gran pega, que la hay, es que alguien debería decirles a los guionistas que, si se pasan una temporada entera prometiendo una guerra, no pueden resolver el asunto con una escaramuza. No es que sea un delito, pero la cosa se prestaba a un final de fuegos artificiales y en realidad nos dieron unos cuantos petardos. Lo entendemos, al final todo se reduce a una cuestión presupuestaria y las guerras (las de ficción un poco menos) son muy caras. También sabemos que AMC no destaca por su política de planificación de gastos (algún día alguien escribirá algo al respecto y pondrá a estos aprendices de HBO en su sitio) y que la filosofía de la cadena ha consistido en destinar todo los recursos posibles a Mad men (el trato con Matthew Weiner, padre creativo de Don Draper y compañía, pesa y mucho) y aplicar recortes a todos los demás. The walking dead ya fue victima de los saldos en su segunda temporada y, aunque en la tercera se ha sabido economizar con resultados óptimos, habrá que quedar a la espera de lo que suceda en la cuarta entrega, que se estrenará en octubre en Estados Unidos.
En suma, una temporada de notable alto, con muchísimos incentivos para el espectador y que nos ha compensado por el disgusto anterior. Eso sí, el episodio final, siendo bueno, no estaría entre los tres mejores de la sesión.
No se puede tener todo, pero en The walking dead han estado cerca de conseguirlo.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.