El catecismo, por encima del Código Civil
El zamorano Fernando Ferrín Calamita ya apuntaba maneras en 1987. Con 29 años y en su primer destino como juez en Chiclana, Cádiz, mandó detener en la playa a una chica en top less y a otra desnuda. No había razón legal alguna para hacerlo, ya que el gobernador civil había autorizado el top less dos años antes, pero su señoría consideró que si él iba bien tapado mientras paseaba por las arenas blancas gaditanas -con un chándal azul marino, en concreto-, los demás también debían cubrirse. Estaba escandalizado, así que llamó al cabo Pacheco para que pusiera orden y se llevara a las señoras al calabozo.
Ésa fue la primera vez que el nombre del juez Ferrín saltó a los medios de comunicación. En ese momento, relató a una redactora de este periódico que en su mesita de noche se apilaban Camino, de Josemaría Escrivá de Balaguer -fundador del Opus Dei-, la Biblia y otros libros religiosos y que iba cada día a la misa de ocho a los Agustinos con su mujer. También era un devoto de Julio Iglesias y José Luis Perales.
El verano pasado, 20 años después, su nombre volvió a sonar fuera de su juzgado. De nuevo se había escandalizado. Esta vez, no por un desnudo, sino por la ley que autorizaba el matrimonio entre personas del mismo sexo y que les permitía adoptar, aprobada en junio de 2005.
Parejas de gays y lesbianas estaban intentando ejercer sus nuevos derechos. Pero se toparon con Ferrín, que había terminado siendo titular de un juzgado de familia de Murcia. Él, que está en contra del divorcio, según ha explicado en alguno de sus escritos, tenía que dictar cientos de sentencias cada año. Pero la ley de matrimonios gays fue demasiado, y decidió no aplicarla en los casos de adopción. "Una norma no puede ir contra la naturaleza de las cosas", dijo Ferrín ante el Poder Judicial. Él sabe que una familia "normal" tiene que estar formada por mamá, papá y los niños.
El magistrado se encuentra ahora de baja por "depresión reactiva en fase aguda", según ha comunicado a Efe. Dice que nunca ha retrasado "a propósito" ningún expediente y que sólo quiere defender a los menores.
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