La batalla más reñida
Por primera vez desde que se creó la Comunidad en 1983 es posible que ningún partido logre la mayoría absoluta, incluso aunque se coaligue con otro Las dudas sobre quiénes deben ser los candidatos son enormes
A menos de cinco meses de la celebración de las elecciones municipales y autonómicas, el panorama interno de las grandes formaciones políticas en Madrid no está nada claro. Si bien tres ya cuentan oficialmente con candidatos (PSOE, IU y UPyD), existen dudas sobre que estos sean finalmente los que concurran a los comicios. Coaliciones con terceros o, incluso, imputaciones por presuntos casos de corrupción o de mala gestión hacen que sus respectivas directivas nacionales vean a algunos con cierto recelo.
Mientras, PP, Podemos y Ciudadanos aguardan para dar a conocer los nombres de sus aspirantes. Pero el tiempo se echa encima y afloran los nervios. Según las encuestas, será la primera vez en la historia de la Comunidad que no habrá mayorías holgadas. Para gobernar en solitario se necesita entorno al 48% de los votos siempre que haya tres partidos en liza. Conforme aumenta el número de formaciones con representación —se requiere un mínimo del 5% de las papeletas para entrar en el hemiciclo—, el porcentaje de la mayoría (solo o en coalición) disminuye. Con cinco o seis partidos, esta se sitúa próxima al 45%, una cifra difícil, no obstante, de alcanzar dada la situación política. En las últimas europeas, PP y PSOE no llegaron juntos ni al 50%.
PP: pendientes de una encuesta. A diferencia del resto, el Partido Popular, que desde los años ochenta del siglo pasado no baja del 40% de votos, no celebra primarias. Todo depende de los resultados de los sondeos que esta formación encarga antes de nombrar a sus aspirantes. Eso hace que los precandidatos emprendan campañas veladas para promocionarse y convencer al presidente Mariano Rajoy de que ellos son los adecuados. Y con un denominador común: ninguno reconoce que está en campaña.
Pero esta regla no escrita, ha sido rota por dos pesos pesados: Esperanza Aguirre, la presidenta regional del PP, e Ignacio González, presidente de la Comunidad. Ambos han admitido que les gustaría ser aspirantes al Ayuntamiento y la Comunidad.
Mientras tanto, el resto aguarda. Entre ellos destaca Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno, que pugna con Aguirre en número de apariciones en los medios de comunicación. Si Aguirre es la “lideresa indiscutible” para las bases populares desencantadas con el centrismo de Rajoy, Cifuentes es la “progresista”. A favor de Aguirre juega la gran aceptación que tiene entre los simpatizantes y afiliados, pero también arrastra la carga de los casos Gürtel y Púnica. Cargos de su máxima confianza están imputados o presos por corrupción. Por su parte, en contra de Cifuentes se sitúa su escasa relevancia dentro de los órganos de poder del PP (aunque forma parte de los comités de Dirección y Ejecutivo regionales), si bien esgrime su gestión al frente de la Delegación del Gobierno: reducción de los índices de criminalidad, detención del pederasta de Ciudad Lineal y bajada del número de manifestaciones.
En la Comunidad de Madrid, González, de momento, no tiene rivales, si se exceptúa a la propia Cifuentes. González, no obstante, debe vencer las reticencias de Rajoy, pues sobre él sobrevuelan las dudas que genera de cómo adquirió su vivienda de lujo en Marbella.
González, además, mantiene un fuerte enfrentamiento con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, al que le acusa de castigar a Madrid para favorecer a otras comunidades incumplidoras con las medidas de control del gasto. González, por contra, alardea de una rebaja real de impuestos y de una reducción del déficit público, aunque a costa de fuertes desinversiones (venta de patrimonio público) y del intento fallido de privatización de la gestión de seis hospitales.
Un PSOE en barrena. Las expectativas del PSOE madrileño (PSM) son menos halagüeñas de lo que cabría esperar en una legislatura en la que el PP ha sufrido un desgaste tremendo por los recortes (3.500 millones menos en el presupuesto entre 2012 y 2013), fiascos como Eurovegas o la renuncia a la privatización de la gestión de hospitalaria, fruto de la contestación social de la marea blanca más que de la labor del principal partido de la oposición.
Pese a los lastres del PP en la gestión tras 20 años ininterrumpidos en el poder, Tomás Gómez no las tiene todas consigo. El secretario general arrastra los excesos en Parla, desde donde se aupó como líder regional del PSM con dos elecciones consecutivas con el 75% de los votos. Como herencia dejó, aparte del tranvía, unas arcas con una deuda financiera en 2008 de 36 millones, como suele recalcar, obviando la deuda a corto plazo (comercial) de 137,5 millones. Cinco años después, el déficit era de 343 millones.
La potencial imputación de 11 ediles socialistas de Parla por los sobrecostes del tranvía, es la última amenaza a las aspiraciones del secretario general del PSM. También le perjudica la imputación en Púnica de José María Fraile, su sucesor en la alcaldía y amigo de la infancia.
En el PSOE cunde la preocupación de que una hipotética imputación de las Juntas de Gobierno de Gómez y de Fraile se produzca cuando las listas ya estén publicadas en el BOE. O que para entonces se conozca el informe de fiscalización del Tribunal de Cuentas sobre el tranvía. Entonces ya no habría marcha atrás. “Y lo peor es que todos somos perfectamente conscientes de que ese escenario es posible”, coinciden diputados autonómicos y nacionales.
IU, la división. La coalición de izquierdas se encuentra sumida en una grave crisis con dos sectores fuertemente enfrentados. Las primarias fueron ganadas recientemente por Mauricio Valiente, para el Ayuntamiento, y Tania Sánchez, para la Comunidad. Tal fue el enfrentamiento entre las dos facciones que el coordinador regional, Eddy Sánchez, muy endeble como hombre de aparato, presentó su dimisión. Además, Tania Sánchez y la dirección federal han pedido sin éxito que los actuales dirigentes —que perdieron las primarias— dejen sus cargos orgánicos. Les acusan de no haber atajado a tiempo el escándalo de las tarjetas black de Caja Madrid, que afectó al consejero Moral Santín. Gastó 456.522 euros, de los que 300.000 fueron directamente de cajeros.
Sobre Tania Sánchez las acusaciones de los derrotados van desde que votó a favor de que su hermano Héctor lograse un contrato municipal en Rivas de 137.000 euros, municipio de la que fue concejal de Cultura, hasta su cercanía a Podemos, partido que pugna con IU por un sector del electorado.
A UPyD le crece la competencia. Todo lo que no sea un respaldo de dos dígitos en las urnas será un fracaso, objetivo que hace un año parecía fijo y ahora está en entredicho. El debut en la Asamblea en 2011 con el 6,32% de los votos (189.000) no ha podido ser más provechoso intramuros del hemiciclo. En muy corto espacio de tiempo los ocho diputados magenta —por los 72 del PP, 36 del PSOE y 13 de IU— se han ganado el respeto del resto de señorías, muchas veces más volcadas en las cuitas internas que en el debate y control parlamentario. UPyD supo sacar provecho de un escenario de crisis institucional y construirse un espacio de partido-bisagra a medio camino de PP y PSOE.
Sin embargo, el discurso de regeneración democrática y denuncia de la corrupción pública ha dejado de ser exclusivo de UPyD, más inquieta por los rivales que le han surgido fuera de la Asamblea que en el Parlamento regional. Podemos se ha convertido en un competidor directo del partido de Rosa Díez y Ciudadanos también se ha propuesto expandirse desde Cataluña y aumentar a seis los partidos de la Cámara madrileña. La relación con el partido de Albert Rivera será uno de los grandes retos que afrontará UPyD, cuya dirección, en contra de un sector del partido, decidió no unir fuerzas con Ciudadanos. Las turbulencias internas, con los reproches de fondo de Sosa Wagner desde Bruselas, tampoco han dejado un buen precedente. La fragmentación del voto de centro podría pasar factura a los magenta y afectar a su crecimiento.
La incógnita de Ciudadanos. La formación naranja no elegirá a sus candidatos hasta ya entrado 2015. Fuentes de este partido confirman que presentarán candidatos a los principales municipios, “pero no a todos”. Ciudadanos es el gran rival de UPyD en Madrid —pugnan por un electorado muy semejante, algo parecido a lo que ocurre con IU y Podemos—, si bien el partido de Albert Rivera carece de experiencia en el feudo madrileño.
Podemos, como referente de la izquierda. A falta de resolver la incógnita de decidir quién encabezará las listas, el partido creado hace un año por Pablo Iglesias aspira a ser el segundo de la Asamblea de Madrid. Es decir, su pretensión es, ni más ni menos, superar al PSOE y convertirse en el referente de la izquierda. Aunque su objetivo prioritario son las elecciones generales previstas para final de ejercicio, Podemos ya ha mostrado su intención de presentarse con su propia marca en las autonómicas. De esta forma busca atraer a los votantes descontentos de PSOE e Izquierda Unida. Mientras la relación con los socialistas parece de confrontación directa —Tomás Gómez tacha a Podemos de anarquista y vender promesas vacías—, está por ver la sintonía con IU.
La previsión es que la candidatura de Podemos se resolverá a mediados de febrero. Entre el 7 y el 25 de enero se presentarán los candidatos al Consejo Ciudadano de la Comunidad la campaña electoral se celebrará del 26 de enero al 8 de febrero, y del 9 al 13 de febrero se votará. Un día después se proclamará el candidato a las autonómicas. Y se despejarán algo más las posibilidades reales de cambio de Podemos frente al vigente bipartidismo.
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