La obra que aislará a Vallecas

Sonia San Juan estaba de vacaciones en Las Palmas cuando se enteró del cierre de la Línea 1 de Metro. El Facebook de esta vallecana se llenó de mensajes de amigos y vecinos quejándose amargamente del cierre del sistema de comunicación más rápido del sudeste de Madrid con el norte de la ciudad. Pedro Rollán, el consejero de Transportes de la Comunidad, subrayó el día en que se anunció el cierre, que este ayudaría a reducir en un 50% las incidencias de un trayecto que registra 85,4 millones de viajeros anuales.

El cierre, entre las paradas de Sierra de Guadalupe y Plaza de Castilla, afecta a 25 paradas. En el caso de Sonia las molestias que las obras ocasionarán son importantes. Su trabajo, el primero que encontró al terminar la carrera hace ya cinco años, está 11 kilómetros al norte de su casa, al lado de Plaza de Castilla. La línea 1 la lleva prácticamente de puerta a puerta. De Portazgo a Plaza de Castilla. El corte le afecta a todo el trayecto, 20 paradas.

Al igual que ella muchos afectados por el corte de la línea se han movilizado, especialmente los vecinos de Fuencarral, al norte, y Vallecas, al sur. Las asociaciones de vecinos de ambas zonas han transmitido su preocupación al consejero de Transportes, con el que se reunieron la pasada semana. “Entendemos que la línea es vieja y se tiene que arreglar”, dice Mariano Monjas, presidente de la Asociación de vecinos de Los Pinos de San Agustín. “Pero sí pedimos que el sistema alternativo que se adopte funcione bien”.

Alfonso XIII inauguró la Línea 1 un 17 de octubre de 1919 y empezó a andar unos días después, con ocho paradas entre Sol y Cuatro Caminos, y 3,5 kilómetros de trayecto. En sus comienzos, los trenes pasaban cada dos o tres minutos, actualmente pasan cada tres o cuatro minutos. En estos cien años su tamaño se ha multiplicado por siete; actualmente recorre 23 kilómetros, partiendo la ciudad en dos.

San Juan enseguida se puso a hacer cálculos. Con el sistema alternativo de comunicación, por autobús, posiblemente se encontraría con dos problemas: el exceso de pasajeros queriendo subir a cada autobús, especialmente en hora punta, que es cuando ella utiliza el metro, pues entra a trabajar a las 9 de la mañana. Y, lo más importante, el tiempo que invertirá en cada trayecto, que posiblemente se duplicará. Actualmente tarda 40 minutos solo en el Metro. Pero los autobuses recorrerán las arterias principales de la ciudad, en las que son habituales los atascos.

Viendo que quizá la alternativa que sustituta a la Línea 1 no le interese, San Juan ha pensado en cómo hacer el trayecto en transporte público. Cerca de su casa sale la línea 10 de autobús, que va de Palomeras a Cibeles. Se bajará en Atocha y ahí cambiará a línea 27 de autobús, que va de Embajadores a Plaza de Castilla. Otra alternativa es, una vez en Atocha, coger una de las líneas de Cercanías que suben a Chamartín, y una vez ahí, coger la Línea 1 hasta Plaza de Castilla, que no estará cerrada en ese trayecto.

Jueves 10 de marzo. San Juan se da un rápido toque de color en ojeras y mejillas, apura su Nescafé y sale por la puerta. Son las 8.10 de la mañana. La acompañamos hoy en el trayecto para comprobar que se completa en 40 minutos, a los que hay que sumar unos diez más para hacerlo de puerta a puerta.

San Juan se sube en el último vagón del tren porque con los años ha ido aprendiendo que si se sitúa ahí, en Pacífico se bajan la mayoría de los viajeros que continúan su ruta en la línea 6, la Circular, y puede conseguir un sitio y hacer cómodamente sentada las 17 paradas restantes. 45 minutos después de cerrar la puerta de su casa, San Juan llega a Plaza de Castilla. Anda unos minutos y ya está en la consultora de marketing en la que trabaja. La operación total, 50 minutos casi de reloj.

Después, repetimos el trayecto en autobús de regreso a su casa, pues cree que será el que utilizará más habitualmente. La línea 27 tarda 35 minutos en llegar a Atocha. Entre el cambio de parada y la espera a la línea 10, pasan unos 10 minutos. Este tarda 25 minutos en llegar hasta la parada más cercana de su casa. En total se invierte una hora y diez minutos. Media hora más por trayecto. “Yo entiendo que hay que cerrarla porque a veces falla”, dice San Juan. “Pero no entiendo que no lo hagan por tramos”.

La Consejería por su parte insiste en que el cierre de la Línea 1 se debe de hacer del tirón y en dos fases. “Todos los cambios se tienen que hacer simultáneamente”, empieza Jorge Blanquer, responsables de Obras, Infraestructuras y Accesibilidad de la Consejería de Transportes. “Si lo hiciéramos por fases tardaríamos entre cuatro y ocho años en hacerlo. Nuestro objetivo es siempre el intentar reducir el impacto al viajero”. El Ayuntamiento encargó un estudio que alertó del peligro de atascos por el cierre de la línea. El PSOE de Madrid, por su parte, insiste en que es posible hacer la obra en tres fases y piden que se diseñe un plan específico de movilidad en las zonas en la que no se puede repetir en autobús el recorrido del metro.

Blanquer informa de que el coste de renovación va a rondar los 70 millones de euros y de que el cierre se va a hacer en dos fases, una primera este año y una segunda posiblemente el año que viene, aunque aun está por determinar por cuánto tiempo. “En general el túnel de la Línea 1, al tener casi 100 años, ha ido perdiendo espesor, unos 10 centímetros. Una capa de revestimiento se está despegando del ladrillo. Eso nos ha obligado a aumentar las inspecciones. Una línea nueva se inspecciona dos veces al año. En cambio, una línea vieja, como esta, se inspecciona dos veces al mes”.