Los colectivos gitanos piden una mayor presencia institucional
Para la Unión Romaní madrileña las políticas dirigidas a corregir la discriminación no consiguen el efecto deseado porque no se cuenta con ellos
Para la Unión Romaní madrileña, una de las principales asociaciones gitanas, las políticas dirigidas a corregir la discriminación a la que ha estado sometida su pueblo no consiguen el efecto deseado por una cuestión muy simple: no se cuenta con ellos. Mariano González Carbonell, delegado de la asociación, compareció este lunes ante una comisión de la Asamblea a petición de Ciudadanos para explicar a los diputados las carencias a las que se enfrentan todavía.
"Si se quiere trabajar con los vecinos, habrá que contar con ellos, en este caso, con la población gitana", indicó González Carbonell. Para aclarar su postura explicó que a él le cuesta "muy poco" llamar a la puerta de cualquier gitano, y “me la va a abrir, y me va a invitar a un café y me va a contar los problemas”. Un resultado que difícilmente alcanzará un payo. En cuanto a las condiciones en las que viven los gitanos rumanos, le parecen inconcebibles y se pregunta si la actitud de las autoridades y vecinos sería la misma si se tratara de inmigrantes, refugiados o cualquier otro colectivo.
El representante del pueblo romaní (en Madrid se calcula que viven entre 70.000 y 90.000 gitanos) manifestó su preocupación por la situación en la que se encuentran núcleos como el sector 6 de la Cañada Real, en el que se trafica con drogas. Allí conviven gitanos —la etnia mayoritaria— con población árabe.
Puntos conflictivos
"En Madrid los gitanos se distribuyen por diferentes barrios y municipios, y si un día estalla un conflicto, por ejemplo en la Cañada, se puede extender al resto, comenta. En su opinión, es un peligro que solo se conjura con prevención. González Carbonell pide al Gobierno regional que acelere la elaboración de la Estrategia de Inclusión Social de la Población Gitana en la región, de la que existe un borrador.
Es el primer documento que se elabora en la región para definir un marco de actuación con la población gitana. La estrategia reconoce, a pesar de los avances, desventajas que esta población tiene aún en el acceso a derechos y servicios. En el caso de poseer una varita mágica, la primera petición de González Carbonell sería mejorar los problemas de absentismo escolar y la formación de sus jóvenes, que les abriría las puertas a otros empleos. “Ahora la mayor parte se dedica a la venta ambulante”, dice el representante.
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